El pueblo de Olvena, en la DO Somontano, sobre el rio Esera, da nombre a este proyecto de bodega familiar, de gente joven y emprendedora, que echó a andar justo con el cambio de siglo. Se trata de un monovarietal de chardonnay del que se aprovecha, según la información que da la bodega (¡la página web es de las que se hacen decir "sí señor"!), tan sólo el mosto flor. Tras una maceración en frío y la fermentación (no especifican cómo la hacen, pero entiendo que será a baja temperatura también), pasa el vino a barricas nuevas de roble francés y americano (tampoco cuentan en qué proporción, ni he conseguido yo deducirlo con mi nariz), por un período de seis meses, con sus lías y un bâtonnage regular. Sale a botella con 13,5%.
Amarillo de capa media con reflejos verdosos. Brillante, intenso. Manzana, la fruta de la uva cuando empieza a fermentar, heno cortado, piña, flor de acacia. Posgusto breve, delgadez en boca. Acidez total algo descompensada. Madera exagerada.
Creo que la asignatura pendiente de este vino es el trabajo con la madera: cuánto tiempo, con qué propósito, qué tipo de bâtonnage, cuántas veces a la semana. Cuando consigan dar con la medida justa, el vino será mucho más redondo en boca y la fruta quedará resaltada.
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