Tenía la intención de cerrar el año en este blog con otra extraordinaria foto, de nuevo de un viñedo andino (misma fuente para la foto) que se encuentra a 1500 metros de altitud. Sin más, como un regalo para la vista. Pero al mirar con atención sus datos, me di cuenta de que se trata de Viña Adrianna, de donde la familia Catena Zapata saca la uva chardonnay (en Gualtallary, Mendoza, Argentina) con la que fabrica uno de los más notables blancos secos argentinos, su Catena Alta Chardonnay Viña Adrianna. Su añada 2001 ha merecido la atención del modelador de gustos y de vinos, Robert Parker, con un contundente "93 puntos". Para un blanco no francés ni alemán, eso es mucho, mucho. Por lo demás, se trata de la única bodega argentina que ha sido seleccionada por el enófilo abogado para formar parte de su último gran libro, Los mejores viñedos y bodegas del mundo. Una perspectiva moderna, Barcelona, 2006 (edición de noviembre, traducción del original inglés The World Greatest Win Estates, publicado el año pasado).
Mi familia, que a ratos sufre, a ratos goza con mi pasión por viñedos y vinos, me quiere bien y en la última tanda de tradicionales regalos que los adultos nos hacemos (los niños esperan a Reyes) , en memoria de las fiestas dedicadas al romano dios Saturno (Saturnalia, las únicas fiestas en que los Romanos tomaban vacaciones, justo antes del solsticio de invierno, el 17 de diciembre, e intercambiaban regalos y posiciones sociales), ha "caído" este libro. Llevo unos días dedicado a su placentera lectura y mi foto de despedida del año, me ha llevado a releer la ficha de Catena (p.23, para el chardonnay) y a comentaros algunas cosas de su contenido. Para Parker es básica su definición de grandeza y de calidad, que es la que justifica qué bodegas entran en el libro y qué bodegas se quedan fuera. Dos son las premisas: la máxima expresión del terruño (es decir, que el enólogo sepa sacar el máximo de rasgos diferenciales de unas parcelas concretas) y que el vino emocione, subjetivamente, hasta el punto de que cada nueva botella, cada nueva añada transmita más y mejores emociones que la anterior. Para un libro de 708 páginas que intenta abarcar el mundo entero a partir de las fichas de The Wine Advocate, hay que decir que las presencias están bien documentadas y aportan información precisa y útil. Pero, en la otra parte de la balanza, las ausencias son tan clamorosas que casi duele escribir sobre ellas. Me dirán "un libro es un libro y tiene, por definición, un número finito de páginas". Es cierto, pero no lo es menos que se dedica un exagerado espacio a los vinos franceses (pp.81-426) en relación con el resto (para los norteamericanos: ¡577-685!: ¿la revancha del Juicio de Paris?) y, también, que en este libro no existen ni los vinos surafricanos ni los neozelandeses. Un hueco tremendo para mis gustos informativos.
Con todo, de lo único de lo que puedo hablar con cierto conocimiento de causa es de las presencias y ausencias de bodegas españolas. El manto de oscuridad que arroja Parker sobre la realidad de la vitivinicultura española (por cierto, Portugal tampoco existe) es enorme: aporta al caudal enofílico del mundo mundial sus notas sobre seis (¡6!) bodegas españolas (pp.557-577).
No me atrevo, por supuesto, a hablar de desconocimiento (aunque veremos qué salto cualitativo se da ahora en su empresa, cuando él ha decidido ya no catar más vinos españoles), pero se sabe, sólo existe aquello que se conoce y divulga. Las seis agraciadas lo son con todos los méritos y pronunciamientos favorables, tanto por expresión del terruño respectivo (Artadi, Clos Erasmus, Álvaro Palacios en el Priorat, Pingus), como por capacidad de reproducir nuevas sensaciones constantemente (además de las anteriores, Tinto Pesquera y Vega Sicília en la Ribera del Duero). Pero, con todos mis respetos, algunas de las ausencias son, para mí, clamorosas. Apunto algunas que, en mi opinión, cumplen con creces con los parámetros de Parker y son, en la comparación con las bodegas presentes, perfectamente comparables:
Bodegas Aalto, con Aalto P.S., de Mariano García y Javier Zaccagnini, de la DO Ribera del Duero.
Bodegas Mauro, con Mauro Vendimia Seleccionada, de Mariano García, Vino de la Tierra de Castilla-León.
Bodegas Eguren, con Finca el Bosque y El Puntido, de la familia Eguren, de la DOC Rioja.
Paro por no alargarme ni ser pesado. Pero casi me atrevería a animar a quien lo crea conveniente a aportar el nombre de una gran bodega española o portuguesa (por hablar de Iberia), con alguno de sus grandes vinos y su zona de origen. Con el listado que acabe saliendo, podríamos proponer entre todos, aunque sea sólo a través de internet, unos addenda y corrigenda al último libro de Parker.
































