Da casi pena pero es una historia que ya conocemos...nos vamos de Mallorca o volvemos a Barcelona o...han sido tres semanas intensas en las que hemos compartido algunos ratos. Sigo con las mismas sensaciones de siempre, redobladas: este año he hecho por la isla, sin pisar la Serra de Tramontana ni acercarnos a la costa de poniente, más de 2400 km, la mayor parte de los cuales por tierras de labranza, por montes y posesiones rodeados de muretes de piedra seca. Estas fotos fueron tomadas el sábado pasado, precioso atardecer, desde la ermita de Betlem. Playas vírgenes, aguas cristalinas, muchos campos en activo, muchos bosques cuidados: sigue existiendo en Mallorca una parte del litoral destrozada por la especulación y la masificación turística; sigue existiendo una Mallorca azotada por dislates políticos, por maniobras, por autovías y carreteras que no respetan el territorio. Pero junto a eso, sigue existiendo también una Mallorca que ama y respeta su medio ambiente, una Mallorca que conoce los campos , sus productos y sus animales, una Mallorca que sigue viviendo a otro ritmo.Pasan, también, por la bodega que es como él: alguien que sabe qué quiere pero que lo busca sin romper equilibrios y sin sobreinterpretar. Sus vinos son como él, la casa y la bodega son como sus vinos y la simbiosis transmite algo especial, que hacía mucho que no encontraba. Hablaré de otros vinos, claro, pero quería terminar hoy con lo que, quizás, algunos considerarían su vino más básico y sencillo. Lo elegí bien a posta para la última cena en Artà con unos queridos amigos, porque en esa sencillez, precisamente, se encuentra su perfección. Son Fangos Blanc 2008 es un ensamblaje de dos variedades bien conocidas en la isla, la prensal y la moscatel. Los vinos de Toni varían cada año, claro, porqua la fruta no es siempre la misma. Más prensal que moscatel, en este caso, para un vino pálido casi con matices de oro blanco, limpio, brillante. Con fermentación y reposo en acero inoxidable, cierto tiempo en botella le da complejidad mayor en boca: el primer golpe de nariz es atractivo, con dominio de la moscatel, entre meloso y cítrico (flor de azahar). Pero su paso por boca y su posgusto son todavía más placenteros: es un vino con cuerpo, con entidad, con estructura, fresco y terso al mismo tiempo, vibrante (sin carbónico) y con la suavidad del terciopelo. ¿Un vino sencillo? Sí. ¿Un vino que refleja un entorno, una forma de hacer las cosas, una personalidad? También. Pero ante todo, un vino placentero, bien hecho y a un precio muy recomendable (sobre los 8 euros). No sé si hace falta decirlo, pero volveremos.
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