29 d’agost, 2008

Hortella d'en Cotanet


No he querido, este año, redactar comentarios de cada lugar en que hemos comido o cenado en Mallorca. Han sido muchos, entre otras cosas porque, aunque nos encanta comprar en el mercado y cocinar, este año nuestra casa (de alquiler y preciosa, en el campo de Sineu: Sa Casa Rotja) tenía una cocina poco apañada. He preferido escoger los que más me han gustado y escribir sobre ellos con cierto detalle. Ya irán saliendo, también, notas de los vinos que compré y me traje a casa. Dos sitios me han gustado por encima del resto. De uno ya he escrito (Sa Plaça, en Sineu) y tenía la intuición, ya confirmada, de que me agradaría. El otro era un melón por abrir. Hortella d'en Cotanet, en Sant Joan, aunque bastante cerca de Montuïri, es una finca de cultivo ecológico que hace cinco años Montserrat Payeras y Bartomeu Garí (con él negociamos el menú) abrieron en pleno campo, casi en el centro de la isla. Todas sus frutas y verduras proceden del huerto que se contempla desde la terraza del restaurante (muy, muy agradable en verano), sus carnes son mallorquinas o gallegas y su pescado fresco, del mar más o menos cercano.

Hay que "advertir" que se trata de un lugar para disfrutar, sin duda, pero en el que las maneras de hacer urbanitas no tienen cabida. Aquí se despachan los asuntos con calma mallorquina, Tomeu comenta con gran bonhomía los platos que ha preparado (la carta impresa o los precios ni asoman) y uno se alarga lo necesario en estos menesteres. Cuando se va pian piano, uno se da cuenta de que ni tan siquiera ha hablado de los entrantes: el "savoir faire" de la isla se acaba pegando, pero es que además, no hay de qué hablar. Tiene esta noche unos entrantes ya a punto y por ahí empezaremos, nos guste o no...¡¡¡menos mal que nos encantaron!!! De entrada y como siempre en Mallorca, pan del mejor (moreno), aceite y aceitunas rotas de la isla, impresionantes, con ese deje amargoso... Los entrantes para esa noche consistían en unos delicados chipironcitos muy bien rebozados, acompañados de pimientos verdes a la brasa con sal gorda y unos langostinos rebozados en coco rallado. Pura delicia de contrastes entre el mar y el campo para encarar el segundo plato estrella que pedimos.


Fanes absolutos como somos del marymontaña allí donde estemos, la oferta se nos hizo irresistible. Había varios pescados pero sobresalía la "mussola amb tumbet". La "mussola vera" (mustelus mustelus), tan fina como el mejor cazón gaditano, es uno de los pescados que se consume con frecuencia en la isla y que se ve más bien poco en los restaurantes catalanes. Esta musola no tenía más secreto que su frescura, una fritura al punto, que la había dejado muy tierna por dentro y casi crujiente por fuera y a su lado, y sin otro alarde que el sabor de la verdura que se sabe recién recogida, el más extraordinario tumbet que me haya sido dado probar. Sobran los adjetivos: el huerto está a la vista y el quehacer de Tomeu en él es lo mejor de la casa. Patatas, tomate, berenjena, un poco de cebolla, pimientos verdes, aceite y sal gorda nos ofrecieron uno de los momentos más sencillos y, al mismo tiempo, más atractivos de nuestra estancia en la isla. No se me olvidará esa conjunción de sabores, no. Acompañó bien, aunque sin estridencias (pesó demasiado la madera al final), un Son Artigues callet 2005. VT de las Islas Baleares, con bodega en Porreres, monovarietal de callet (una de las grandes variedades tintas de la isla), este 2005 con 13,5%, disfrutó de una temperatura adecuada (sobre los 14-15ºC), mostró una capa alta, casi cubierta, de un color picota madura y aires de esas mismas cerezas, de nuez moscada y de pimienta negra; en posgusto, cedro perfumado y mirto. Con taninos grandes y bastante redondos, acabo decayendo y fatigando algo al paladar por el abuso de la madera. Nada que ver con las bondades de este restaurante, que terminaron con algo, de nuevo sencillo pero muy sabroso y al punto, como son unas buenas rodajas de melon y sandía de la huerta y remataron con un detalle no baladí: entrantes para cuatro, solomillos y entrecot para los hijos, pescado para mi santa y un servidor, postres, aperitivos, aguas, refrescos y el vino salieron a 26 euros por cabeza. Increíble pero cierto. Sin duda, se trata de un restaurante que hay que conocer sea cual sea la época del año, siempre que pueda uno disfrutar de las verduras frescas de su huerto.

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