
El pasado viernes 29 de agosto, por la tarde, empezaba en Logroño la primera “
European Wine Blogger Conference” (en Logroño, pero en inglés porque sus organizadores son norteamericanos, porque la mayor parte de participantes usa el inglés como
lingua franca y porque, creo, se trata en el fondo de un trasunto del norteamericano
Wine Bloggers Conference). La noche anterior tuve la fortuna de tener en casa cenando a dos de sus participantes, Elena y Filippo Ronco (
Tigullio Vino,
Vinix), y se habló, entre otras cosas, de la sección de la reunión sobre la escritura del vino. El tema, por motivos obvios, me interesa, y sólo faltaba una última coincidencia para que me lanzara a redactar esta nota. Manuel Camblor, desde su
blog, hablaba de sus desgracias en la compra de vinos en su actual residencia y terminaba su escrito con una autocrítica sobre hasta qué punto “echa mano de la alacena” (listas interminables de descriptores) para describir los vinos que comenta. Mi respuesta, que es la que ahora podéis leer aquí, intentaba apuntar algunas de las ideas que, poco a poco, intento aplicar en mi cuaderno. Es ésta (algo arreglada y corregida).

“Mi querido Manuel, espero que la última tormenta no haya dado mayores disgustos...sufre uno viendo según qué imágenes. Entro al trapo directamente porque has tocado un tema sobre el que nada he escrito y porque, haciéndolo desde un blog, se convierte ya en metatema: la escritura sobre el vino y cómo la perpetramos. De los profesionales ni hablo porque si algo se han planteado, jamás lo han llevado a cabo, que yo sepa: a las pruebas de lectura me remito. A los amateurs, entre los que me cuento, les digo, me digo porque es algo sobre lo que hace mucho que pienso pero todavía no he empezado a trabajar en serio (es decir, publicando en el blog, no sobre ello, sino aplicándome algunas "normas de conducta" nuevas): empecemos preguntándonos lo que tú apuntas, esto es "vuelvo a caer en la bobería del listado de alacena. Eso me jode infinitamente. Lo considero un grave fallo personal mío y pido disculpas constantemente por él. Algún día podré abandonar esos 'descriptores' que no describen nada y verdaderamente trabajar el lenguaje para sacarle vino. Mientras tanto, piénsense un poco esto: 'los terpenos son aromas y sabores muy seductores. Recuerdan a...'" Ahí está la clave, en mi opinión: "recuerdan a...". Tú sabes tan bien como yo, Manuel, que todo aquí está ya inventado desde los tiempos de Aristóteles, Horacio y Longino. Nuestros maestros hacían EXACTAMENTE lo mismo, pero no lo aplicaban a los vinos sino a las obras de arte, a la arquitectura, etc. Describían para que quien no pudiera ver (léase catar), pudiera construir en su cabeza una imagen (por supuesto, distorsionada, pero imagen al fin y al cabo) sobre la que hacerse una idea. A eso se le llama, como muy bien sabes, écfrasis, y sobre eso está casi todo escrito y reflexionado.

