25 de maig, 2008

"Estoy muy inquieto viendo tanta sandez"


Escribía Don Gregorio Marañón en una carta que ahora se publica (Epistolario inédito, Espasa, descrito por J. Andrés Rojo en El País de 25 de mayo de 2008, p.50). Viene a cuento el entrecomillado títular de Don Gregorio, que me atrevo a suscribir en primera persona también, por la columna que leo, en el mismo diario, p.65, firmada por J.C. Capel. "Hierven los 'blogs'" reza el encabezado, y es tal el cúmulo de despropósitos y simplezas que contiene que no me resisto a comentarlas aquí. "Despropósito" y "simpleza" son dos de las acepciones que propone el DRAE para la palabra "sandez". Es cosa que no suelo hacer en este cuaderno, pero hoy (día en que celebramos a San Beda el Venerable, monje amante de la ecuanimidad y de la precisión), me voy a permitir comentar algunas de sus palabras con el fin de sustentar las mías. Sabe el monje de Yarrow que no me voy a ganar a un amigo, pero el gran Virgilio lo dijo mucho antes que yo: felix qui potuit rerum cognoscere causas. Como tanto le gustaba a Beda, intentaré hacerlo en modo catequético.

"Su categoría cultural" (la de los blogs) "queda determinada por las editoriales de sus mentores": me habré perdido algo, pero ninguno de los blogs que conozco, en el mundo de la enogastronomía, pertenece a editorial alguna (¡seguro que los hay!) y, por supuesto, no tiene Méntor alguno que le aconseje. No se puede decir lo mismo del Sr. Capel que tiene y ha tenido mentores y empresas que le sustentan y apoyan. Su afirmación, además, evidencía la mayor de las simplezas, la generalización. Generalizar es simplificar, simplificar es ocultar una parte de la realidad. El Sr. Capel tiene en la cabeza blogs que cumplen alguna de las condiciones que les atribuye, y en vez de decir las cosas como corresponde, por su nombre, generaliza y oculta datos al lector. Como él critica, "se ampara en la impunidad que otorga el anonimato": que diga de quién está hablando y no cometa la torpeza de la generalización.

"Gallineros virtuales donde se protegen los cotilleos más ramplones en aras de la libertad de expresión". En aras de la libertad de expresión, que es sacrosanta y amparada por la constitución y por la Primera Enmienda, el Sr. Capel suelta cuanto le apetece, no respeta a nada ni a nadie y cual obispo medieval, va dispensando absoluciones o condenas con una frivolidad que inquieta y, a ratos, asusta. Sobre todo si te va la nómina de final de mes. Para mi suerte, no es el caso y, por lo tanto, escribo exactamente lo que pienso, aunque suelo pensar bien qué escribo. Sería bueno que respetara, él también, esta condición, siempre que se ejerza con responsabilidad y estilo. Y si no es así, que se denuncie como y donde corresponda.

"Lugares donde proliferan los críticos de generación espontánea que, con fundamento o sin conocimientos, se desahogan con alabanzas desmedidas o ataques injustificados sobre establecimientos en los que supuestamente han estado". Aquí veo dos "problemas": el primero, que de nuevo no dé nombres, apellidos y direcciones de blogs, pues la acusación que suelta es de tal gravedad (gente que habla y escribe de lugares en los que no ha estado y lo hace por intereses espurios), que tendría quizás que demostrarla antre tribunales. El segundo es que, aunque aquí no haya faltas de ortografía (benditos correctores profesionales de El País), el párrafo es agramatical, es decir, no se entiende: los críticos de generación espontánea (cabría preguntarse, de paso, dónde, cómo y en qué medio de su tiempo empezó Usted y si nació ya platónicamente formado o su formación empezó y, por lo tanto, se generó en un momento determinado de su vida...) ¿tienen fundamentos o no conocen? Porque la conjunción disyuntiva no permite ambas cosas, o la una o la otra. Estos críticos ¿se desahogan con alabanzas desmedidas o lo hacen con ataques injustificados? : estamos en las mismas. Sobre la acusación final, el Sr. Capel se descalifica solo. Lo suyo sí parece ser un desahogo de primer nivel y si tiene acusaciones que hacer y demostrar, que lo haga.

