Fanes absolutos como somos del marymontaña allí donde estemos, la oferta se nos hizo irresistible. Había varios pescados pero sobresalía la "mussola amb tumbet". La "mussola vera" (mustelus mustelus), tan fina como el mejor cazón gaditano, es uno de los pescados que se consume con frecuencia en la isla y que se ve más bien poco en los restaurantes catalanes. Esta musola no tenía más secreto que su frescura, una fritura al punto, que la había dejado muy tierna por dentro y casi crujiente por fuera y a su lado, y sin otro alarde que el sabor de la verdura que se sabe recién recogida, el más extraordinario tumbet que me haya sido dado probar. Sobran los adjetivos: el huerto está a la vista y el quehacer de Tomeu en él es lo mejor de la casa. Patatas, tomate, berenjena, un poco de cebolla, pimientos verdes, aceite y sal gorda nos ofrecieron uno de los momentos más sencillos y, al mismo tiempo, más atractivos de nuestra estancia en la isla. No se me olvidará esa conjunción de sabores, no. Acompañó bien, aunque sin estridencias (pesó demasiado la madera al final), un Son Artigues callet 2005. VT de las Islas Baleares, con bodega en Porreres, monovarietal de callet (una de las grandes variedades tintas de la isla), este 2005 con 13,5%, disfrutó de una temperatura adecuada (sobre los 14-15ºC), mostró una capa alta, casi cubierta, de un color picota madura y aires de esas mismas cerezas, de nuez moscada y de pimienta negra; en posgusto, cedro perfumado y mirto. Con taninos grandes y bastante redondos, acabo decayendo y fatigando algo al paladar por el abuso de la madera. Nada que ver con las bondades de este restaurante, que terminaron con algo, de nuevo sencillo pero muy sabroso y al punto, como son unas buenas rodajas de melon y sandía de la huerta y remataron con un detalle no baladí: entrantes para cuatro, solomillos y entrecot para los hijos, pescado para mi santa y un servidor, postres, aperitivos, aguas, refrescos y el vino salieron a 26 euros por cabeza. Increíble pero cierto. Sin duda, se trata de un restaurante que hay que conocer sea cual sea la época del año, siempre que pueda uno disfrutar de las verduras frescas de su huerto.29 d’agost, 2008
Hortella d'en Cotanet
Fanes absolutos como somos del marymontaña allí donde estemos, la oferta se nos hizo irresistible. Había varios pescados pero sobresalía la "mussola amb tumbet". La "mussola vera" (mustelus mustelus), tan fina como el mejor cazón gaditano, es uno de los pescados que se consume con frecuencia en la isla y que se ve más bien poco en los restaurantes catalanes. Esta musola no tenía más secreto que su frescura, una fritura al punto, que la había dejado muy tierna por dentro y casi crujiente por fuera y a su lado, y sin otro alarde que el sabor de la verdura que se sabe recién recogida, el más extraordinario tumbet que me haya sido dado probar. Sobran los adjetivos: el huerto está a la vista y el quehacer de Tomeu en él es lo mejor de la casa. Patatas, tomate, berenjena, un poco de cebolla, pimientos verdes, aceite y sal gorda nos ofrecieron uno de los momentos más sencillos y, al mismo tiempo, más atractivos de nuestra estancia en la isla. No se me olvidará esa conjunción de sabores, no. Acompañó bien, aunque sin estridencias (pesó demasiado la madera al final), un Son Artigues callet 2005. VT de las Islas Baleares, con bodega en Porreres, monovarietal de callet (una de las grandes variedades tintas de la isla), este 2005 con 13,5%, disfrutó de una temperatura adecuada (sobre los 14-15ºC), mostró una capa alta, casi cubierta, de un color picota madura y aires de esas mismas cerezas, de nuez moscada y de pimienta negra; en posgusto, cedro perfumado y mirto. Con taninos grandes y bastante redondos, acabo decayendo y fatigando algo al paladar por el abuso de la madera. Nada que ver con las bondades de este restaurante, que terminaron con algo, de nuevo sencillo pero muy sabroso y al punto, como son unas buenas rodajas de melon y sandía de la huerta y remataron con un detalle no baladí: entrantes para cuatro, solomillos y entrecot para los hijos, pescado para mi santa y un servidor, postres, aperitivos, aguas, refrescos y el vino salieron a 26 euros por cabeza. Increíble pero cierto. Sin duda, se trata de un restaurante que hay que conocer sea cual sea la época del año, siempre que pueda uno disfrutar de las verduras frescas de su huerto.26 d’agost, 2008
