
La Familia Taberner será familia de muchos posibles. Hace unos años ha decidido fundar, me parece que de la nada, una bodega en Arcos de la Frontera (Cádiz), llamada
Huerta de Albalá. Los Taberner saben qué se llevan entre manos y, he leído en la prensa andaluza, que tienen previsto invertir 15 millones de euros en este proyecto. La Familia Taberner sería una más de las muchas que, en estos últimos tiempos en España, deciden invertir sus reales en el mundo del vino. Y sería una más, para mí, claro, si no fuera porque el otro día, en una de esas que, eufemísticamente, llamamos "comidas de trabajo", me topé por primera vez, cara a cara, con uno de sus vinos.

Lo del eufemismo lo digo porque la comida fue en
Caldeni, restaurante del que ya he escrito en otras ocasiones y que sigue entusiasmándome. Allí va a disfrutar uno, más que a trabajar: entrantes de sardinas marinadas, tatakis de atún (en la foto) y patatas bravas y segundos de rabo de toro relleno de butifarra blanca y, en mi caso, el más afortunado mar y montaña que he probado en estos últimos años, unas vieiras salteadas al carbón en lecho de berenjena y
boletus edulis (¡Dani, te quiero!). Impresionante. Invitaba a comer a unos alucinados (por el lugar y su calidad, claro) colegas de Alicante y Madrid y quería ofrecer algún buen vino catalán. Pero se me presentó, sabio y atento como siempre, Pep, con la recomendación de este
Taberner syrah 2005, vino de la tierra de Cádiz.
Yo había ya leído alguna cosa en el blog de los amigos
Pilar y Josep, pero la verdad, no pensaba que ni los elogios de Pep ni las palabras de estos amigos fueran para tanto: pensaba que una syrah tan al sur no podía dar más que una habitual percepción exagerada del alcohol y una gran sequedad y astringencia en boca. Me equivoqué. Tiene este vino una capa alta, de color cereza picota muy madura, intenso y brillante, con una lágrima bastante alegre (a pesar de sus 14,5%). Servido a una agradable temperatura (serían 16ºC, calculo), desbordan en nariz, a copa parada, los aromas de fruta fresca y madura, arándano negro en compota. Siguen aromas de pimienta verde en el árbol (nada de sequedad, aquí) y algo de cereza en alcohol. Lo mejor, sin duda, viene con su paso por boca y su poderoso retrogusto: es un vino increíblemente fresco, alegre, con un ph y una acidez insultantemente hiperbóreas (por venir de donde viene), sabroso, con unos taninos jugosos y nada astringentes. Una gran sorpresa y una feliz recomendación, sin duda, que se puede comprar en tienda sobre los 18 euros.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada