09 d’abril, 2007

"Brunyols" y Airam de Celler Espelt


Domingo de Resurrección: fin de la Pascua en el fresco de Piero della Francesca (ca.1460), conservado en el Museo Civico, Sansepolcro, de Arezzo. Fijaos con qué garbo sale Jesús del sepulcro (esta versión pictórica poco tiene que ver con los Evangelios, sean éstos canónicos o apócrifos).





Última oportunidad, en la Catalunya cristiana dominada por un alto sentido de la gastronomía, de preparar, a lo largo de la semana, los tradicionales "brunyols" ("bunyols" o "buñuelos"), que es la variante dialectal de la palabra en el Empordà. Si alguien quiere saber a qué huele la levadura que ha reposado durante horas con la masa, ha crecido y crecido, no tiene más que acercarse...



No voy a aburriros con la receta, que es larga (harina, huevos, aceite, leche, azúcar, corteza de limón, levadura, semillas de matalahúva, canela y sal) y muy muy menestral, con masa madre, reposo, calor, crecimiento, amasar, aplanar, cortar, moldear, freir, azucarar...





para llegar a un resultado tan espectacular como éste, ¡mérito absoluto de mi santa y de un equipo coordinado por ella! Están mucho mejor si han reposado por lo menos un día, aunque a mí me gustan más todavía si llevan dos días...Ya se sabe que los del Empordà tiene una masa compacta, nada que ver con los de viento o los rellenos.


Decisión mía sí fue no movernos de l'Empordà y la última tanda de buñuelos la tomé con una copa de Airam de Celler Espelt. Se trata de un vino dulcemente natural hecho con garnacha tinta y garnacha rosada de una solera que empieza en 1998 y de la que han salido ahora al mercado 2500 botellas de 50 cl y 15%, altas y estilizadas (sobre los 10 euros se pueden encontrar). Conviene tomarlo a unos 8ºC. Ofrece unos bellos e inusuales tonos, entre la cebolla de Figueres, la piel, bien macerada, de las cerezas en alcohol y el hilo de cobre. Huele muy rico y sabroso, a fruta escarchada, a cerezas con kirsch, a vainilla y canela, a uvas pasas y frutos secos, a pan de higos. En boca es untuoso y glicérico, poderoso en su alcohol (nada pesado: ¡pero conviene ir con cuidado, pues es muy goloso!), con una larga presencia en posgusto y un deje final entre higos pajareros y tabaco de pipa, rubio y dulzón. Formó una buena sinfonía empordanesa con los últimos coletazos de "brunyols" que, en domingo de Gloria, endulzaron más si cabe la resurrección del Señor.

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