Hace ya tiempo que llegué al Priorat. Han pasado los años y sé que moriré de esta vida con su paisaje, su luz, sus olores, sus cepas y sus vinos en mis venas, cuerpo y cerebro empapados de una tierra que no me pertenece, en la que no he nacido, pero que siento mía. Allí no tengo nada y lo tengo todo: amigos con su casa y sus viñedos, amigos que hacen vino, amigos que cultivan la tierra, amigos que la pisan y pasean, amigos que han tenido hijos allí, amigos que capturan su esencia. Qué más da si es en el trabajo silencioso del día a día en la viña, o en la penumbra de la bodega haciendo crecer a los vinos, o yendo a por leña para alumbrar el fuego del hogar, o haciendo fotos, o mirando y recordando todo. Qué más da: todos compartimos un lugar y un espíritu que van más allá de este espacio y de este tiempo y que nos unen al hilo de lo que es porque siempre ha sido y siempre será. Quien no entienda esto, que mire cómo nace el sol sobre el Priorat desde la Serra Major del Montsant y sabrá qué es el círculo de la vida y de la muerte, qué la inmortalidad. Con poco basta: el trabajo bien hecho en el viñedo, el curso de las estaciones sobre las cepas, una vendimia alocada, una fermentación vivificadora y un silencio cartujano, que pulirá el vino. Una buena copa, el cielo y el aire de la comarca sobre tu cabeza, al fondo la protección iluminadora del Montsant y aquel trago que penetra todos los sentidos, que se pega a los sentimientos y se aposenta en las entrañas para murmurarte: "estás en tu tierra, ¿la notas, la vives? No pierdas el tiempo, que tus pies atraviesen zapatos y suelo y encuentren las mismas raíces de las que nace el vino que amas. Y después, ¡crece hacia el cielo!"
Este cuaderno de notas nació así, hace ahora seis años y cinco meses. "A la vinya", en la viña, donde más a gusto me siento cuando estoy en en Priorat o en cualquier otra tierra que se deje saborear en una botella de vino. Volvíamos de Poboleda con mi amigo Valentí Llagostera (uno de los propietarios de Mas Doix). Hacía ya dos años que me había implicado a fondo en su bodega (aunque no mediara papel alguno) y en la de mi otro amigo, Albert Pasanau (Celler Pasanau, en la Morera de Montsant). Desde el 2004, las familias habían vendimiado juntas, abuelos, padres e hijos, amigos y profesionales. Ese junio volvíamos de una cata de Mas Doix en la bodega y antes de coger la autovía, Valentí me preguntó: "y tú, ¿por qué no escribes un blog? Te gusta mucho el mundo del vino, catas, estudias, aprendes; y te gusta mucho el mundo de la literatura, y escribir. ¿Por qué no haces un blog de vinos?" Me quedé pasmado (aunque no del todo...¡conducía yo!) y pregunté: "¿qué es un blog?" Jamás había visto ni leído uno y no sabía ni cómo empezar. Miré por ahí. El primero, dicho con todo el cariño de la amistad vieja y sincera, el de Josep Monserrat Torrents que, más que dialogar en abierto y con todo el mundo sobre sus temas, monologaba con contundencia. Decidí acogerme a la literatura que, en este país, ha nacido de algún gran periodista. Yo no lo soy pero pensé que podría afilar herramientas de cronista. Y me puse a seguir la huella de los grandes que fueron (y todavía disfrutamos), Camba, Pla, Luján, Montalbán...Ellos, ahora, están en el Olimpo y yo, aquí en la tierra, lucho con el barro de las palabras y el sentimiento líquido de los vinos para intentar construir algo sólido.
"Costers" de viñedos muy viejos, con un promedio de 90 años, un 48% de garnacha tinta, un 50% de carinyena y un 2% de merlot. Mesa de selección, raspón fuera, fermentación en acero a temperatura controlada, sombrero y "deléstage", maceración de casi 5 semanas y envejecimiento en barricas nuevas de roble francés de varias marcas e intensidades de tostado, durante 16 meses. 15%. Conviene beberlo sobre los 15ºC y abrir la botella (yo no decanto los Mas Doix) por lo menos media hora antes de empezar a probar. Profundidad, pizarra, tierra oscura, grafito. Buqué "garni". Es un vino con cuerpo y textura, pero de aromas tímidos. La añada habla sin prisas. La madera tiene todavía un largo recorrido en botella. Boletus, seta en el bosque húmedo. Cereza madura. Es un vino austero y fresco, un vino de umbría. Tinta azul. Ácido y vivo. Un poco de romero al final, laurel y cassis. Uno de esos vinos que ha sabido captar el espíritu de la añada: aquel virgiliano frigus captabis opacum, "encontrarás el fresco lejos de la luz". No existe un Priorat, sino muchos. Y éste es uno de los grandes representantes de su corazón, de su núcleo geográfico e histórico, del Priorat de raíces más profundas.
Muchas gracias a ti, CT! Con tu permiso, te contesto mañana con calma. Ando ahora entre viñedos y no es muy cómodo el teclado... Hasta mañana! Joan
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