13 de setembre, 2007

Tiempo de vendimia (y II)

Han sido días duros de trabajo, duros pero de gran recompensa. Decía una persona muy cercana que el cansancio que te produce la vendimia es un cansancio bueno, "agradable", que te deja el cuerpo roto (sobre todo a quienes no estamos acostumbrados a diario a ella: los profesionales no tienen ni tiempo de pensar cómo se sienten y tienen por ello toda mi admiración), sí, pero de forma casi relajante, agradable. Y la recompensa, claro está, no es física o económica, sino moral, por haber ayudado algo a los amigos que necesitan unas manos y por porder reunirse, ya de noche e improvisar un pan con tomate, una excelente tortilla y un gran vino. De la "plana" que tenéis en la foto salieron casi 2500 kg, sobre todo, de garnacha, cariñena y, mucho menos, cabernet sauvignon. La merlot, en las zonas "bajas" del Priorat ya ha sido cosechada hace unos días y, casi, ha finalizado ya la fermentación alcohólica.

Lo que yo he ayudado a vendimiar y seleccionar este año presenta unas características que han hecho trabajar mucho a la mesa de selección: garnachas fue lo que me tocó, sobre todo. El fruto estaba perfecto, sin podredumbres ni infecciones de ningún tipo, pero para alcanzar el grado potencial necesario en la uva, ha habido que aguantarla algunos días más en la planta. La fruta ha crecido bastante bien y está cargada de zumo pero, al mismo tiempo, la pasificación ha sido mayor y en la mesa de selección, ha habido que desechar más que en añadas anteriores.

Con todo, el ajetreo de la nueva temporada de vendimia lo domina todo, tractores arriba y abajo, cajas y más cajas y mucho cuidado que la uva no sufra y no empiece la fermentación en la caja (!!!), la gente entrando su carga en las bodegas, pesajes, selección, derrapados y al depósito de inoxidable, para que el mágico proceso empiece otra vez. No puedo evitarlo: el olor de la fermentación en la bodega, el de las levaduras colaborando a millonadas para completar la primera parte de esta metamorfosis, me seduce de tal forma que no me movería de allí, vaya. Por desgracia, he tenido que marchar, pero ¡¡¡prometo volver bien pronto!!!

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