Viaje hacia el norte de Italia con tren, que es como se hacen los viajes de verdad, con tiempo para ver el paisaje, para pensar, para leer, para charlar, para dormir...làstima que la niebla y los tùneles se lo hayan, hoy, comido casi todo. Mi destino final es Bologna, pero me detengo unas horas en Floréncia (còmo no hacerlo) para visitar su Museo Arqueològico, con una exposiciòn de vértigo (el Vaso François; una colecciòn de sarcòfagos etruscos...) y algunas piezas que quiero ver con calma. Tras el trabajo, el paseo, en un dìa soleado y antes de tomar de nuevo el tren, se ofrece amable y atractivo. La catedral y su ùnico campanile, el baptisterio, la piazza della Signoria, la mayor obra de Cellini (el paso a la galeria de los Uffizi), el Lungarno y una de las dos paradas, para mì siempre "obligatorias", en esta maravillosa ciudad. La primera es la Santa Croce in Gierosaleme. Algunas iglesias en Italia pueden ofrecer mayor atractivo arquitectònico. Pero no hay, en este paìs, que yo conozca, mayor concentraciòn de talento y de genio enterrado que en la Santa Croce: Ugo Foscolo, Gioachino Rossini, Leonardo Bruni, Machiavelli, Alfieri, Dante, Galileo...la mujer de la foto sufre y llora por la muerte de Michelangelo Buonaroti! Es un paseo por la mejor historia de la ciencia, de las artes y de la literatura de esta Italia, que quiere volver a ser pero no encuentra todavìa còmo hacerlo.
Tras el paseo y antes de volver a la estaciòn, mi segundo alto obligado: la fiaschetteria (en realidad, venden de todo relacionado con la comida, aunque empezaran con los vinos, allà por un lejano 1927) y casa de comidas "La Mescita", en Via Alfani 70/r (347.7951604), a medio camino entre dos de los antiguos mercados florentinos. Sigue ofreciendo hoy un mìnimo local con pocas mesas y una barra abigarrada, en que la gente se sienta como puede y con quien el azar te ponga como companyero. Uno recoge su servicio de mesa, busca su lugar y se sienta. Yo tuve suerte: el plato del dìa eran los "penne della casa", unos estupendos penne con ragù, panna, peperoncino (qué dulce picor, qué bien hechos estaban), aglio y prezzemolo, que me dejaron bien satisfecho. Terminé con una selecciòn de verduras del dìa (peperonata, calabacines, patata, remolacha). También tuve suerte con la mesa: me topé con un colega que iba de Milàn a Pisa y que habìa parado, como yo (que iba de Roma a Bologna), para comer en "La Mescita". Resultò que trabajaba en la Universidad Catòlica, era especialista en historia de la religiòn y terminamos hablando, como no podìa ser de otra forma, de la pròxima llegada del Anticristo y del resurgimiento de los exorcistas en Italia.
Yo, para ser sincero, iba ya saturado en cuerpo y alma, pero faltaba la traca final. Resultò que una de las personas que trabajan en la casa es enòlogo, somelier en ejercicio y se preocupa por la selecciòn de vinos de un lugar bàsicamente popular. Y asì fue como, sin buscarlo, me estrené esta temporada en los "vini novelli" italianos. En los enlaces de Esalazioni Etiliche y de Aristide encontraréis informaciòn sobre el tema, que levanta no poca polémica en Italia, pues muchos hacen pasar "gato por liebre" (la legislaciòn y las prescripciones de vinificaciòn son estrictas, para que uno pueda vender un vino como "novello"). Por desgracia, este estupendo Vin di Brumma 2006 que probé en La Mescita no se distribuye en los comercios. Es sòlo para el local. Hecho como monovarietal de la uva sangiovese (en la foto), es un "vino novello" toscano hecho, todo él, con el método de la maceraciòn carbònica. Una buena extracciòn de color (de mora bien madura), intenso, brillante, unos aromas de frutas del bosque y una alegre presencia de carbònico en boca, ofrecen un panorama sencillo, pero bien hecho y muy de agradecer para una casa de comidas de estas caracterìsticas. Si os digo que todo lo comido y bebido me costò 10 euros, entenderéis por qué es un lugar de paso obligado, para universitarios y demàs gente de poco bolsillo y mucha gula!De còmo llegué al tren y de Bologna, ya hablaremos en otro momento...
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