11 d’agost, 2008

Schatz rosado 2004


La Muskattrolinger (también Muskat Trolinger) es una variedad de uva de la que desconocía todo hasta que me topé con esta botella, Schatz rosado 2004, vino de mesa de cultivo ecológico de la Finca Sanguijuela (en Ronda, Málaga), comprada en la imprescindible (qué suerte tenemos en Barcelona, de verdad os lo digo) L'Ànima del Vi. Esta variedad de uva es casi exclusiva de Württemberg y nace hacia 1836 de un cruce probable (en mi caso, la probabibilidad se convierte casi en certeza, tras probarlo) entre la Trollinger (= ¿Tirolinger?") y la Muskateller. Es de maduración tardía, de frutos grandes y racimo bastante rastrero y más bien ovoide. Es, también, una variedad de uva muy apreciada para la mesa: en los mercados alemanes, en Bélgica y en Holanda se la conoce como "Muskat Hamburg". Aunque lo haya leído en alguna documentación, creo que no hay que confundir a la Muskattrolinger con la Trollinger (también Blauer Trollinger, Frankenthal o Meraner Kurtraube; en Italia, schiava grossa, uva Meranese o schiavone; en Tirol, Grossvernatsch), pues nuestra protagonista procede de un cruce, mientras que la segunda, no (por lo menos, en la ampelografía documentada en los últimos siglos).

¿Y cómo llega esta variedad tan centroeuropea a Ronda...? Pues gracias a Friedrich Schatz, alemán descenciente de viticultores y afincado en la zona desde los años 60. Schatz planta variedades propias de su tierra y de Francia y desde una perspectiva estrictamente ecológica (supervisada por el Comité Andaluz de Agricultura Ecológica), elabora vinos con muy mayoritarias variedades y ensamblajes tintos y este muy mínimo rosado del que, del año 2004, salieron al mercado tan sólo 900 botellas. Monovarietal de Muskattrolinger, este vino combina 12 meses en acero inoxidable con cinco en barricas de primer uso (no se especifica de qué zona es la madera).
12,5% y una temperatura de servicio sobre los 10ºC (no es necesaria la decantación) para un vino sin duda especial: de capa media (¡perdón, Benoît, por hablar del color, pero creo que aquí es pertinente aunque no nos diga nada del sabor!), tiene un color ligeramente evolucionado del frambuesa a la piel de cebolla, con tonos algo cobrizos. Para quien lo conozca, algo se acerca al "ramato" italiano y trae lejanos recuerdos del Tondonia rosado o del Colet Assemblage. Huele a guindas en alcohol y a fresas del bosque maduras y servidas con algún tipo de alcohol (moscatel quizás). Corteza de naranja macerada acompaña a una sutileza en nariz no exenta de la casta sápida que se avecina con el paso por boca: seco y poderoso , trae recuerdos de cierta oxidación, de pimienta de Sechuán y de vainilla en rama. Puede parecer algo raro pero con un poco de temperatura, en boca y en posgusto, asoman trazas de un mínimo dulzor (esa vainilla, azucar algo quemado), quizás propio de la variedad. Con ese algo más de temperatura, asoma también la madera, que es, de nuevo, seca y que me recuerda un poco el corazón del granado y la tabla requemada al sol. Es un vino caro para la costumbre que tenemos en este país en la compra de rosados (sobre los 18 euros), pero se trata de una experiencia casi única, especial, que recomiendo a los amantes de vino y a los locos de los rosados. Yo milito ahí, ya lo sabéis.

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