02 de febrer, 2007

"Regañón" de Bodegas Soledad con sus buenos judiones


Con una historia que arranca de más allá del siglo II a.C., Segobriga es una de las ciudades romanas mejor conservadas de la meseta castellana. Situada a 104 km de Madrid, muy cerca de la autovía A-3 (Madrid-Valencia), en el municipio de Saelices (ya en Cuenca), un fantástico Parque Arqueológico (al que se accede por la salida 104, dirección Villanueva de Alcaudete) protege los restos conservados y explica de maravilla al visitante cuanto se puede explicar de su historia. Visitar la ciudad en el mes de enero y tener la suerte de encontrar un día gélido pero soleado, es tener mucha suerte. Yo la tuve y la foto de vuestra izquierda da fe de ello.


Tras una amplia visita (por motivos ajenos a la temática habitual de este blog, pero muy interesantes también), se impuso la búsqueda de un buen yantar, que calentara cuerpos y templara espíritus. Mis amigos en Segóbriga decían, "qué pena...hoy es martes...tal sitio está cerrado...sólo nos queda la gasolinera". Y yo me temí lo peor: un bar a pie de gasolinera y los etc. habituales. Al llegar (Meroil, en la salida 103 ó 104 de la A-3, Salida Segóbriga-Saelices, telf.969134370) empecé a cambiar de opinión.

Los que llevamos muchos km por España sabemos que donde hay camiones parados, se suele comer bien. ¡Y había varios! Entramos, vimos un menú habitual, poco resultón, pero cuando la amable persona que nos atendió, remató su "carta" con un "¡Ah!!! y tenemos un par de platos de cuchara!", mis orejas se abrieron de par en par y mi estómago empezó a soñar...Y vaya si acertamos: tenían este estupendo potaje de judiones de La Granja que véis en la foto, enormes, en su punto de cocción, acompañados de un surtido de lo mejor del cerdo, chorizo, morro, oreja... Un plato de los de toda la vida pero que ya de por sí justificaba la comida y la elección del lugar. Sin dudarlo: merece la pena salir de la autovía para disfrutar de él.

La gente de la gasolinera es, además, sensible a las cosas de su tierra, y ofrecen en su tienda estupendo queso manchego del pueblo de Saelices, embutidos y una buena representación de vinos de la Tierra de Castilla, Finca La Estacada (del vecino Tarancón), Corpus del Muni (de Toledo) y Regañón, el vino de mesa de Bodegas Soledad . Éste es el vino que tienen para acompañar las comidas de la casa y fue el que tomamos: un tinto monovarietal de cencibel, de 13,5%, que tienen el detalle de servir más o menos a 14ºC. Es un vino sin alarde ni pretensión algunos, con un bonito color cereza picota madura en el menisco y un degradado cárdeno claro en el ribete; es un vino que huele a mora madura del zarzal, que tiene una entrada franca en boca y un armazón tánico bastante bien estructurado, nada áspero y, casi, hasta redondo. Se trata de un vino de la Tierra de Castilla, que estableció un diálogo con los judiones y sus ingredientes porcinos digno de la tierra que les ha visto nacer, franco, directo, sin tapujos.

No hace falta que os diga que salimos de la gasolinera pertrechados con provisiones de todo tipo, para seguir recordando a esta estupenda tierra, a sus productos y a sus gentes por unos días más. La vuelta a Madrid y, después, a Barcelona, gracias a esta parada no buscada, fue casi tan agradable como la ida.

La foto de los judiones estofados BY C. Fernández Martínez

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