
Cuando vas a una cata organizada por profesionales en un ámbito profesional, esperas encontrar las copas adecuadas para los vinos que tienes que catar. Cuando no sucede así, suele ser habitual encontrar modelos, de distintas marcas, de lo que llamamos "catavinos": una copa estándar, que tiene que ser fabricada siguiendo unas normas precisas en cuanto a sus medidas, que tenéis relacionadas en la columna de la derecha de este cuaderno ("Vinos de los que hablar..."). Pero todos, buenos "amateurs" del vino que en este mundo somos, hemos hecho y hacemos muchas catas entre amigos o en grupos de cata más o menos estables, para las que casi siempre llevamos nuestras copas. Eso suele ser un problema. Y os hablo, claro, de mi experiencia personal. Un problema porque hay que transportar las copas: uno es "manazas" (mis amigos lo saben bien) y hasta que no encontré la maleta adecuada para transportar las copas con seguridad, no paré tranquilo. Y un problema mayor, el principal porque las copas catavinos (las más fáciles de transportar y de las que siempre llevo algún ejemplar) no pueden ni saben oxigenar adecuadamente los vinos. Y no es inhabitual, en las catas informales, que un vino X haya sido abierto muy tarde porque el amigo Z que lo traía llegó también tarde...

o que el vino Y haya sido decantado una hora cuando, a lo mejor, le convenían tres. Tras mucho mirar y comprobar, y tras hacer no pocas pruebas (la última, en la noche del viernes, con unos amigos en una cata de rieslings, uva delicada donde las haya para el tema del decantado y la oxigenación), lo que más me convence de cuanto conozco son las copas de la casa
Mikasa. Su serie Open up incluye distintos modelos, pero los que tenéis en el collage superior son ideales para este tipo de encuentros, en que las necesidades de servicio se multiplican por "culpa" de la variedad de vinos y de oxigenaciones requeridas: el modelo "tasting" y el modelo que ellos presentan para blancos con madera son, para mí, ideales como comodines para catar cualquier tipo de vino en las condiciones mínimas exigibles, sobre todo si sé que no voy a poder llevar o no voy a encontrar todas las copas
ad hoc. Están hechos con Kwarx (marca registrada), un material que tiene una característica fundamental: es acromático, transparente absoluto. Hicimos la prueba con algún amigo y alucinábamos al ver cómo "cambiaba" el color de un riesling en su copa o en la mía. Además, la forma de la serie Open up favorece una mayor y más rápida oxigenación. Es evidente que soy partidario de hacer las cosas bien y con tiempo, pero en este tipo de catas no siempre es posible y todos lo sabemos. Estas copas te permiten (¡y volvimos a comprobarlo con los rieslings!) que los vinos, incluso con las decantaciones preceptivas, se "abran" antes y emitan sus aromas y sabores con mayor nitidez.

Quede claro, además, que si una cosa me apasiona en este mundo del vino, además del vino mismo, son las copas en que lo bebemos y los decantadores en que a veces lo servimos. Es una cosa casi compulsiva: me atraen, me apasionan, me gusta ver cómo sus diseños se adaptan a aquello que tomo y me transmiten sus mejores cualidades. Si no fuera por el dinero y por el espacio, tendría la casa llena de miles de copas y de decantadores. Así es que no me considero "sospechoso" de hacer las cosas a la tuntún ni de menospreciar el valor intrínseco que tiene el poder tomar un vino en la copa más adecuada par él. Pero a la espera de poder hacer pruebas con las nuevas series de
Breathable Glass (ya tengo localizada la tienda en Barcelona que las vende), cuando voy a catas del tipo de las descritas, un par de catavinos y un par de Mikasa de la serie Open up siempre van en mi maleta.
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