Pensamientos parecidos me asaltaron, en efecto, al probar alguna de las muestras que los amigos de Laderas de Montejurra me pasaron. Si en el sur el cultivo de las viñas está certificado como ecológico, en Navarra lo está como Orgánico. Por ahí andan las cosas: proyectos jóvenes, vinos que quieren expresar, con las uvas que mejor se adaptan al terruño, la riqueza del lugar. La bodega trabaja en viñedos alrededor de Dicastillo (Tierra de Estella) y ha dado que hablar no poco en los medios (como Kieninger). Impulsada por Emilio Valerio pero con una poderosa tradición detrás, y mucha ilusión, están renovando por completo el concepto de sus vinos y aportando, directamente, una brizna de aire fresco a la DO. En efecto, este Emilio Valerio Laderas de Montejurra 2005 es un vino que va bastante a contracorriente de las modas en la zona, un vino fino podría llamarle. Es un vino sin afeites, puro, que se bebe con facilidad y agradecimiento: hecho con un ensamblaje de CS, Merlot, Graciano y Garnacha de cepas de 35 años, 11 meses de barrica de roble francés y reposado convenientemente en botella antes de salir al mercado, este vino es, también, algo cuadrado (definición van der Niepoort, vaya), un vino con aspereza auténtica, nada agresiva, con notas de pimiento verde asado, con grosella negra y con fruta sincera, en nariz y en boca. Es ahí, en boca, donde encuentro, todavía, un poco de falta de estructura, que futuras vinificaciones irán puliendo sin duda. Es un vino con 13% que se toma fresco y que hace pensar que esta gente está haciendo ya cosas ricas y bien hechas, sí, pero que lo mejor, sin duda, está por llegar. Dos bodegas a seguir muy atentamente, pues, por lo que ya son y más por lo que, con seguridad, ofrecerán en el futuro.La foto del Emilio Valerio es de Paco Berciano.







