El pueblo de Castiglione Falletto (en el corazòn del Piemonte, provincia de Cuneo) goza de una situaciòn privilegiada, en una colina coronada de castillo y fabulosos vinyedos rampantes. Sòlo por conocer el pueblo medieval, merecerìa la pena una visita. Pero resulta que, sobre todo, Castiglione Falletto es conocido (reconocido quizàs menos todavìa) por ser uno de los grandes productores de vinos en Italia, pues aglutina a 20 bodegas en su territorio, que producen y vinifican barolo, barbera, dolcetto d'alba y freisa.La Cantina Comunale de Castiglione Falletto (con su dinàmico y sabio presidente al frente, Maurizio Rosso, de la bodega Gigi Rosso), en sabia combinaciòn con la Asociazione Italiana di Someliers (Roma) realizò ayer un enorme esfuerzo de difusiòn de sus vinos, con una extraordinaria y rica presentaciòn en el Hotel Parco dei Principi (junto a Villa Borghese) de Roma, sede de la AIS.
Mi amigo Franco Ziliani (quien, junto con Rovino de Esalazioni Etiliche, me animaron a participar en el evento), en la foto a la izquierda, confesò llevar el "barolo" en la sangre (como su amigo J. Asenjo!) y como fiel seguidor de este vino, hizo una brillante y encendida presentaciòn de las cualidades y principales caracterìsticas de los vinos presentes. 19 de las 20 bodegas que trabajan en Castiglione Falletto se encontraban en la sala, lo que habla a las claras de la proyecciòn e importancia de la presentaciòn.Otros municipios tienen la fama (sin duda, a ratos merecida), Barolo, Monforte, Serralunga d'Alba..., pero otros trabajan "la lana" de forma brillante. Es el caso de nuestro pueblo piemontés, quien (a la vista de la masiva presencia de especialistas) consiguiò plenamente sus objetivos.

Y hechas las "presentaciones", se pasò a la acciòn, larga, meditada y "dura", pues era mi primera gran ocasiòn, la primera en que me "enfrentaba" a la comprensiòn de uno de los grandes mitos de la viticultura italiana y mundial, el barolo, junto con los otros vinos presentes. Por supuesto, mis amigos me dieron sabios consejos, incluso me apuntaron algunas de las cosas màs interesantes en la sala, pero...era yo quien tenìa que sacar mis conclusiones. La primera, a la que me costò adaptarme (tan duros son, en mi cabeza, los condicionantes que me imponen los grandes vinos espanyoles), es que la uva nebbiolo, monovarietal en los barolos, da unos vinos de capa media, media-baja y una graduaciòn que difìcilmente (aunque hubo algunos casos en la sala) llega al 14%. Ademàs, se trata de una vinificaciòn (pido ya disculpas de antemano, pues, como bien apuntò Franco, hay muchos matices en cada vino y lo que aquì intento yo es una aproximaciòn general) que produce unos vinos delicados, sorprendentemente finos, nada agresivos, con unos taninos muy medidos por el largo reposo en barricas y su afinaciòn en botella y con un color que anda a medias entre la teja clara de los tejados piemonteses y el rojo de las frutas de bosque (moras, sobre todo). Las notas dominantes en nariz son las de la fruta bien madura, sobre todo, fresas salvajes y moras, las del tabaco negro, las del chocolate y las de las hierbas aromàticas, con alguna incursiòn a la regaliz. Su paso por boca otorga, quizàs, su punto màs fuerte, pues es un vino tan justamente medido, con un equilibrio tan grande entre alcohol, acidez y tanicidad, que me sorprendiò. Es evidente que algunos de los barolos que màs me gustaron anoche (Barolo Villero 2001 de la Azienda Agricola Brovia; Barolo Monprivato 1999 de Giuseppe Mascarello; Barolo Rocche di Castiglione 2001, de Oddero) marcan una tendencia en estos grandes vinos italianos, radicalmente distinta a lo que me indican los grandes espanyoles (con una carga tànica mucho mayor, con una extracciòn de color màs poderosa y con una paleta de aromas y olores màs "agresiva") y mucho màs cercana a los grandes burdeos.
Su sistema de vinificaciòn, en general, supongo que les lleva a ello. Por supuesto, tomé muchas màs notas (me encantò, por ejemplo, un 2005 de Barbera d'Alba Piana, de Ceretto, con una gran carga frutal y un bien integrado carbònico; y un Langhe Bianco Rapuié 2005, de Sordo, con un ensamblaje de chardonnay y sauvignon, que olìa fuertemente a crema de cacahuetes, pero que en boca tenìa una presencia impresionante), pero creo que ya es suficiente.Quiero agradecer a mis amigos, a la Cantina Comunale de Castiglione Falletto y a la AIS Roma la oportunidad que me han dado de conocer a fondo esta parte de la riquìsima realidad vitivinìcola italiana. Os aseguro que merece la pena adentrarse en ella.













































