18 de gener, 2009

¿El mejor pa amb tomàquet de Barcelona?


Creo que Barcelona ofrece, en estos momentos, una de las mejores alianzas posibles entre el pan y sus acompañantes. Que el pan está en el origen de la civilización, es cosa ya archisabida; que el pan ha sufrido sobre todo en los últimos treinta años de mi memoria gustativa y olfativa, una constante degradación y virulentos ultrajes, todos lo sabemos; y, por fin, que algunos reductos (allí por donde paseemos o visitemos, todos podríamos nombrar alguno) resisten, aislados, a las hordas de "legionarios" romanos, también. Voy a nombrar, ninguna sorpresa, a uno de ellos en Barcelona: el Forn de pa-pastisseria Vilamala, en la C/ Agullers (barrio de la Ribera). Su pan rústico y sus coques de full amb crema son dos elementos esenciales de mi ITV periódica. Cuando ando mal, cuando necesito reparación física y espiritual, mis piernas me llevan, lentas pero seguras de lo que hacen, tercas, invariables, a la C/ Agullers.

No sólo por el Vilamala, que sería ya razón suficiente. Frente a él se encuentra ese imprescible "taller de servicio" donde mi cuerpo se restablece y donde mi espíritu reencuentra la paz y el sosiego. La Teca de Vila Viniteca es aquél lugar donde el pan y los productos de Vilamala encuentran a sus mejores aliados, embutidos irrepetibles, conservas alucinantes, la mejor afinadora de quesos de Barcelona (Eva Vila), aceites fragantes y, por supuesto, todos los vinos de Vila para ser tomados en las mejores condiciones posibles. Combinación y alianza únicas, sin duda, en esta ciudad. Estuve hace unos pocos viernes (cuando voy solo, procuro ir siempre antes de que llegue la marabunta, sobre la una y cuarto, una y media) y me sentí, casi, como en el comedor de casa un día de cada día: solo, bien atendido, con la "civilización" navideña rugiendo todavía a mi alrededor y yo, en el ojo de su huracán. Paz y buen vino para un pa amb tomàquet único, grandes rebanadas de pan rústico, corteza consistente, interior con apenas oxígeno, reposado y tierno, levaduras en su perfecto sitio con una longaniza superior de Vic, su pizca de sal y un aceite fragante, que me ofrecían ese retorno anhelado a la civilización primigenia, hecha de naturaleza y de levaduras, de bacterias y de fermentación. Hacía falta un vino para la ocasión y la vista se me fue hacia mi rural y amada Mallorca, donde la tierra, se piense lo que se piense, tiene todavía un valor y las cosas que se hacen en ella, también. Tierras rojizas, calls ferruginosos acogen, en Felanitx de nuevo, el proyecto renovado de Francesc Grimalt y Sergio Caballero, 4 kilos Vinícola. Y sus 12 Volts 2007 me estaban llamando desde la barra. Ese pa amb tomàquet con un vino pensado para comer, más un poco de coca de crema, rozaron el momento perfecto. Callet, CS, merlot y syrah para una combinación que une amabilidad con rusticidad, tipicidad mineral con tanino riguroso. 12 meses de barricas (60% roble nuevo americano, 40% roble usado de primer año francés) para una fermentación controlada de 20 días y una maloláctica, previa al roble, hecha en acero, dan un vino de 13,5% de un intenso color rubí, capa media, con aires de cierto raspón, con la aspereza de la callet contenida por la merlot y la syrah. Fruta buena, fruta discreta, mora madura, pimiento asado, vinosidad poderosa, muy bebible y dócil en boca, sin concesiones al espectáculo gratuito. Sus "doce voltios conectaron, en efecto, con mi sistema nervioso con facilidad y recargaron mis baterías", maltrechas. Fue un buen vino, a precio razonable (sobre los 13 euros la botella) para, posiblemente, el mejor pa amb tomàquet de Barcelona...

La foto de La Teca es de Encantadísimo.

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