Por decir algo. De vuelta de Tenerife y La Palma, confieso que he vivido alguna experiencia vínica intensa, siempre vinculada a personas que sienten las raíces de su tierra y de su territorio, que han convertido en paisaje embotellado. Hoya del Navío, en Tacoronte. Tierra de Frontos, en Abona y más arriba de Vilaflor. Tagalguén, en La Palma, en la Punta de Garafía. Blessed, en Tegueste. Me han hecho volver a Barcelona con ganas de un reformateo. La habitual trinchera navideña se ha convertido en un valle sin fin, que va desde los 3000 metros a la profundidad del océano. La Navidad es, ahora mismo, un camino que me hace pasar, gozoso, por un cambio radical de botellas. Hay que seguir sintiendo raíces y gente que se asome a la tierra con una sensibilidad especial. Es un buen día para eso. Convirtamos esta Navidad en un día sin formato, démonos vinos que nos suban a lo más alto y nos obliguen a mirar nuestras cosas de otra manera. Para abstraerse, para disfrutar, para reformarse, para un reinicio. David Léclapart, L'Alchimiste 2008, representa la máxima sensibilidad en Champagne. Uno de los rosados más peculiares, pinot noir de Trépail. L'Arbossar 2008, carinyena de un viñedo especial de Torroja, en el que el trabajo de Dominik Huber y Jaume Sabater, devuelve a los Faunos lo que les pertenece. La Bota de Palo Cortado N.6, "bota punta", saca de abril de 2007, de Miguel Gil Luque. Un vino definitivamente cuántico, que trasciende cualquier dimensión conocida y nos arroja a los brazos de la más pura tradición jerezana. Del norte de Reims al sur de Jerez, pasando por Torroja. ¿Objetivo? Una Navidad sin formato. Lo aprendí en Igueste de San Andrés, el último pueblo habitado en la carretera que sale de Santa Cruz hacia el noreste. Allí donde termina la carretera de los vivos, empieza el reino de los muertos. Qué cementerio tan hermoso...allí no termina nada, empieza todo. Ya saben: nos lo escribió James Joyce en Los Dublineses y nos lo enseñó John Huston en su última película. Somos sombras camino de la inmortalidad. No se distraigan: que ustedes la disfruten y la beban bien.
25 de desembre, 2012
Navidad sin formato
Por decir algo. De vuelta de Tenerife y La Palma, confieso que he vivido alguna experiencia vínica intensa, siempre vinculada a personas que sienten las raíces de su tierra y de su territorio, que han convertido en paisaje embotellado. Hoya del Navío, en Tacoronte. Tierra de Frontos, en Abona y más arriba de Vilaflor. Tagalguén, en La Palma, en la Punta de Garafía. Blessed, en Tegueste. Me han hecho volver a Barcelona con ganas de un reformateo. La habitual trinchera navideña se ha convertido en un valle sin fin, que va desde los 3000 metros a la profundidad del océano. La Navidad es, ahora mismo, un camino que me hace pasar, gozoso, por un cambio radical de botellas. Hay que seguir sintiendo raíces y gente que se asome a la tierra con una sensibilidad especial. Es un buen día para eso. Convirtamos esta Navidad en un día sin formato, démonos vinos que nos suban a lo más alto y nos obliguen a mirar nuestras cosas de otra manera. Para abstraerse, para disfrutar, para reformarse, para un reinicio. David Léclapart, L'Alchimiste 2008, representa la máxima sensibilidad en Champagne. Uno de los rosados más peculiares, pinot noir de Trépail. L'Arbossar 2008, carinyena de un viñedo especial de Torroja, en el que el trabajo de Dominik Huber y Jaume Sabater, devuelve a los Faunos lo que les pertenece. La Bota de Palo Cortado N.6, "bota punta", saca de abril de 2007, de Miguel Gil Luque. Un vino definitivamente cuántico, que trasciende cualquier dimensión conocida y nos arroja a los brazos de la más pura tradición jerezana. Del norte de Reims al sur de Jerez, pasando por Torroja. ¿Objetivo? Una Navidad sin formato. Lo aprendí en Igueste de San Andrés, el último pueblo habitado en la carretera que sale de Santa Cruz hacia el noreste. Allí donde termina la carretera de los vivos, empieza el reino de los muertos. Qué cementerio tan hermoso...allí no termina nada, empieza todo. Ya saben: nos lo escribió James Joyce en Los Dublineses y nos lo enseñó John Huston en su última película. Somos sombras camino de la inmortalidad. No se distraigan: que ustedes la disfruten y la beban bien.
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