21 de gener, 2009

La Lune 2006, de Mark Angeli


Sirva esta hermosa foto de Objectif-Loire como prefacio, pocas palabras, a qué es y representa Mark Angeli en el valle del Loire. Pocas palabras: chenin blanc en pureza. Expresión de una tierra y un clima únicos. Respeto al trabajo de la naturaleza. La luna y sus fases todo lo presiden. Pendientes abruptas, cortadas por el río, historia de los vinos de los Reyes de Francia. Esquisto, vetas volcánicas, arenas. El nuevo "rey de Anjou" en su estado más puro. Mark Angeli aprende los secretos de los vinos licorosos en el Sauternais (La Tour Blanche y Suduiraut), se traslada a Savennières (Anjou, Loire) y empieza a producir (cambiando radicalmente las reglas del juego habituales, potenciando el estrés en las plantas, vendimiando grano a grano y las veces que haga falta) enormes Bonnezeaux. Imaginad, ahora, las características de esa chenin blanc pensada para un "vin moelleux" (qué idioma tan impresionante, el francés, para adjetivar los vinos: ¡me encanta!), pero vinificada en seco.


Eso es La Lune de Mark Angeli: un "inclasificable" Bonnezeaux, un vino de mesa de Anjou, la quinta esencia de Savennières, que se mueve en unos parámetros que lo hacen único. Se me hace difícil, lo confieso, traducir en palabras qué siente uno ante este blanco seco: tiene un recorrido único, es muy amplio en boca, casi graso a ratos, denso, pero fresco al mismo tiempo. Exhuberante y complejo son adjetivos que le casan. Recuerdos de lejana miel incitan tu olfato a la búsqueda de algo que tu paladar no encontrará. No es un vino dulce, pero la galleta de gengibre se percibe. Cierta astringencia vegetal (bouquet garni) se rodea de una suavidad extrema, de un toque de suave vainilla en rama, de aires de madera vieja. Y, al mismo tiempo, es fresco, asoman aires de cítricos y, junto a estos, cola de carpintero. Otro adjetivo francés que le va de maravilla: charnu. Agua fresca del Loire servida por un rey en cuerpo de chenin. Una satisfacción: lo propuse en una mesa donde nadie conocía nada del valle del Loire, y la gente lo disfrutó de veras. Es posible que este 2006 necesite por lo menos un año de botella para mostrarse más en plenitud. Incluso es probable que añadas anteriores como 2004 ó 2003 estén un peldaño por encima de la 2006. Pero hay que darle tiempo y paciencia a Angeli y a su La Lune. La misma (¡a escala!) que la tierra ha tardado en moldear el valle donde nace el vino.

Una segunda satisfacción: este vino lo compré en una tienda que descubrí por puro azar y que recomiendo vivamente: Vicooltural 26. La lleva la sumiller Lidia Juvanteny, se encuentra en el centro histórico de Sant Feliu de LLobregat (frente al mercado) y merece mucho la pena. Lidia ama este oficio, es apasionada de los vinos, lucha por no ablandarse y busca y busca, selecciona, diversifica suministradores y tiene, ahora mismo, un catálogo muy de padre y señor mío. Me gustó mucho su tienda y su forma de relacionarse con el vino y con la clientela. Volveré.

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