04 d’agost, 2008

Prüm Wehlener Sonnenuhr Auslese 1994


A lo que parece, los Prüm habitan en Wehlen (en el Mosela medio) desde mediados del siglo XII, pero no se dedican a la viticultura desde el siglo XVII. La actual empresa, Joh. Jos. Prüm (familiarmente J J), se funda a principios del siglo XX y sufre un problema de herencias que acaba en dos entidades distintas, la mencionada y SA Prüm (a no confundir). Sebastian Prüm y su hijo Manfred (Dr.), desde 1969, llevan a la bodega a altísimas cotas de calidad, entre otras cosas porque algunas de sus hectáreas se encuentran en pagos importantes de la DO Mosel-Saar-Ruwer. Su viñedo más emblemático es el del "reloj de sol" (ya sabéis que hay bastantes en Alemania con esta denominación): el "Sonnenuhr" de Wehlen se encuentra al otro lado del río, al norte del pueblo, y sus suelos son de pizarra gris-azulada. De sus distintas vinificaciones y puntos de madurez de la uva riesling al ser vendimiada, puede que los Auslese sean los que más buenas críticas han recibido a lo largo de los años. A mí, literalmente, me vuelven loco.

Este 1994 se ofrece con 7,5%, conviene ser decantado por lo menos 4 horas antes del servicio y éste tiene que rondar los 10-11ºC. Fue uno de los vinos que elegí para la primera cena con amigos en la nueva casa y los amantes de la riesling ya sabéis por qué: una de las grandes bodegas de Mosel-Saar-Ruwer, con uno de sus grandes vinos para una receta sencilla pero de combinación muy resultona. Amarillo limón bastante maduro pero con trazos aún de mínimo verdor, sus primeros aromas son los de esa mineralidad fosil (casi queroseno de avión, en este caso), tan propia del Mosela medio. Con la aireación en copa, este "perfume de la tierra" se ve arropado y completado por aires de albaricoque maduro (casi orejones: alguna uva botritizada habrá caído en la selección) y por caramelos de miel, melisa y limón. En boca es extraordinario, su punto mejor para mí: esa contundencia aromática inicial contrasta con un paladar ligero, casi de seda, liviano, de estructura clara y brillante, casi como agua pura del manantial, con una fabulosa perseverancia que remite, al final, a las hierbas medicinales de monte (esos caramelos que los chinos intentaron birlar a loa suizos, vaya). El frescor de este 94, el suave dulzor del Auslese corregido y atemperado por los años de guarda casaron de maravilla con unos tacos de atún ligeramente escabechados: en la cazuela va directamente la disolución de agua y vinagre de Jerez, con tomillo y laurel (algo de vino debería de ir también, pero en esta ocasión, lo ahorramos) y la cebolla cruda, sin más: todo el protagonismo para Prüm. Cuando ha reducido la vinagreta y la cebolla anda ya transparente, se añaden los tacos de atún, sin enharinar, se salpimientan (pusimos unas bayas de pimienta roja también) y se dejan cocer lentamente. El escabeche tiene que reposar por lo menos 8-10 horas (al día siguiente, mejor), pero no tiene que comerse frío, sino a temperatura ambiente. Con el Prüm 94 a su buena temperatura casi os digo ¡que me pongo a hacer otra mudanza para celebrarla de nuevo!

La foto del viñedo procede de Germanwine.

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