"Amparándose en la impunidad que otorga el anonimato, dan rienda suelta a envidias ocultas o viejos resentimientos sin importarles sus vergonzosas faltas de ortografía o su sospechosa carencia de ecuanimidad. Algo así como una terapia de psiquiatra resuelta a golpes de teclado". Me inquieta, como decía el titular, y me avergüenza leer que alguien con la fama, solvencia y carrera profesional del Sr. Capel escriba una última frase tan indigna, un real despropósito: en ella se burla de los enfermos mentales, de las terapias recetadas por los psiquiatras, que tienen que seguir para curarse, y las compara, por escarnio, con algunas de las prácticas que él habrá detectado en ciertos blogs. Sr. Capel: no todos nos ocultamos, no todos envidiamos, no todos actuamos por resentimiento, no todos padecemos enfermedades mentales que curar con un teclado, no todos tenemos intereses creados y, eso sí, todos, exactamente como Usted mismo hace periódicamente, "vamos a la caza" de restaurantes en los que comer bien y beber mejor. Algunos, además, intentamos explicarlo desde la filantropía (que no proselitismo), desde la libertad de criterio y sin prejuicios, porque ¿dónde se reparten los carnés de ecuanimidad en este país? Por cierto, quien esté libre de la falta ortográfica, gramatical o del tipo que sea que tire la primera piedra: nescit uox emissa reuerti. Nadie está libre de ella, ni Usted ni yo, nadie en el momento en que su escrito llega al público: a este último párrafo le falta un verbo principal. A la corrección estilística no suelen llegar los correctores de El País, ¿verdad?

"Lamentablemente, los debates útiles, promovidos por profesionales con conocimientos, son una minoría". Finaliza Usted en apoteosis, Sr. Capel: en el mundo clásico, "apoteosis" es el momento en que los héroes (en su caso, los críticos que Usted considera profesionales) se convierten en dioses y pueden hablar ex machina (mundi, para entendernos) sin más. Eso es lo que usted hace en la columna de hoy. Se ha quedado Usted en una concepción antigua de "profesión", Sr. Capel. ¿De verdad cree Usted que los únicos que tienen conocimientos para promover debates y para participar en ellos son los que viven y cobran sueldos del arte gastronómico, de las profesiones relacionadas con la restauración y la viticultura o con su crítica documentada? Profesión no es otra cosa que la expresión de una opinión, si es posible, bien dicha o escrita. No daré nombres, tampoco yo aquí sin el permiso de las personas afectadas, pero en España, por poner un ejemplo cercano y que conozco bien, algunos de los grandes expertos "profesionales" (eso sí, no cobran un sueldo por ejercer su "profesión"), pongamos por caso en vinos de crianza biológica y oxidativa, trabajan en instituciones que nada tienen que ver con las bodegas. Otros ejemplos ilustres, por no alargarme, del Reino Unido nos muestran cómo aquello que se necesita para formarse, aprender y poder acabar opinando con criterio y fundamento, no son carnés de ecuanimidad o sueldos de un hotel, un restaurante, un periódico o una bodega; ni tan siquiera se necesita una formación de base relacionada con ninguno de estos sectores: abogados ilustres, juristas, filósofos, filólogos, historiadores, etc., pueblan el mundo de aquellos que, en su opinión, no pueden promover debates útiles ni hablar con conocimiento. Sólo se necesita pasión, ganas de formarse, se parta del fundamento del que se parta, y voluntad y acierto para hacerlo.

Por el prestigio, bien ganado, que le ampara, por el medio que publica sus escritos, le pido que no escriba Usted con simpleza: infórmese bien, lea, considere, sopese, profundice y no generalice. Por el respeto que tendríamos que merecerle sus lectores, le pido que no escriba Usted desde el despropósito, no descalifique ni condene ni atropelle a todos sin dar nombres y apellidos de los blogs concretos que han incitado su escrito. No se burle Usted ni haga escarnio para sustentar sus críticas. Sea Usted más elegante. Por el medio que le avala y apoya sus escritos como mentor, le pido que siga siendo Usted una referencia y un valor para todos nosotros.

Atentamente,

Joan Gómez Pallarès

La foto de Machado, Marañón, Ortega y Pérez de Ayala procede de Kalipedia. La imagen de San Beda en su escritorio procede de Arikah. El dibujo de la apotesosis de Hércules de Charles Le Brun es del WebMuseum de Paris.

Postscriptum. GdP publica otro comentario sobre la columna del Sr. Capel de ayer, en que aporta datos sobre sus intereses, sobre por qué salva de la "quema" de los blogs a uno solo (del que yo nada digo, nada opino, quede claro) y algunos otros detalles sabrosos. Recomiendo su lectura porque aclara un aspecto más de la múltiple contradicción en que se ha metido el Sr. Capel con esta columna: critica los intereses ocultos que se encuentran tras las críticas de algunos blogs, pero él hace exactamente lo mismo.

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