Carlos J. Arranz y Daniel F. Argote son los propietarios de la que ellos mismos consideran bodega más pequeña de la DO mayor y más prestigiosa de España, la DOC Rioja. Carlos y Daniel han retomado una vieja alianza familiar y han resucitado una bodega y una marca (las siglas nacen del acrónimo de sus apellidos) cuyas raíces se hunden en el siglo XV. No es metáfora, no: situada en el caso histórico de la Villa de Navarrete, tiene un calado que data de ese siglo y que, hoy, sirve de privilegiada sala de barricas y de reposo de botellas a Bodegas y Viñedos Arranz-Argote. Poseen tres hectáreas de viñedos antiguos, en el municipio, con orientaciones noreste y sureste y si bien la variedad predominante (con cepas más viejas) es la tempranillo (85%), tienen plantadas también garnacha, graciano y mazuelo. Experimentan, además, con la muy riojana maturana tinta (navarretana), antaño muy presente en las estribaciones de la Sierra Cantabria y hoy casi olvidada.Su trabajo es fruto del amor y de la pasión por la viña y el vino. Depositarios de una larga tradición, la preservan a través del trabajo detallado: vendimian con cajas de 18 kg, transportan a la bodega la uva (2 km) controlando la temperatura de la fruta, la fermentación alcohólica la provocan las levaduras de la propia uva, hacen largas maceraciones (no menos de 20 días) y sangran el depósito. Trabajan las crianzas por separado (según la procedencia de la uva inicial) y sólo al final dan con el ensamblaje que saldrá al mercado. Usan maderas de roble francés, con distintas marcas y grados de tueste. Tras su refundación, en el año 2000, han sacado dos añadas al mercado, la 2002 (2500 botellas) y la 2003 (4500 botellas), pues tras no menos de 13-14 meses en barrica, el vino reposa en botella (en rima) no menos de 14 meses. Todo ello, claro está, en ese calado del siglo XV, sin vibraciones, sin ruidos, en paz y armonía con el vientre de la madre tierra.

La botella que he probado es del 2003 y ofrece 13,5%. Conviene tomarla a 16-17ºC y es muy recomendable decantarla media hora antes del servicio. Presenta un color bermellón oscuro, de cereza picota muy madura, con un menisco de capa alta y una pigmentación que llega, casi, hasta el ribete. A copa parada, te asaltan profundos aromas de chocolate negro, casi de cacao, con profusión de maderas nobles. Enseguida asoman aromas de cerezas en maceración y, ya en nariz, se intuye un vino con cuerpo y muy serio. En boca tiene un paso muy notable, mineral, a ratos casi de tierra algo sedienta, con aromas profundos, en retronasal, de cuero viejo y de la mora del zarzal, pero ya en septiembre. Tras su buena aireación en copa, terminan asomando ciruelas pasas y frutas negras maduras (arándano y, sobre todo, grosella negra). Tiene unos taninos amables, que proporcionan una degustación muy agradable. En el marco de los comentarios que solemos hacer algunos sobre los riojas y su estilo, éste casaría a la perfección en los de "nuevo estilo". Yo lo tomé con su buen cordero pascual, al horno, con su orégano y su tomillo, y casó de maravilla.
Este vino se puede encontrar en las tiendas de la franquicia Vinus & Brindis sobre los 25 euros.
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