29 de juny, 2010
Domaine Goisot
24 de juny, 2010
Septiembre en mi vida
Me pregunto, con todo, cuanto durará esta fase de mi vida que, de hecho, poco tiene que ver con la edad cronológica. Veo amigos mayores que yo, los veo con ilusión y nervio, con ganas de hacer cosas todavía y pienso "¡que me dure a mí también!". El mundo del vino se ha convertido, un poco, en el camino de mi vida. Un camino agradable y con pocas cuestas, que me permite ir arriba y abajo con comodidad y facilidad: conozco un nuevo vino, lo pruebo y me recuerda los campos de cereal de mi infancia en la Alta Anoia. Huelo otro y me lleva a las playas de mi adolescencia en el Maresme. Un tercer vino me hace pensar en las puestas de sol de mi primera edad madura en Ravello. Y así, arriba y abajo, entre recuerdos y nuevos proyectos, de la mano de la cepa y de sus frutos. Desde que llegó el solsticio de verano y hasta que llegue la próxima luna nueva celebraremos estos años, mi mujer y yo. Hemos bebido y reído con amigos y familias, hemos comido a gusto. ¿Qué es una fiesta, en este rincón de mundo entre el mar y la montaña, sin buenos vinos, buena comida y una mesa llena de conversación?
Setembre de la vida
Ha estat nit de Sant Joan a la ciutat i aviat tindrem la lluna plena sobre el mar de Barcelona. Esclaten les fogueres i la pòlvora, la nit més llarga de l'any, comença l'estiu i jo, en canvi, em sento a primers de setembre. Primers de setembre de la meva vida, amb l'estiu ben present però a punt ja d'ensumar tardor. 50 anys. No cal dir més. No sé què és la crisi dels cinquanta, encara que a vegades penso que la crisi de debó és negar o desconèixer la crisi! Però el meu cos funciona més o menys bé, el meu cap em dona encara bones estones i la meva capacitat d'emocionar-me, de tenir idees i projectes, de trobar il.lusions dins meu, d'estudiar i de conèixer, de ser curiós en dues paraules, segueix intacta.
Hem disfrutat, en una conxorxa deliciosa entre Cèsar Cànovas i Sergi de Meià, d'una flor de carbassó, tendrament rebossada i farcida de pernil Joselito i formatge amb un Vincent Pinard Sancerre Florés 2008; o d'un bonítol de Tossa amb vi negre i cebetes, amb un sorprenent Gernot Heinrich Neudsiedlersee Blaufränkisch 2007; o amb una peça de vedella mínimament segellada i un cada cop més atractiu Goisot Côtes d'Auxerre Corps de Garde 2006. Hem descobert els fabulosos bànitsas, de mil sabors de la Mediterrània (encara que els facin uns amics búlgars) i els hem pres amb un deliciós i sempre sorprenent fié gris dels Goisot, Saint-Bris Corps de Garde 2008, amb un tànic i molt amable xampany de Françoise Bedel, Entre Ciel et Terre (pinot meunier en puresa) i amb Tabaneras 2007 (de la DO Ribera de Duero), perfilat i lleuger com pocs riberas. Hi ha hagut més vins i menjars, més trobades i emocions, més sorpreses i felicitacions. Ens hem sorprès amb la qualitat i sabors de l'estupenda coca de Sant Joan, de fruites i prou, feta per un pastisses japonès, Ochiai. I l'hem presa amb un Muskateller Auslese 2007, tant fresc i floral al mateix temps, de Basserman-Jordan, del Palatinat...
La primera foto es de fastshootbcn. La segona de jordillar, ambdues a Flickr.
21 de juny, 2010
Nuvola Café
17 de juny, 2010
DO Catalunya i II Concurs de Blocs
13 de juny, 2010
Les jeunes filles
La capilla de Saint-Christophe se encuentra en la cima de la colina de l'Hermitage (escribo con H- porque desde 1138 y hasta el siglo XIX así se escribía; a partir de ahí, se impone el etimológico "ermitage", sin h-). Una ermita, claro, es aquel lugar en que vive, reza y pasa sus horas un ermitaño, consagrado a Dios, a limpiar sus pecados y los de los demás (¡ésa es condición indispensable!). Así, cuenta la tradición, sucedió con el caballero Gaspard de Stérimberg: herido tras la cruzada de 1224 contra los Albigenses, probablemente arrepentido por la conducta que los cristianos ortodoxos tuvieron con los herejes de su misma sangre (todavía resuena en los campos de batalla la famosa frase de Arnaldo de Amalrich: "¡matadles a todos que Dios ya reconocerá a los suyos!"), fundó en 1235 esa ermita y se retiró con el permiso de su Reina, Blanca de Castilla.
