07 de maig, 2008

Vertical de Mas Doix, 1999-2004


Una de las previas más atractivas de la XII Fira del Vi de Falset (muestra de vinos de las DO de la comarca del Priorat) tuvo lugar el pasado 1 de mayo de 2008, a las 21 h. en el restaurante Celler de l'Aspic. Toni Bru, genio y figura, alma máter de los sumilleres de Tarragona y de un gran número de actividades alredededor del mundo del vino y de la gastronomía, en el Priorat y en otras muchas partes, tuvo la feliz ocurrencia de proponer al Celler Mas Doix, una vertical de su vino-emblema. Cata de este tipo y de carácter público y abierto (sobre lo que sucede en el mundo de los degustadores privados, nada puedo decir), se había celebrado una, pero de 1999 a 2003 y gracias a Quim Vila. Así pues, una 1999-2004 era una ocasión única, la primera, además, para poder capturar las características y el alma de este vino desde su primera añada hastas la última que se ha aposentado ya en botella (2005 está ya en el mercado pero con tino decidieron que hay que darle más tiempo). El acontecimiento levantó expectación y las 30 plazas previstas tuvieron que ampliarse en 10 más, y quedó gente sin poder asistir. Me gustó comprobar que el nivel de interés y de presencia fue altísimo entre la gente de la profesión, sobre todo del Priorat.

Quienes leéis habitualmente este cuaderno, ya sabéis que soy amigo de Mas Doix, que me siento identificado con cómo hacen las cosas y que, además, si puedo, echo una mano, sea en el viñedo, sea en la bodega. De nadie he aprendido tanto ante la cepa como del abuelo Joan Doix o de su nuera, Maite, y considero un privilegio haber podido participar de este proceso, prácticamente desde 2004 (precisamente, el primer año en que mis manos formaron parte de la vendimia y del proceso de selección en mesa es el del vino que cerró la cata). Es una de mis bodegas amigas y he disfrutado muchas botellas tanto de este Mas Doix como del Salanques. Ello no me impide, por supuesto, que cuando una botella de Mas Doix sale mal o tiene problemas, lo diga y lo reconozca, en público o en privado. Lo que sigue es, como siempre, mi crónica y mi valoración de lo que probamos el pasado 1 de mayo. Vaya por delante que todas las botellas salieron perfectas, menos una (ligero TCA), que fue reemplazada de inmediato. La cata fue, por lo tanto, significativa y se hizo, además, en condiciones buenas de luz (no perfectas) e ideales de servicio, de temperatura del vino y de copas. En ayunas, además, aunque todos reservamos vino en las copas para los platillos que Toni Bru había ideado para el post-cata (destacaría un estupendo conejo con todos los sabores del monte bajo y una ternera ecológica guisada a la antigua). Como hago en las grandes ocasiones, transcribo literalmente mis notas:

1999. Sutil y delicado; clavo de especia; más vegetal que mineral; aires de Burdeos en la copa; pimiento verde asado a ratos; carne marinada; al cabo de una hora asoma la madera tostada, se va rápido. Es un vino elegante y austero, sobrio. El mejor de la vertical para mí.

2000. Bastante fruta roja (fresa de bosque) como primer impacto, pero se va rápido; algo más mineral que vegetal al final; balsámico (eucaliptus). Infusión de regaliz. Tras hora y media se abre a la fruta dulce, madura.

2001. Cereza madura, al principio, aires de fermentación, aromas de levaduras y de bodega en plena acción (de mosto a vino). Después, asoma la maloláctica y es un vino muy persistente en sus características; cereza macerada en alcohol. Persistencia alcohólica notable en boca, pero sigue la bomba de fruta, que acaba en coca de cerezas de Tarragona. El más voluptuoso y carnoso de todos. El segundo de la noche, para mi gusto.

2002. Más cuero que todos los demás. Tinta china. Terciarios menos francos que en los anteriores años. Muy mineral: tierra mojada tras la lluvia. Muy redondo en boca, tanimos muy largos.

2003. Mucha ceniza de habano, ahumados de calidad, sabor de hogar, frutas del bosque negras y maduras (grosella negra); mentolados. Termina en una gran y elegante nota de incienso tras una hora: Santa María del Trastevere, domingo por la noche tras la misa de San Juan Crisóstomo. Recogimiento y emoción.

2004. Hojas de tabaco rubio. Aromas secundarios de la fermentación: fresón maduro en compota. Bastante cerrado y le cuesta abrirse. Necesita tiempo todavía.


1999 y 2001 fueron las añadas que más me gustaron. 2000 y 2004 creo que pueden tener gran potencial de evolución y 2002 y 2003 son los años en que dominan más los aromas terciarios y el trabajo en bodega, por así decir. Toni Bru apuntaba, un poco como resumen final, que los vinos que habíamos abierto esa noche ofrecían poca tipicidad varietal, poca fruta. Y yo pensaba, precisamente, que la característica principal del Mas Doix Costers de Vinyes Velles, aquello que por encima de otras cosas quiere hacer la bodega con este vino, es ofrecer la mejor combinación posible (año a año y con las condiciones que el clima y cada vendimia imponen, por supuesto) entre una fruta de gran calidad (siempre garnacha y cariñena dominan, con un pequeño aporte de merlot) y bajo rendimiento por cepa (más de 80 años, las de Les Salanques, que nutren el Mas Doix) y un esmerado trabajo con variedad de maderas, de tonelerías y de tostados, que nunca superan el segundo año de servicio. Es evidente, por lo tanto (y no hablo aquí de gustos), que estos Mas Doix buscan el equilibrio entre los aromas primarios y los terciarios (en algún caso, que a mí me gusta mucho!, salen secundarios también), y hay años en que dominan más los primeros que los terceros y otros en que es al revés, siempre según las características que el clima ha imprimido al terreno y a la fruta. Si alguien quiere tipicidad y mayor fragancia de garnacha o de cariñena, tiene que buscar el Salanques, de la misma bodega, o vinos de otras casas y zonas. Lo que ofrecen los Mas Doix es otra cosa, más en la línea de otros grandes prioratos (Clos Mogador, Vall-llach, L'Ermita). A mí me gusta mucho este vino, sobre todo en las añadas en que se consigue el equilibrio. Son vinos, sin duda, para las grandes ocasiones: cuando uno los abre, hay que concentrarse y aprestarse a disfrutar de un gran momento. ¡Imaginaos eso multiplicado, con sus variantes y con una evolución en copa de hora y media, por seis! Una gozada para los sentidos y para el espíritu. Creo que todos los asistentes lo disfrutamos.

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