25 de setembre, 2007

Otoño de 2007 con Bàrbara Forés

Primer día de otoño de 2007, amigos sevillanos en casa, vigilia de la fiesta de la patrona de Barcelona y apetencia de hacer una comida de las de antes, a la antigua, por decirlo de alguna forma, para agasajar a amigos y patrona. Macarrones: sofrito de cebolla mallorquina (blanca, enorme), que deja mucho líquido y va perfecta para ensamblar los elementos; sal; orégano; cuando la cebolla queda transparente, butifarra (no esparracada, entera pero cortada a trocitos: ¡que los tropezones se noten!); cuando se dora la butifarra, se añade la salsa de tomate, un poco más de aceite, azúcar, sal, una pizca de pimienta, y a hacer la chup-chup. Se hierven los macarrones al dente (lisos, plumas del 6), se escurren , se mezclan con el "sugo" y se emplatan para ir al horno, donde se añade la mezcla de quesos que más te apetezca para gratinar (emmental y parmiggiano, en mi caso), unas nueces de mantequilla, y a la mesa.

Pollo a la antigua: el pollo, cortado a octavos, se dora a fuego intenso en la cazuela, con aceite; se salpimienta; se añade cebolla cortada de forma casi grosera, con más aceite y un bouquet garni; cuando la cebolla esté el punto, se añade un poco de vino tinto y se deja evaporar; después, llegan tomates escaldados y sin su piel, cortados a cuartos enteros. Y que todo vaya haciendo también su lenta cocción, cuidando bien que el pollo quede bien cocido en todas sus partes. ¡Todo tan sencillo...todo bien rico!

Para acompañar esta sabrosa comida, me decido por un monográfico del Celler Bàrbara Forés, uno de mis preferidos en Catalunya (DO Terra Alta). Con la pasta, uno de los grandes rosados del país, que en su añada 2006 todavía me gusta más que en la de 2005: 14% para un rosado hecho con garnacha y cariñena (minoritarias) y syrah (47%), con una maceración prefermentativa en frío de día y medio y fermentación a temperatura controlada de 18ºC, durante 15 días. Brillante color de la cereza madura, con una buena extracción de color (algo menor que el 2005) y menos tánico, con aromas de las mismas cerezas, de frutas rojas del bosque (moras a medio madurar, algo vegetal), un toque de canela y, también, algo de caramelo de fresa. En boca y en posgusto, el vino es más amable que en añadas anteriores, menos "antiguo" y agreste, aunque sin llegar a los excesos habituales en tantos rosados "de moda". Un vino perfecto para una buena pasta. Servidlo sobre los 11-12ºC y lo disfrutaréis más.

Con el guisote de pollo, salió la "última" novedad de la casa, de la que no había podido todavía escribir, El Templari. Un mínimo apunte filológico, con perdón: no entiendo por qué las etiquetas lucen "templari", cuando la página web de la bodega propone el correcto (según el DIEC) "templer". Los caballeros de la orden del templo, en Jerusalén, eran los encargados de custodiar al santo sepulcro y a los pelegrinos que se acercaban a la ciudad santa. A ellos se homenajea con este vino, pues ellos repoblaron en su momento la zona de Gandesa.

Se trata de un vino especial, de veras, que me recuerda mucho el Foja Tonda de los Armani, un vino sin trampas ni cartón que recupera una variedad de uva casi perdida, la morenillo, acompañada de garnacha. En la etiqueta, además, se recupera el nombre que se le daba antaño a este tipo de vino, "vermell" (rojo, por su color intenso), anterior al actual "negre". Presentado en una agradable botella borgoñona y con 14,5%, hay que servirlo sobre los 16ºC. Procede de una fermentación de unos veinte días (a unos 25ºC) y antes de pasar al envejecimiento en barricas de roble frances Allier (11 meses), ha reposado con sus lías en un depósito de acero inoxidable (esto me recuerda la práctica de Martin Foradori con su pinot noir estrella, Barthenau, aunque él devuelve el vino al depósito también después de su crianza en el roble). El resultado es un vino de una capa media tirando a alta, con una lágrima densa y un color rubí intenso y brillante. Sus aromas son, muy intensos, secundarios, de mora en el zarzal, después de mora en compota y en pastel, un toque mineral espectacular y un final de maderas nobles (cedro, caoba pulimentada), suave y delicado, que hacía tiempo no olía ni cataba. La conjunción de madera y vino es, aquí, muy notable. Un trago sedoso, agradable, completa la descripción de un vino que hizo de excelente vino de fiesta mayor, digno brindis para la patrona de Barcelona y para los amigos sevillanos.

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