No contento con la redención de sus pecados, debió girar su vista alrededor y se dió cuenta de que Fenicios, Griegos y Romanos habían pasado ya por esa zona, Ródano arriba (en el departamento del Drôme) y habían dejado sus restos de vitis vinifera. Bendito sea el caballero y sus descendientes que pensaron que tan importante como comer era beber con dignidad, porque en ese siglo XIII renació la tradición de la cepa en la zona, que se fortaleció en pleno siglo XVIII, con una breve estancia (y palabras elogiosas) de Luis XIII de Francia y Navarra. Hasta hoy. Lo que algunos consideran el secreto mejor guardado entre los vinos blancos de Francia (los tintos son otra historia en Hermitage), no es más que un secreto a voces: han sido, desde el siglo XIX, los vinos blancos mejor pagados y, por lo tanto, valorados y aquellos que todos quieren tener en su mesa. Han sido (no sé ya si lo son, lo confieso) grandes vinos de guarda (según añadas, de 25 años para arriba) y eso les ha elevado al Olimpo de los escasos vinos inmortales, con algunos pocos otros ejemplares (hablo de blancos secos, no espumosos, sin crianza oxidativa demasiado intencionada) procedentes de España (con viura mayoritaria), de Alemania (riesling), de Francia (con chenin blanc) y de Italia (verdicchio, sí, y fiano).
El 25 de mayo pasado, el periodista Juan Manuel Bellver introdujo a unos pocos privilegiados en el escasísimo mundo de las bodegas y botellas de Hermitage (AOC) blanco. Contó, para la selección, caza y adquisición de las raras botellas, con la inestimable ayuda de los amigos de Monvínic y de su codirectora, Isabelle Brunet, in primis, que lleva Hermitage y todo lo que sea centro y sur de Francia en las venas y en el corazón. Para mí fue una ocasión de privilegio, por el lugar, por la compañía, por algunos de los vinos encontrados y probados (jamás habían pasado por mi paladar) y por todo lo que aprendí. Bellver insistía e insistía (tras breve descripción de Isabelle del tipo de público voraz que tenía ente si) en que él no era enólogo ni técnico y que según qué preguntas no podría contestarlas. Ni falta que le hacía. Armó lo que algún teórico podría llamar una "cata emocional", a base de su amplísima experiencia en la zona, a base de lo mucho que ha comido y bebido en ella y a base de lo mucho que ha escuchado y conoce de la música francesa. Sí, sí, música. Porque cada vino iba introducido por una canción que Juanma maridaba con él. Experiencia sensacional fue ésa, sin duda, que supera y amplia cualquier pregunta sobre el ph o la acidez total que se hubiera querido hacer...
No haré una descripción detallada de toda la cata. No creo que tenga mucho sentido. Saqué mis buenas conclusiones, he estado pensando en ellas no pocos días y, al hilo de una de las canciones que nos puso Juanma (¡por favor, quiero la lista!), titulo este post y os las ofrezco: "Les jeunes filles d'au-jour-d'hui", se titulaba la canción (creo recordar...). No sé qué futuro tendrán las añadas y vinificaciones que probamos, digamos desde el 2001 para acá (Chapoutier, Ermitage Le Meal; L'Orée 2001; Tardieu-Laurent Hermitage 2004; Jaboulet Hermitage Chevalier de Stérimberg 2006; Guigal Hermitage Ex-voto 2001; Chave Hermitage 2004), pero les encontré un interés limitado. Si me fijo en el precio de las botellas, el interés es ya limitadísimo. Su futuro, su capacidad de envejecimiento, me despierta dudas, sobre todo si las comparo (y lo hice, a fe), con las añadas más antiguas. Éstas me convencieron muchísimo más, me cautivaron por completo algunas de ellas, las que ofrecían una mayor proporción entre marsanne y roussanne sobre todo. No sé por qué, pero así fue.
