
El mundo conocido que se comunica en castellano, con una valiosa aportación de los amigos de Catavino (que trabajan en España pero escriben en inglés), se ha reunido el pasado 1 de junio y ha celebrado su primera cata virtual. La idea que propuse para esta primera sesión (podía haber sido cualquier otra y estoy seguro de que el siguiente compañero que convoque la #2 buscará una propuesta bien distinta) era sencilla: vinos tintos monovarietales, por debajo o hasta los 15 euros y que procedieran de variedades de uva características de la zona donde viviera el catador.
Creo que todos hemos disfrutado, tanto de la puesta en escena de la cata (lo ideal, claro está, es que juntos hubiéramos catado y comentado las propuestas de cada cual), como del proceso de selección que cada uno de nosotros ha seguido: se sucedían los mensajes de "creo que intentaré esto...", o "me gustaría hablar de aquello..." Y lo más interesante, en mi opinión, es que tenemos ahora, a disposición de todo el mundo lector de nuestros blogs, una bonita serie de ideas de monovarietales tintos (con alguna incursión, en forma de ensamblaje o, incluso, de vino blanco: ya se sabe, los antiguos agricultores iban poniendo, entre las variedades tintas, algunas parras de moscatel para que, en el calor del verano, los vendimiadores pudieran refrescarse un poquito con ella) a precios de interés, para que podamos ir localizándolos y probándolos con estas notas de cata como guía.
Desde Nueva York, Manuel Camblor tenía dos opciones principales (creo): o apostar por algo de uno de sus terruños de preferencia (la Rioja), o lanzarse a descubrir algo característico de su tierra actual de adopción, ¡Nueva York! Y para mi regocijo y tras árdua búsqueda, nos ofrece un cabernet franc,
Schneider Vineyards, “Le Breton” Cabernet Franc, North Fork of Long Island, New York 2004, un vino al gusto y estilo "nuevo mundo", de capa media, juguetón, agradable y sin grandes complejidades ni maderas, con recuerdos entre el pinot de California y el malbec del cono sur.
Gilberto Pagua, en la Casa de Antociano (desde Venezuela), constata la inexistencia de variedades de uva características de su zona, pero sigue con sus ganas enormes de participar (¡que se agradecen mucho! y nos habla de un Viña Altagracia 2005, de Bodegas Pomar, un ensamblaje de tempranillo, syrah y petit verdot, un vino de la Sierra de Baragua, de intenso color rubí, cierta volatilidad pero agradables sabores a frutillas rojas.
Carlos de Piérola escribe desde sus Barricas una bella historia para explicarnos por qué en el Perú, a pesar de la larga tradición vitivinícola, no hay variedades características y, después, el largo viaje familiar que hizo (por la Panamérica Sur, más de tres horas), para conocer dónde se hacía el vino elegido. Se trata de un Picasso Tempranillo Crianza 2005 de Bodegas Vista Alegre, un vino que, aunque quizás no haya entusiasmado a Carlos (aporta notas excesivas de madera a copa parada), sobresale por una buena fruta madura, en forma de cerezas.
Del Perú vamos a Chile, donde en Survino, Palet nos habla de un soberbio "tintóleo" (la forma como los chilenos denominan a sus vinos tintos, una de las reales señas de identidad del país) de carmenère ("tesoro enterrado en los viñedos de Chile", le denomina Palet), variedad mimada en el país andino, de la que nos habla a través de un buen Carmenère Gran Tarapacá Reserva 2004 (de 3,7 euros!!!), vino con buenas frutas rojas maduras, equilibrados tostados y una suave nota especiada (pimienta).
Simbolizo el paso de un continente a otro con los amigos de Catavino (norteamericanos ahora asentados en el Vallès, cerca de Barcelona), de la mano de Gabriella Opaz, quien ha elegido una bodega de la DO Penedès y su Eos 2005 de Loxarel. Se trata de un monovarietal de syrah, del que Gabriella destaca su color de capa alta, de tinta china casi, y sus aromas de frutas del bosque maduras y de cacao.
Ya en la Península, La Guarda de Navarra nos obsequia con la descripción de un monovarietal de graciano, una de las variedades reinas de la DOC Rioja pero que no gozaba en demasía de los favores de la soledad. Se trata del Por ti 2004 Graciano de Bodegas Martínez Laorden, un vino muy interesante, que precisa de buena oxigenación para expresarse con libertad: aromas de endrinas, betunes, incienso, junto a frutas maduras, madera de cedro, aromas balsámicos, arrojan un panorama francamente excitante.
Carlos, de Roco&Wines, sigue una línea similar a la de La Guarda y desde su Galicia natal, nos ofrece otra muestra de amor al terruño. De la DO Ribeira Sacra (en los viñedos más escarpados de la comarca) nos llega un monovarietal de la otrora denostada e infravalorada mencía, un Viña Regueiral 2006. Se trata de un vino joven, con el color de la cereza roja, intenso, una capa media y unos aromas en que se notan todavía los hollejos, pero donde ya dominan los toffees, las especias y las frutas rojas.
El acierto sigue presidiendo la elección en la zona norte, ahora de la mano de Sobrevino, quien escoge un monovarietal de garnacha, uva que, a no dudarlo, es de las que más prestigio y calidad da a la comunidad foral de Navarra. El monovarietal escogido es el Artazuri Tinto 2005, el vino básico de la bodega, sin madera alguna, con evidentes notas de juventud todavía en su color (rojo cereza brillante), muy frutal (frutas rojas), aromas de flor, carnes a la brasa y fondo mentolado. Nota: Sobrevino brinda, además, con música de Los Beatles que, a pesar de sus años, ¡se muestra tan joven como su vino escogido!