Hitos de estío
Uno de los momentos culminantes de nuestras vacaciones en Mallorca viene siendo (¡peligrosa tradición para los queridos amigos que nos acogen!) un encuentro en Son Vaqué, en el término de Manacor. La protagonista absoluta de la comida, además del encuentro y la amistad, es la gamba que llega cada verano al puerto de Felanitx, Portocolom. Grande este año, rozando los 15 cm, y con el único trámite de una plancha, se convierte en uno de los mejores portaestandartes de la gastronomía de la isla: sencillez, sabor profundo de mar (chupar sus cabezas con fruición es, sin más, un momento místico), suavidad y, al mismo tiempo, entereza de sus carnes. Quien pueda pagarlas y las vea por la zona, que no desaproveche su ocasión. Este año tuvieron unos entremeses de empaque: tortillas de patata y de calabacín (me haré pesado, pero las patatas y las verduras de Mallorca, sobre todo si proceden del centro y noreste de la isla, son algo que hay que conocer), ligeras y jugosas. Y lo que véis en dos retazos de la foto, otra muestra de la imprescindible harina mallorquina: cocas con trempó y con pimiento rojo a la brasa. El trempó se suele tomar frío, como ensalada, con pimientos, cebolla blanca y tomates, pero cuando se sirve sobre la finísima masa de la coca mallorquina, supera lo razonablemente bueno...Y lo mismo, pero redoblado, sucede con la de pimiento rojo, con un punto único en que se mezclan dulzor, picante y acidez, hum...23 d’agost, 2008
Sa Plaça, en Sineu
19 d’agost, 2008
Elogio de la sencillez
Puede que mis amigos en Mallorca me maten cuando publique esto, pero así es como lo veo, así es como lo siento. Quien se queda con el turismo de masas, quien se fija tan sólo en Ca’n Pastilla, Ca’n Picafort o s’Arenal, quien piensa que Mallorca es sólo uno más de los Länder alemanes donde se come mal o peor, se equivoca y mucho. Mallorca, vista desde el centro de la isla, sigue siendo un paraíso, puede que ignorado y desconocido, pero paraíso al fin y al cabo. A mí me gusta pasear por las carreteras pequeñas y ver cómo las gallinas deambulan a sus anchas. A mí me gusta ver que hay payeses cuyo medio de transporte habitual sigue siendo un carro tirado por el asno. A mí me gusta el amor y respeto que aquí se siente por los animales y, sobre todo, por los perros y los gatos. A mí me gusta, aunque no me toque y pase por el guiri de turno, que en la panadería los clientes sean atendidos por su nombre. A mí me gusta que en las fiestas de guardar la gente lleve L pNdería su lechón para que se lo doren bien doradito. A mí me gusta que sigan existiendo (no diré dónde en público) un montón de calas y calitas vírgenes y pensar que muchos de los paisajes de interior y de costa que pasan ante mis ojos podrían haber sido vistos por Eneas si hubiera llegado hasta aquí. A mí me gustan mucho las islas grandes (Sicilia, Cerdeña) y, entre ellas, por supuesto, Mallorca. No sé cuanto durará, pero mientras siga siendo así, aquí intentaré que me encontréis de vez en cuando.
15 d’agost, 2008
Ceci n'est pas une pipe, de nuevo
Unas horas de más en la maceración del mosto con los hollejos hicieron que este vino rosado de los Ménard no fuera aceptado por la AOC Rosé de Loire. Y yo me digo: pues por muchos años los viticultores y bodegueros sigan haciendo lo que les parezca oportuno con sus vinos y nosotros, como consumidores, podamos disfrutarlo y hablar de ello para que la producción no se muera de risa en la bodega. Este Vin de Table de France, con un 80% de Cabernet Franc y un 20% de gamay, pasó, en efecto, 72 horas con los hollejos, se hizo vino en inoxidable y está a disposición del avisado consumidor en L'Ànima del Vi, a un precio muy conveniente. Olaf habló de él hace poco y a mí me apetecía combinar una entrada con éste vino de Les Sablonnettes y el rosado, también atípico y fuera de marcos reguladores, de Mark Angeli ("Rosé d'un jour"). Pero Benoît, con tino, no se la jugó: inexplicablemente (por lo menos para mí), Angeli, como Puzelat, no tienen gran (en cantidad) salida en Barcelona y cuando las seis botellas que trae se acaban, vuelve a pedir. Se cruzaron dos huelgas de transporte, en España y en Francia, se cruzaron los primeros calores serios del verano, y Benoît pensó "será para septiembre".