Jean-Louis Grippat Hermitage 1986 fue uno de los casos. Empezamos mal, con un TCA de libro, pero la segunda botella aguantó las dos horas y media de cata. No estaba en su mejor día, pero la viveza y la presencia de ese vino fueron brutales. Lo comparé largamente con el Guigal Hermitage Ex-Voto 2001 (Grippat se jubiló en 2001 y vendió sus viñedos a Guigal) y aluciné de cómo pueden cambiar las cosas en unos pocos meses. Le vamos a dar un voto de confianza pero la oxidación de Guigal era muy notable, dominaba todo y quedaba muy atrás de las percepciones que ofreció Grippat. Guigal es un mito en la zona, por supuesto, por todo lo que ha hecho por ella (por Saint-Joseph, por la Côte-Rotie), pero creo que con este 2001 no empezó bien en Hermitage. "Les jeunes filles" de hoy en día se vieron superadas por "les jeunes filles" de antaño...Lo mismo sucedió, aunque con diferencias mucho mayores, con el cambio de dueño en Paul Jaboulet Ainé & Fils, con su Hermitage Chevalier de Stérimberg 1990, y en Jaboulet Hermitage Chevalier de Stérimberg 2006, ahora en manos de una joven llamada Caroline Frey (2006 es su segunda añada). El vino de los anteriores propietarios, de 1990, fue uno de los mejores de la noche. Por supuesto, le favoreció que fuera el único embotellado en mágnum, pero fue uno de lo grandes. Mostró lo mejor de Hermitage blanco: una sequedad y un perfil de puro acero, una mineralidad y un punto de oxidación de extrema elegancia, un frescor de primera magnitud (ese ligero balsámico de la aguja de pino) y un deje de fruta de secano (membrillo seco todavía en la rama), que te deja anonadado. Esta botella se puede encontrar por encima de los 220 euros. Compartirla entre 10 (es una mágnum), a 22 euros, puede ser una de vuestras grandes experiencias vínicas. Si la encontráis, claro. Comprar un Jaboulet del 2006, en cambio, sobre los 70 euros, puede ser una de vuestras grandes frustraciones. Un cero casi absoluto en mis notas.
De nuevo, las jóvenes de antaño seguían espléndidas en su madurez, mientras que las de hoy pasaban bastante desapercibidas. Me llegué a preguntar si tendría que ver con mi edad...Del resto, quiero destacar a Michel Chapoutier, el único biodinámico integral de la zona (desde el 2000), un tipo especial que hace vinos únicos para momentos únicos. Si coges ese momento...bufff... De lo probado esa noche, llegó a un buen nivel su Ermitage L'Ermite 2001 (de los jóvenes, el que más me gustó), este sí, sólo con marsanne, un vino duro, sin concesiones, brillante, con resina de pino, sequedad, un poco de bollería fina y almendras amargas. Acabó con aromas entre el tilo y la acacia, gran acidez en boca, algo de vicks vaporub y cierto amargor final. Si tuviera dinero, de esta Ermite 2001 compraría algunas botellas y las olvidaría en el fondo de la bodega por unos años...pero está sobre los 200 euros... Lo que probamos de Chave me gustó poco o nada, lo de Tardieu-Laurent, Guigal y Jaboulet queda ya dicho, y del resto de Chapoutier, gran discreción también. Última conclusión: no basta con tener un gran nombre y mejores cepas y viñedos para hacer un gran vino en Hermitage. De hecho, ni en Hermitage ni en ninguna parte...
09 de juny, 2010
Enoteca d'Italia: ¡cumpleaños!
06 de juny, 2010
Vinya Sanfeliu rosat 2009
Postscriptum ii. Ahora que me doy cuenta...éste es mi primer post bilingüe. Así me ha salido, lo prometo, y así se va a quedar. Por lo demás, aquí lo importante es que los vinos hablen, más que las personas. Así que ya sabéis: para Dr.Fourquet 28.
03 de juny, 2010
Kagami y Rita
Escribo este texto el domingo 12 de mayo de 2019. No sé cuándo lo publicaré (al final, ha sido el 8 de diciembre de 2025, sic) pero quiero d...
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Lo que este hombre ha sido capaz de hacer en cinco años en sus viñedos de Agullana y La Vajol (Altíssim Empordà) y Rodonyà (Serra del Montme...
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