11 d’abril, 2007

Hostal Empúries y José Pariente 2005













Poco importa la perspectiva desde la que lo mires o la hora del día en que te encuentres: el Hostal Empúries, primer edificio de hostelería de la Costa Brava y ejemplar único en todo el Empordà, genera una atracción absorbente, produce una atmósfera de ensueño, libera, gracias a su entorno, unas energías casi telúricas y te envuelve en un mundo de sensaciones del que quisieras no poder librarte. He estado en él en varias ocasiones (mi trabajo me lleva de vez en cuando al Conjunto Arqueológico de Empúries y el hotel, antaño Villa Teresita, nació para albergar a los primeros excavadores del yacimiento, allá por 1908), pero cada vez que llego a la playa, tengo siempre la misma sensación: estoy en casa.

Sus habitaciones han renacido casi con un estilo zen de suaves tonos mediterráneos (desprenden paz interior), su comedor ha sido remozado y su cocina profundamente renovada. Trabajan con una fórmula sencilla pero agradecida: un precio fijo (sobre los 25 euros), que incluye la elección de un primero (entre 8-10 opciones de temporada), de un segundo y de un postre. Vinos aparte (el que nos acompañó, salió por 10 euros: en la tienda lo encuentras por 9). Pan sabroso. Sábado de gloria, comedor lleno, pero servicio profesional y eficaz. Éxtasis al borde del mar, en palco proscenio sobre el desembarco de los comerciantes de Focea y de las tropas de Escipión y de Catón:

chipironcitos a la malagueña (crujientes y, al mismo tiempo, sedosos: ni asomo de aceitosidad), tostadas con anchoas de la vecina La Escala (anchoas sabrosas, compactas, enteras, muy en su punto); taco de atún a la plancha con pesto y tomate, filetes de salmonete marcados (todo muy en su punto y fresquísimo); aumonière de pera (crujiente, brillante pasta de bric con un fresco corazón de fruta) y tarta de queso con grosellas y coulis de cítricos (sorprendentemente ligera).


Para acompañar tan expresivos manjares, elegí uno de los mejores verdejos monovarietales que conozco: el de las Bodegas y Viñas Dos Victorias (el verdejo, en la DO Rueda), en San Román de Hornija (VA), dedicado a José Pariente, añada 2005. En mi opinión se encuentra en 2007 en un punto óptimo de consumo: dorado pálido profundamente impregnado de suave verdor marino, te regala con la nariz del frescor de la hierba recién cortada, te sorprende con los delicados aromas de la flor blanca del tilo y te enamora, en posgusto, con la fragancia amargosa del hinojo salvaje. En boca sigue su despliegue de pavo real: paso casi untuoso pero fresco al mismo tiempo, lleno de expresividad, con un cuerpo redondo y un largo posgusto que te llena de recuerdos de geranio al anochecer. Felicidad al borde de la cuna de nuestra civilización, éxtasis del sábado de gloria a la espera de la resurrección de la carne, cualquier domingo de estos, con el primer sol de la mañana.

Títulos de crédito: Empúries al amanacer por Msilvaduval; Empúries al anochecer por notarivs; ventana del hostal y parasol en Didierlaget.com; terraza del hostal en óleo sobre tela por Santiago Roca D. Costa en 1991

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