Este vino, cuyo estupendo título remite por vía directa a mi querido Magritte, no es, en efecto, lo que parece. Como en otras ocasiones, se acerca al paradigma de aquellos rosados que tienen, casi, alma de tinto, claretes vaya. Con 12,5% y una temperatura de servicio aconsejable entre los 10-11ºC (lo siento pero soy de los que cree que el excesivo frío no permite percibir ni en nariz ni en boca todas las posibilidades de un rosado o de un blanco), este hijo ilegítimo del Layon, ofrece un bellísimo color rubí de cierta intensidad y capa media. Aromas muy directos de grosella madura, vegetales intensos (tanto en nariz como en posgusto) de zarza de la mora en pleno verano y, con perdón por la imprecisión, de todos los frutillos rojos de baya que puedan crecer en un jardín descuidado y lleno de maleza, pasado agosto y con los primeros aires frescos de septiembre. Pureza, autenticidad y un paso muy sedoso y agradable por boca (aquello que los franceses llamarían "charnu"), completan lo que se convierte, a voces en gran recomendación (¡¡¡6,9 euros la botella!!!).
La sabiduría de la lechuza de Atenea, que preside el conjunto, majestuosa y medio oculta, desde el tapón grabado, explica el porqué de esta grata sorpresa:"Polisson gourmand,
ce Rosé s'est régalé
de tous les fruits rouges du jardin...
Il en rougit encore de gourmandise!...
La couleur excessive de ce Rosé
ne peut prétendre à l'AOC..."
Qué mejor definición que la que los Ménard se han dado: la color es la que tendría que subir a las mejillas de los responsables de la AOC por rechazar a este vino porque, según su definición, tendría que haber sido de "robe cristalline, couleur rose pâle aux reflets gris, à la couleur rose framboise aux reflets orangés". A nosotros, mientras tanto, ¡que nos lleguen muchos "barcos" con polizones y "patitos feos" como éste!
La foto de la etiqueta del vino es de Olaf en Uno+....
11 d’agost, 2008
Schatz rosado 2004
La Muskattrolinger (también Muskat Trolinger) es una variedad de uva de la que desconocía todo hasta que me topé con esta botella, Schatz rosado 2004, vino de mesa de cultivo ecológico de la Finca Sanguijuela (en Ronda, Málaga), comprada en la imprescindible (qué suerte tenemos en Barcelona, de verdad os lo digo) L'Ànima del Vi. Esta variedad de uva es casi exclusiva de Württemberg y nace hacia 1836 de un cruce probable (en mi caso, la probabibilidad se convierte casi en certeza, tras probarlo) entre la Trollinger (= ¿Tirolinger?") y la Muskateller. Es de maduración tardía, de frutos grandes y racimo bastante rastrero y más bien ovoide. Es, también, una variedad de uva muy apreciada para la mesa: en los mercados alemanes, en Bélgica y en Holanda se la conoce como "Muskat Hamburg". Aunque lo haya leído en alguna documentación, creo que no hay que confundir a la Muskattrolinger con la Trollinger (también Blauer Trollinger, Frankenthal o Meraner Kurtraube; en Italia, schiava grossa, uva Meranese o schiavone; en Tirol, Grossvernatsch), pues nuestra protagonista procede de un cruce, mientras que la segunda, no (por lo menos, en la ampelografía documentada en los últimos siglos).¿Y cómo llega esta variedad tan centroeuropea a Ronda...? Pues gracias a Friedrich Schatz, alemán descenciente de viticultores y afincado en la zona desde los años 60. Schatz planta variedades propias de su tierra y de Francia y desde una perspectiva estrictamente ecológica (supervisada por el Comité Andaluz de Agricultura Ecológica), elabora vinos con muy mayoritarias variedades y ensamblajes tintos y este muy mínimo rosado del que, del año 2004, salieron al mercado tan sólo 900 botellas. Monovarietal de Muskattrolinger, este vino combina 12 meses en acero inoxidable con cinco en barricas de primer uso (no se especifica de qué zona es la madera).
