06 d’octubre, 2014

Brezo 2013 de Grégory Pérez

Brezo 2013 de Grégory Perez
En mi cuaderno de viaje había anotado varias direcciones, nombres y bodegas en los alrededores de Ponferrada: Mario Rovira, Ricardo Pérez Palacios, Nacho León, Grégory Pérez. Entre el 14 y el 17 de marzo de 2013. Después conocería otros nombres muy interesantes pero esto ya es otra historia que todavía está por escribir. Cuando te mueves con un margen corto de días como colchón pasan dos cosas: o encuentras a la gente o no la encuentras...Con poco margen y largas distancias lejos de casa, te acomodas 200 km arriba o abajo y dos días más o menos. Pero Grégory no estaba. No pude, pues, parar en Sorribas ni conocerle a él y a sus viñedos. La fecha escrita era la del 16 de marzo. A sus vinos sí los he ido bebiendo en estos años y he visto cómo iban evolucionando y cómo (a través de fotos y comentarios que él mismo va publicando en las redes de vez en cuando: la página web está en construcción)  sus herramientas de vinificador ("vinificateur", ¡me gusta!) han ido creciendo. No tengo más información, pues, que mi nariz y mi paladar. Estos me dicen, tras beber con gran placer un  Brezo 2013, que se trata de uno de esos vinos que vale mucho más de lo que cuesta: 8,8€ pagué en Vins&Teca. Impresionante.

Un vino joven, un vino de 12,5% de godello y Doña Blanca, con un carácter muy marcado por la explosión de tierra y fruta que lleva dentro. Abro la botella, acerco la nariz al tapón y huele a uva. Qué gozada. Copa y nariz de nuevo: la cabeza se llena de una primera sensación: el campo estaba verde, huele a primavera. Heno cortado. Ristras de brezo tras la lluvia (qué bien lleva el nombre este vino). Alegría y alborozo. Un punto de especia oriental: raíz de jengibre. Ligero amargor en el posgusto, aunque su fuerte es el equilibrio entre amargor y acidez: zumo de pomelo. Expresión festiva de la fruta: lima-limón, pera limonera. Musgo y, de nuevo, brezo entre las manos. Manantial  de agua fresca para sátiros y ninfas, en el monte cubierto de helechos y líquenes. El vino no tiene crianza pero se le nota un cierto trabajo con lías. Tiene presencia en boca y matices, no pocos. Esencia de monte y de frutas con aires ultramarinos. Un vino sin complicaciones y para todos los gustos, públicos, paladares y bolsillos. Por palets...

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