El club enópata de Adictos a la Lujuria nos desplaza hacia el sur, pues han elegido para esta cata un Veleta Tempranillo 2004 del Dominio Buenavista, un Vino de la Tierra Alpujarra / Contraviesa. Se trata de un vino que ha gustado mucho al catador, un vino intenso como la tierra donde ha nacido (de clones, por cierto, de Barranco Oscuro), mineral, con aromas de fruta roja madura, monte bajo, pimienta y posgusto a regaliz. Se trata de un bonito ejemplo de buen vino tinto andaluz.
Y ya que en el sur estamos, sigo con las notas del Club de Vinos AkatÁ. Los amigos de este reconocido club proponen un auténtico órdago: cinco notas de cata de cinco vinos representantes de los V.S.P.A (Vinos Singulares de Pagos Andaluces), entre las que se encuentra el Blancas Nobles 2005 de Barranco Oscuro (un muy recomendable ensamblaje del maestro Valenzuela, de siete, 7, variedades blancas) o el Ira Dei 2005 de Ramón Saavedra Saavedra (Vino de la Tierra Norte de Granada, con viñedos a más de 1000 metros), otro complejo ensamblaje, donde dominan la merlot y la cabernet sauvignon, con aromas de cereza, toques de mermelada, ricos tostados y un largo final de cacaos y chocolate negro con ligeros toques de regaliz.
Encantadísimo, y sigo en el sur aunque él viva en el norte, "protesta" amablemente (por las normas que propuse en su momento), pero lo hace de forma creativa y apuesta. Su comentario aporta más luz a un vino que merece honores: el monovarietal, pedro ximénez de añada, Casa del Inca 2005, un vino que ha entusiasmado al catador, denso y dulce pero, al mismo tiempo, fresco, "deliciosa y delicada golosina que vuela literalmente de la copa pidiendo a gritos volver a repostar".
Y ya termino este gratísimo y singular recorrido, otra vez en el norte, cerca de casa, donde mi amigo y comilitón Calamar (gran animador del blog de ETB), nos deleita con una descripción del monovarietal de samsó Castillo de Perelada "La Garriga" Samsó 2004. Esta variedad, denominación catalana de la cariñena o mazuelo, precisa también de una buena decantación para que muestre su corazón de fruta (melocotón, grosellas, naranja sanguina...) suavemente arropado por una delicada madera (cacao, tabaco, vainilla) y notas meridionales de lavanda y romero. Un gran colofón para una variedad que apenas goza de los beneficios de la expresión en solitario.

He contravenido, en esta ocasión, mis habituales "normas de redacción", en que intento combinar de forma equilibrada imágenes y texto. Hoy tocaba mucho texto, pues las notas de cata de todos los amigos que han participado merecían esta atención. De este texto, no quiero sacar muchas conclusiones, pues la riqueza y variedad de lo aportado no permite demasiadas notas comunes. Quiero constatar, conb todo, que el continente, la tierra, la altitud, marcan enormes diferencias en una misma variedad de uva vinificada de forma parecida. Y quiero resaltar, a través de las aportaciones sobre la carmenère, la graciano, la mencía, la samsó y la mataró (monastrell: la mía), que el estudio y los progresos de enólogos y viticultores da sus frutos, y uvas que antes difícilmente podían ser encontradas fuera de ensamblages muy corales, pueden ser degustadas, ahora, casi en soledad. A mí, que tengo especial predilección por los monovarietales (más que nada, por acabar conociendo a qué sabe una uva única) , eso me hace estar de enhorabuena.
He estado leyendo y trabajando unas cuantas horas para hacer este resumen. Espero no haberme dejado a nadie: si es así, vayan por delante mis disculpas y hacédmelo saber enseguida, para que enmiende o corrija lo que sea menester.

Muchas gracias a todos por vuestro entusiasmo y participación. Brindo porque la convocatoria tenga la continuidad que la enoblogosfera se merece. Por cierto: la persona encargada de convocar Iberoamérica en Cata #2, cómo, cuándo y con las normas que crea más oportunas, es
Sobrevino. ¡Ánimo y suerte, amigo!
Post Scriptum: si Polakia hubiera tenido tiempo, su propuesta hubiera sido el
Cabernet Sauvignon Reserva de Jean Leon, "verdadero revolucionario del Penedés, zona más cercana, con permiso de Alella, a nuestra ciudad, Barcelona". Una sabia elección, sin duda, porque tendemos a pensar que la CS siempre ha estado con nosotros. ¡Y no es así!
Post Scriptum II: por problemas informáticos a los que todos estamos expuestos,
El Baranda, que tenía previsto participaren IEC#1, no pudo publbicar sus notas hasta el 2 de junio, pero yo no me enterado hasta que me lo ha hecho notar. Dísculpame: y quede constancia tanto del enlace, como de la bondad de este sorprendente vino rosado monovarietal de rufete (variedad propia de la Sierra de Salamanca y, más en concreto, de San Esteban de la Sierra),
Tiriñuelo 2006, con un brillante color, una acidez muy viva, un carbónico juguetón en boca y aromas de fresas maduras, de regaliz roja (de la de chuches, vaya) y de frutas tropicales. ¡Quiero probar eso! (¡muchas gracias por tu aportación, Baranda!)