24 de gener, 2008

Slow Vitis '07 en perspectiva


Una reciente convocatoria en Enoteca d'Italia, huéspedes como siempre de los amables Alberto y Leo, acogió a quienes colaboramos en la organización de Slow Vitis '07. Cena "frugal", pan, embutidos, quesos, buenas tortillas, chocolates y algunos vinos muy interesantes, sirvieron de marco a un animado debate, primero de autocrítica sobre qué no había salido como esperábamos y, después, de proyección para las futuras ediciones. En el primer ámbito, agradecería yo mucho que los lectores de este blog que visitaron Slow Vitis '07 tuvieran la paciencia y amabilidad de dedicar un par de minutos a resumir bondades y defectos que detectaron en esta pasada edición. Queremos hacer crecer y queremos mejorar Slow Vitis como evento de referencia en España para los vinos que miman las cepas autóctonas y, también, combinan éstas con técnicas ecológicas o biodinámicas. Y para ello es importante conocer la crítica de todos. Nosotros tenemos que mejorar la difusión, sin duda; ampliar el horario de visita; mejorar el espacio para que acoja con mayor comodidad un mayor número de bodegas y de visitantes; valorar bien el tipo de comida que se sirve, si es que tenemos que servir comida, y un largo etc.


Y mientras se animaba el debate, se recordaba, se sugería, se apuntaba, Alberto oficiaba de maestro sumiller e iba abriendo esto y aquello. Confieso que yo tenía mi atención dividida (¡ya lo notaron, ya!) y sacaba de vez en cuando mi cámara y fotografiaba lo que íbamos a probar. No quiero convertir este comentario en una descripción detallada, pero aprovechando que el "Pisuerga pasa por Valladolid", aquí van un par de buenos vinos que probé por primera vez: el primero es un Valpolicella classico superiore 2005 de Bertani, hecho con la técnica del "ripasso". Esta técnica aprovecha las lías y hollejos, "residuo" de la vinificación de los amaroni y las hace pasar por el Valpolicella, al que, así, se le da un "repaso", un plus de cuerpo y estructura, de color y de calidad. Bertani lo hace de maravilla y este vino, novedad en la Enoteca, tiene un color rubí brillante, es limpio y atractivo, huele a especias (clavo, cayena algo dulce), también a cuero noble y tiene unos taninos algo pequeños pero suaves y bien estructurados. Lo disfruté.


El segundo vino que me gustó mucho fue este Cantina di Custozza, Custodia Santalùssia 2004. Se trata del "vilipendiado", poco apreciado bianco di Custozza, pero que ha sido hecho con las uvas pasificadas (en la página web de la bodega no cuentan más y dado el tono de la crónica, no busco más) y, diría yo que en alguna variedad (la tokaj, pongamos por caso), con algo de botrytis. El vino presenta un bellísimo, puro y brillante color amarillo, entre el ámbar y el oro viejo (de moneda de galeón), y tiene un paso algo glicérico en copa (y en boca también), pero ágil al mismo tiempo. Fondo de cítricos (mermelada de naranja amarga, piel de mandarina) sobre un recuerdo vegetal (algo de musgo en el bosque otoñal, tanto en nariz como en posgusto) y de caramelos balsámicos, con un paso vivo por boca y un punto entre la crema de maní y el turrón de jijona en posgusto y con la temperatura algo alta ya. Un vino muy placentero y que puso digno broche a una "dura" sesión de trabajo sobre el próximo Slow Vitis.

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