22 de juny, 2007

Rebholz Riesling "Im Sonnenschein" 2002



La prolongación hacia el sur de la Rheinessen (hasta la frontera con Francia), en Alemania, la ocupa la Weinstrasse. Se trata de una franja de unos 80 km de longitud, que corre paralela al Rin y cuyos viñedos discurren algo alejados del curso del río (unos pocos km). Es la tierra alemana donde los melocotones y los higos maduran casi como en el sur, es la tierra donde (ya dentro del Palatinado), las tierras calcáreas, con basalto, Löss y arcillas rojas, abrigan también zonas de pedruscos, gravas y arenas. Es la tierra donde se asienta Siebeldingen (en la zona de Landau), un pueblo de no más de 1000 habitantes que goza (última de sus características importantes) de más de 1800 horas de sol anuales.

Esta tierra, que vive por y para el vino (está en el corazón de la südliche Weinstrasse) y donde una de las variedades reinas (la Diva) es la riesling (aunque en el caso que nos ocupa "sólo" un 35% de sus 14 Ha sea de ella), reconoce a sus cultivadores hasta por el apellido: Rebholz, "madera de vid" es el nombre de esta bodega fundada en Siebeldingen por Eduard Rebholz (abuelo de su actual propietario, en la foto: Hansjörg con su esposa Birgit), revolucionario "avant la lettre", defensor de los bajos rendimientos por hectárea y de las vinificaciones en seco, en un momento en que eso no se llevaba todavía. A tal punto llegó su éxito y reconocimiento que se le otorgó el título que ahora, con orgullo, ostenta la bodega, "Ökonomierat", "Consejero Agrícola" del Ministro de Agricultura de su Land. Hoy la bodega sigue su estela y el 90% de su producción es, también, en seco, aunque Hansjörg haya ampliado el abanico de la casa, con variedades borgoñonas (entre las que destaca la pinot noir).

El pago "Im Sonnenschein" de Rebholz es uno de los privilegiados para la riesling (junto con "Kastanienbusch"), pues goza de un clima y unos suelos muy favorables a la uva reina; y es el único "siebeldinger" puro de la casa. El mosto macera con los hollejos durante un día y fermenta, a temperatura controlada, en grandes tinos de acero, con absoluta preponderancia para las levaduras autóctonas. El resultado es, en mi muy humilde opinión (me faltan muchos, muchos años para considerarme conocedor de los rieslings), uno de los mejores rieslings secos que he probado, un "spätlese trocken", que conviene tomar a unos 10 ºC y decantar, por lo menos, dos horas antes del servicio. Posee 12,5% de alcohol.

Lo tomé junto con muy buenos entendidos en la materia y todos coincidieron en la bondad del vino: presenta un tono dorado discreto y un deambular elegante en copa. Sus primeros aromas, a copa parada, son los de la profundidad mineral del combustible fósil, los propios de la riesling, que los entendidos definen desde el petroleado salvaje, pasando por el queroseno de los aviones y terminando por el refinado combustible del zippo. En una escala de intensidades, la mineralidad profunda de este vino hay que definirla como de gran elegancia, discreta y matizada, con suaves parafinas que dejan paso, con cierta lentitud, a notas de fruta con hueso (melocotón) y a cítricos (corteza de naranja). Su punto álgido, para mí, viene en boca, donde muestra un nervio increíble, una vivacidad y una sequedad intensas, una mineralidad caliza propias tan sólo de una bodega que domina con gran maestría el concepto de "trocken" con una riesling vendimiada tardíamente.

Su paso por boca es de los más elegantes que he probado yo en este tipo de vinos, casi sedoso, y su posgusto es largo, agradable, sin rastros ya de las bolsas de combustible fósil de la zona de Siebeldingen y dominado tan sólo por el corazón verde de este vino, que se muestra vivo y con una acidez tan apabullante que, creo, va a aguantar por lo menos otros diez años en botella. Éstas, por cierto, se pueden comprar (añada 2002) por encima de los 30 euros, que es precio muy notable para un blanco algo alejado de los gustos y sensibilidades de un bebedor tipo meridional. Ahora bien, quien quiera abrirse a este mundo del riesling, tiene aquí una oportunidad de oro. Por supuesto, puede acceder, también, a comprar botellas de añadas más recientes (2005 fue la última que probamos algunos colegas, tanto de "Im Sonnenschein" como de "Kastanienbusch", y estaba, especialmente esta última, muy interesante y ambas para guardar también largos años), que le darán grandes satisfacciones en un futuro no muy lejano (3/4 años), y a precios mucho más asequibles.

Este comentario forma parte de la convocatoria IBEROAMÉRICA EN CATA: EL DÍA DEL BLOG #2, cuyas características ha descrito y convocado Sobrevino y cuyos resultados podrán seguirse en su blog. Soy consciente de que el vino comentado escapa a uno de los parámetros propuestos por el moderador, pero tenía muchas ganas de hablar de Rebholz y no tenía nada más "discreto" a mano. Las últimas añadas se acercan al precio de referencia propuesto por Sobrevino.

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