
Esto de los blogs está tomando unos derroteros que dan que pensar. En Santiago se convoca un primer
encuentro de "bloggers" enogastronómicos españoles; en Barcelona, siguiendo la huella de los activísimos gallegos, se está montando una primera
cena de blogueros gastronómicos catalanes; Catavino y algunos colegas más están lanzando una atractiva y ambiciosa primera
conferencia europea de "enobloggers"...y en este tropel de llamativas convocatorias y noticias, salta la que más me apetece hoy destacar, la que afecta al amigo GdP. Acaban de concederle, ni más ni menos, el Premio Nacional Álvaro Cunqueiro de periodismo gastronómico, categoría
internet. Cuando los amigos pasan malos ratos (como los que ha pasado GdP), uno está con ellos. Pero cuando les pasan cosas buenas, y ésta es muy buena, uno comparte la satisfacción y la vocea: ¡felicidades, amigo! Dicho esto, e intentando digerir el alud de noticias relacionadas con los blogs enogastronómicos de los últimos días, no quiero terminar la semana sin una reflexión dominguera:

en mi opinión, los blogs tienen, entre otras, dos características clave. Y vaya por delante que no me apetece mucho teorizar sobre el tema: lo que me interesa, por encima de todo, es cocinar, comer bien, beber mejor e intentar contarlo cuando puedo. La primera característica es la no presencialidad. Quiero decir con esto que nos comunicamos a través de la red en todo el mundo y no nos vemos y, casi siempre, no nos conocemos. La segunda es que, en una abrumadora mayoría de los blogs que leo, somos gente aislada y nada corporativa, independiente y amateur, en el mejor sentido etimológico de ambos adjetivos. Si estamos empezando a buscar con ahínco el encontrarnos, si vamos a necesitar, queramos o no, financiar algunas de las reuniones que convoquemos, me pregunto
¿estamos avanzando hacia una nueva dimensión de los blogs? ¿No nos sentimos cómodos con lo que hemos creado hasta ahora entre todos? ¿Nos estamos incorporando a algún sistema o seguimos fuera de él? ¿O es que la condición humana se acaba imponiendo a todo y, por mucho que ponderemos las cualidades de este tipo de comunicación, al final siempre necesitaremos vernos, olernos, conocernos, comernos...?
Yo, a la espera de que aclaremos el asunto entre todos (o no), he preparado una lubina salvaje al horno, con patatitas y cebolla y voy a hacer un experimento, le voy a regalar un Coteau-du-Loir Domaine de Bellivière tinto que un gran entendido amigo mío me ha recomendado. Ya os contaré...
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada