
Toda isla que se precie, tenga vocación de continente (Inglaterra), de isla grande (Sicília, Mallorca), mediana (Cerdeña) o pequeña (Menorca), tiene un corazón dulce. Quiero con ello decir que en ningún sitio como una isla para encontrar la máxima expresión y pasión por lo dulce. No sé por qué será, pero mi experiencia me dice que es así. Y Mallorca, claro está, no se queda atrás en esto: ensaimadas de todo tipo (quien no la haya probado, por favor, que se acerque a una con albaricoque), robiols, gatós, cuartos (con o sin betún), la sinfonía de harinas y azúcares es infinita en la isla. Hoy no voy a descubrir nada, por supuesto, y cualquier viajero asiduo, conoce ya más que bien este lugar. Pero que el neófito apunte con cuidado este nombre y esta dirección en Palma de Mallorca:
Ca'n Joan de s'aigo, C/ Sanç, 10, justo detrás de la iglesia de Santa Eulália.

Se trata de una de las pastelerías-chocolaterías más antiguas de Europa (1700!!!), con una decoración de principios del siglo XX que emociona, un servicio de mesa muy atento y un espacio para comprar y llevarse a casa lo que te apetezca. Sirven durante todo el año el mejor chocolate a la taza de la isla, unas ensaimadas pequeñas que hacen llorar, unos helados de almendra de una pureza y sencillez demoledoras y (en la foto), los mejores cuartos sin betún (es decir, sin chocolate). Mi consejo, sea cual sea la época del año en que visitéis Mallorca, es que vayáis.
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