29 de gener, 2008

San Pietro 2004


Le Vigne di San Pietro es una bodega joven todavía (fundada en 1980), que anda ahora por su segunda generación. Se encuentran sus viñedos en la montaña de San Pietro, en Sommacampagna, entre Verona (que queda al oeste) y el lago de Garda (al sureste). Los viñedos reciben dos influencias que marcan la fruta: por una parte, la tierra ("colle morenico" llaman a estas laderas), de contenido arcilloso-calcáreo con un ph entre 7,9 y 8,2; por la otra, la presencia del lago y de su microclima, que proporciona humedad, sí, pero al mismo tiempo genera vientos que mantienen secos los racimos.

Yo pensaba que conocía bastante bien las posibilidades de la uva garganega, quizás la variedad blanca reina de la zona véneta, pero este San Pietro me ha hecho descubrir nuevos "horizontes". Se trata de un monovarietal de garganega vendimiada a mediados de septiembre, cuya fermentación y maduración combina tanto el acero como la madera. Una parte del mosto (acaban saliendo unas 8000 botellas anuales) fermenta en acero, la otra en barricas ("carati" las llaman); después, una parte del vino sigue afinándose en acero y otra parte con la madera (roble francés Allier) y, tras el ensamblaje, el vino reposa en botella no menos de seis meses antes de salir al mercado, con 13%. Conviene tomarlo sobre los 10ºC.

De un color amarillo bastante pálido y, a pesar de su "edad", todavía con reflejos verdosos en su interior, el vino apunta suaves aromas de hierba cortada y de flor de tilo, junto con recuerdos de su crianza en madera, en nariz (toques de mantequilla fresca, de hinojo salvaje y, al final, casi de anís estrellado) y en boca, con un paso graso, casi opulento y sedoso. Es una vinificación para la garganega que, confieso, no había probado y que primero me sorprendió algo (¡¡¡malditas ideas preconcebidas!!!), después me agradó mucho. La tomé con los restos de la pasta del caldo de Navidad (para un italiano serían "lumache", caracolas), hervidas el dente y con un "sugo" de tomate (con parma, ya véis la foto): casi al contrario de lo que suele suceder, en que el vino aporta el frescor y la viveza, aquí pasó que el tomate jugó ese papel, mientras que el vino fue el que se mostró más contundente, más opulento. La combinación, en cualquier caso, creo que funcionó.

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