La selección n.4 de la ya mítica serie "La Bota de..." ha recaído en una manzanilla de la bodega Sánchez Ayala. Se trata de un vino cuya palomino procede de la finca las Cañas, pago Balbaína y ha sido críado, hecho y envejecido en la sede histórica de la casa, en el barrio la Balsa, en Sanlúcar de Barrameda. El detalle tiene su importancia en las características organolépticas del vino, pues ese barrio ha sido ganado al mar y la bodega, sus botas y sus vinos viven y se hacen bajo la capa freática. La crianza biológica del velo en flor, su constante oxigenación y aireación en doce escalas, sus sacas (en este caso sin afeitar), el clima, la humedad del mar siempre presente, el calor, la sequedad de la albariza, acaban configurando el carácter de esta manzanilla, casi diría única.
Su color es el del oro viejo que, en el collage, representa la máscara de Agamenón. Impresionante parecido en los tonos, fuente de sabiduría del Mediterráneo ancestral en la máscara funeraria y en el vino, inmortales ya ambos. Sus aromas son los de la salmuera de las aceitunas, tanto como de sus huesos; los de la sal y el yodo del mar cercano y, al mismo tiempo, los de la humedad de ese mar llevada al interior de la bodega por el viento de levante (en el collage, a través del platillo de aceitunas y la foto de Ses Salines, en Mallorca, al anochecer); no faltan, tampoco, al festín de los sentidos las almendras saladas, un punto amargosas, ni esa característica tan de este vino, de un aroma ya a copa parada entre intenso y punzante (vino envejecido, sí, pero con una fuerza y una pujanza enormes), acompañado de una entrada en boca de gran empaque, seriedad y presencia, con la sequedad de la tierra albariza siempre presidiendo y un recuerdo (como el que centra el collage) eterno, que dura muchos muchos segundos, del velo en flor del que "nace" este vino (un inconfundible aroma a levadura en posgusto).De este manzanilla se han preparado 1500 botellas y si alguien, por azar, ve una en un restaurante o tienda especializada del sector, hará muy bien en pedir una copa o comprarla al precio que sea (nunca será un producto caro) y compartirla con sus seres más queridos y allegados.
La fotografía que encabeza este comentario es de Encantadisimo, quien publicó ya un suculento comentario sobre esta manzanilla. Conviene leerlo pues hay anotaciones en él de gran interés (no las mías, por supuesto).
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