12,5% y una temperatura de servicio sobre los 10ºC (no es necesaria la decantación) para un vino sin duda especial: de capa media (¡perdón, Benoît, por hablar del color, pero creo que aquí es pertinente aunque no nos diga nada del sabor!), tiene un color ligeramente evolucionado del frambuesa a la piel de cebolla, con tonos algo cobrizos. Para quien lo conozca, algo se acerca al "ramato" italiano y trae lejanos recuerdos del Tondonia rosado o del Colet Assemblage. Huele a guindas en alcohol y a fresas del bosque maduras y servidas con algún tipo de alcohol (moscatel quizás). Corteza de naranja macerada acompaña a una sutileza en nariz no exenta de la casta sápida que se avecina con el paso por boca: seco y poderoso , trae recuerdos de cierta oxidación, de pimienta de Sechuán y de vainilla en rama. Puede parecer algo raro pero con un poco de temperatura, en boca y en posgusto, asoman trazas de un mínimo dulzor (esa vainilla, azucar algo quemado), quizás propio de la variedad. Con ese algo más de temperatura, asoma también la madera, que es, de nuevo, seca y que me recuerda un poco el corazón del granado y la tabla requemada al sol. Es un vino caro para la costumbre que tenemos en este país en la compra de rosados (sobre los 18 euros), pero se trata de una experiencia casi única, especial, que recomiendo a los amantes de vino y a los locos de los rosados. Yo milito ahí, ya lo sabéis.
07 d’agost, 2008
Sineu
04 d’agost, 2008
Prüm Wehlener Sonnenuhr Auslese 1994
Este 1994 se ofrece con 7,5%, conviene ser decantado por lo menos 4 horas antes del servicio y éste tiene que rondar los 10-11ºC. Fue uno de los vinos que elegí para la primera cena con amigos en la nueva casa y los amantes de la riesling ya sabéis por qué: una de las grandes bodegas de Mosel-Saar-Ruwer, con uno de sus grandes vinos para una receta sencilla pero de combinación muy resultona. Amarillo limón bastante maduro pero con trazos aún de mínimo verdor, sus primeros aromas son los de esa mineralidad fosil (casi queroseno de avión, en este caso), tan propia del Mosela medio. Con la aireación en copa, este "perfume de la tierra" se ve arropado y completado por aires de albaricoque maduro (casi orejones: alguna uva botritizada habrá caído en la selección) y por caramelos de miel, melisa y limón. En boca es extraordinario, su punto mejor para mí: esa contundencia aromática inicial contrasta con un paladar ligero, casi de seda, liviano, de estructura clara y brillante, casi como agua pura del manantial, con una fabulosa perseverancia que remite, al final, a las hierbas medicinales de monte (esos caramelos que los chinos intentaron birlar a loa suizos, vaya). El frescor de este 94, el suave dulzor del Auslese corregido y atemperado por los años de guarda casaron de maravilla con unos tacos de atún ligeramente escabechados: en la cazuela va directamente la disolución de agua y vinagre de Jerez, con tomillo y laurel (algo de vino debería de ir también, pero en esta ocasión, lo ahorramos) y la cebolla cruda, sin más: todo el protagonismo para Prüm. Cuando ha reducido la vinagreta y la cebolla anda ya transparente, se añaden los tacos de atún, sin enharinar, se salpimientan (pusimos unas bayas de pimienta roja también) y se dejan cocer lentamente. El escabeche tiene que reposar por lo menos 8-10 horas (al día siguiente, mejor), pero no tiene que comerse frío, sino a temperatura ambiente. Con el Prüm 94 a su buena temperatura casi os digo ¡que me pongo a hacer otra mudanza para celebrarla de nuevo!
Kagami y Rita
Escribo este texto el domingo 12 de mayo de 2019. No sé cuándo lo publicaré (al final, ha sido el 8 de diciembre de 2025, sic) pero quiero d...
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