¿Cómo aplicamos la écfrasis al mundo del vino? Un conocido mío dice (el que más sabe de vinos naturales en Barcelona, y los vende): "no hablemos de colores, nada tienen que ver con el vino y sus sabores". Y yo le contesto "cierto, pero si estoy describiendo, es imprescindible que quien me lee, se haga una idea, primero física de lo que describo (y aquí, por ejemplo, tanto la forma de la botella como el color pueden ser pertinentes, si escribimos sólo sobre aquello que es realmente pertinente y aprendemos a eliminar la paja y lo supérfluo de nuestros comentarios). Tú dices "eliminemos la alacena". Y yo contesto con una paradoja casi zen, clásica también: "¿Dónde están mis recuerdos?". Si el objetivo es que quien lee, se haga una idea de aquello que yo he probado y él no (si el objetivo es otro, entonces ya "callo" y dejo de escribir sobre este tema), o sí y lo que quiere es contrastar opiniones, tengo que hablar del continente, por una parte, y del contenido por la otra. Sobre el contenido y la alacena, ¿cómo hago para hacer llegar al lector mis impresiones? Pues la clave, como decía, está en el recuerdo. Todos nuestros referentes sápidos, de imágenes y de olores, por definición, pertenecen al pasado, todos MENOS aquello que en el momento presente catamos o probamos. Así pues, hay que usar la memoria sápida, olfativa. Tú le llamas "alacena" y yo estoy de acuerdo contigo, si te interpreto bien, en que a lo que asistimos (¡todos lo hacemos o lo hemos hecho!) es a un abuso de esa alacena, que aturde y echa para atrás a los lectores, absolutamente incapaces de entender y aplicar aquello que proponemos. Pero el recuerdo y la memoria siguen siendo claves. Si el vino es olor, habrá recuerdos de olores; si el vino es sabor, habrá recuerdos de sabores, y etc. ¿Qué podemos hacer nosotros? Si nos "reducimos" a la alacena, vuelvo a estar de acuerdo contigo, perdemos una parte muy importante de la memoria, la que alude al sentimiento, a las sensaciones, a los lugares, a las emociones. A la alacena, pues, hay que controlarla y reducirla, intentando (en mi humilde opinión), que no nos dé más de tres o cuatro muy claros elementos que permitan que el lector sepa de qué hablamos. Por supuesto, tienen que ser pertinentes y alusivos a la zona de donde procede el vino, a la variedad de uvas, al tipo de vinificación y de guarda, y etc. Por supuesto, también, no sirve (como hacen tantos) decir "frutillos del bosque", porque de esos hay muchísimos tipos y hay aromas y sabores y colores muy variados.

A la alacena, después, hay que completarla, con las "entrañas", con el alma, con la panza del vino, con las emociones que nos da, con los recuerdos íntimos, siempre que estos puedan ser reconocidos por los lectores. De poco sirve describir el vino con algo que sólo yo he vivido y sólo yo sé reconocer. Si lo hago, perfecto, pero entonces lo que estoy haciendo es escribir un diario íntimo sobre mis vinos y recuerdos, no un blog sobre vinos y comidas que quiero compartir con otros. Es, sencillamente, otro tipo de literatura. Ese lápiz de mina con punta recién sacada, esa tinta de escuela, por ejemplo (el ámbito de los recuerdos de la escuela, vamos), que casi todo el mundo puede compartir, es un elemento del alma del vino, que sale de la alacena, que le conecta con su terruño y con las emociones del recuerdo que muchos pueden tener.
Una tienda de comestibles de las de toda la vida, por ejemplo, en el mes de más calor del año, al mediodía, entrando del calor y del sol de la calle al lugar cerrado (por supuesto, sin aire acondicionado), te da unas sensaciones que yo he encontrado (y aplicado en mi descripción) a algunos vinos, por ejemplo a rosados tánicos como los de Ètim o el del Celler Bàrbara Forés. Una farmacia en la que se usen hierbas medicinales, en la que haya tarros de vidrio y de cerámica con variedad de ingredientes, madera, y años de tradición, me remite directamente a algunos rieslings, por poner otro ejemplo un Grans Fassian Apotheke, ¡claro! Diría más cosas pero creo que me he alargado ya demasiado.

¿Conclusiones?: descriptores de alacena y físicos, sí, pero pocos, pertinentes e identificables. Completemos eso con nociones que permitan, desde la emoción, capturar y describir el alma del vino de otra forma. Me ha gustado soltar en tu casa algunas de las cosas que llevo en la cabeza e intento practicar todavía sin mucho éxito. Por cierto, el único "problema" de la écfrasis viene cuando el lector afronta en vivo aquello que ha leído en descripción...ahí es donde se bate el cobre. ¡Saludos! Joan”.
Por mor del formato, dejo en el tintero más cosas que me rondan por la cabeza y que quizás salgan otro día. Las que más me apasionan y de las que nada he dicho aquí, son dos: cómo el formato influye en el contenido; y cómo metaboliza cada cual la relación, inevitable, distintiva de este medio de expresión, entre vino, texto e imagen, incluso entre vino y música o entre vino y estados de ánimo. Si hubiera podido estar en la reunión de Logroño, en esa sección habría intentado resumir estos apuntes. ¿Seguiremos?
Las fotos que que adornan a este comentario son obra de Juan Pérez, quien realizó una
exposición con ellas hace cierto tiempo. Le agradezco mucho que me las haya dado a conocer: son en verdad bonitas. Quien esté interesado en su trabajo, puede visitar su blog:
Ibiza a pie de foto.