Ésta es la entrada número 200 de mi cuaderno y, aunque no sepa con qué la voy a descorchar, me ha parecido oportuno hablaros sobre el hecho mismo de escribir en él. Viene la cosa a cuento porque no hace mucho he leído el artículo de opinión de Juancho Asenjo en Vino + Gastronomía, n.216, en su sección "El apuntador". Lamento haber comprado la revista con retraso (es la que corresponde a noviembre-diciembre de 2006), pero en fin, comprada y leída está. No tengo el placer de conocer personalmente a Juancho, pero tenemos amigos comunes (Franco Ziliani, por ejemplo) y mis colegas de EsTintoBásico (y algún otro amigo) hablaron maravillas de la última cata comentada por él con los barolos como protagonistas (en el último encuentro Verema). Por todo ello y por su trayectoria, conocimientos y experiencia, tiene todos mis respetos.Ahora bien, su artículo, titulado "Blogs o no blogs" (p.104 de esa revista), rezuma tal poso de amargor, de desconfianza y de dudas sobre estos cuadernos de notas en la red, que hemos venido en llamar "blogs", que me ha movido a intentar ofrecer un texto paliativo. La única cosa positiva que ve en ellos es que le permiten a uno expresarse con libertad porque "la red nos hace más libres...evita toda censura que no esté legislada" (sic!) y porque le dan a uno "la tranquilidad que da expresarse sin miedo a lo que se diga". El resto es claramente negativo. En muchos casos, su crítica y desazón no tienen nombres ni apellidos y son, así lo parece, de aplicación general: "la libertad de expresión se mezcla con la falta de educación"; se trata de "personajillos que consideran que sus opiniones son sagradas y no respetan las de los demás"; "pretenden impartir lecciones aprovechando sus diez minutos de gloria para terminar haciéndose los dueños del blog que convierten en un círculo cerrado". En otros casos, sí da nombres y apellidos: de cocineros y de periodistas que han sido atacados y vilipendiados en la red.
Es evidente que en cualquier medio de comunicación público, hay personas y actitudes muy variadas. Y es cierto que, en mi experiencia breve con este medio (junio de 2006 a hoy), he detectado algunas actitudes inadecuadas, desde críticas a vinos o a personas con sus opiniones hechas desde la mala educación hasta plagios directos. Pero no me parece ni justo ni adecuado que las críticas de Juancho sean generales, como si todos los que hemos decidido escribir y manifestar nuestras opiniones y experiencias con el vino y la grastronomía, fuéramos de la misma condición. Hay varias cosas muy importantes y positivas que he podido ir descubriendo en este auténtico fenómeno social, que es el mundo de los blogs, y de las que Juancho nada dice:
1. Todos los países avanzados en temas de vino y gastronomía (sea como consumidores, como productores o ambas cosas a la vez), están construyendo auténticas corrientes de opinión y de información en la red gracias a los blogs. En estos países (Italia, Francia, Inglaterra, EE.UU., Australia, Argentina, etc.), los blogs llevan nombres y apellidos (Franco Ziliani, Alder Yarrow, Giampiero Natali, Luc Bretones, etc.), son transparentes incluso en su publicidad y permiten algo que los grandes medios para los que trabaja Juancho no sé si permiten con facilidad: que el acceso a la información, a su difusión, a su crítica y a su comentario sea un auténtico ejercicio de democracia global. Esto jamás había ocurrido en la historia de la humanidad. Y no creo exagerar.
2. Nadie puede hacerse dueño de un cuaderno. Con los lógicos filtros antispam, cualquiera puede opinar y comentar lo que lee en los blogs de los demás. Por supuesto, la buena educación y las maneras son deseables siempre y si esto se da, ¿quién tiene argumentos para negar el acceso a su blog a nadie? Si aún con buenas maneras, eso sucede, entonces sí estaríamos ante un caso denunciable de censura, aunque por supuesto, no legislada. Me gustaría que alguien me dijera qué acceso tenemos los ciudadanos de a pie a los grandes medios que hablan de vino y de gastronomía, que no sea el de su compra.
3. Los blogs sobre vinos (algunos también con notas de gastronomía) más importantes y difundidos en el mundo suelen ofrecer a sus lectores su propio código de conducta: qué hago, por qué lo hago, en nombre de qué lo hago. En mi opinión, aunque aquí cada cual hace lo que cree conveniente (eso es la libertad de expresión; y si pisas la de los demás, cosa de la que se queja mucho Juancho, pues medios hay para que uno se defienda), los cuadernos de anotaciones en la red tienen que ser transparentes en sus normas, las opiniones tienen que firmarse, el lenguaje tiene que ser correcto (¡también gramaticalmente!) y los conocimientos para escribir sobre el tema tienen que ser los necesarios. Que yo sepa, los grandes medios tampoco respetan estas normas tan básicas, como Juancho se encarga de demostrar, citando con nombre y apellidos las malas prácticas de un gran periódico de tirada nacional.
A ello hay que añadir que este medio (el formato de un "blog" visualizado en una pantalla de ordenador) "impone" ciertas servitudes, desde la enorme importancia que tienen las ilustraciones y la comunicación visual, pasando por la "compaginación" de lo que el lector ve y terminando por cómo se escribe aquello que se cuenta. Si se dan todas estas "condiciones", y creo que se dan ya en algunos "blogs" americanos, ingleses, italianos, franceses y españoles, este medio de comunicación será imparable e irá ganando, cada día, más adeptos. 4. No hay otro sistema, que yo conozca, que fomente tanto como éste la libertad de expresión; que dé tanta oportunidad al intercambio de opiniones, a la información y la construcción de esas opiniones y que lo haga, además, de una forma tan radicalmente participativa (interactiva se llama ahora) . Por si todo ello fuera poco, no hay jefe que te mande (y si lo hay, ¡por supuesto habría que decir quién es!) y, al margen de la inversión en horas (aquí, también, que cada cual haga lo que crea conveniente), es gratuito. ¿Hay sistema que dé más a cambio de tan poco?
5. Sobre los despectivos (en mi opinión) "diez minutos de gloria" que parecemos querer buscar quienes usamos este medio de expresión (Warhol hablaba, por lo demás, de 15 minutos), que cada cual se los gane donde y como crea oportuno, siempre que tenga público que le atienda, claro. En cualquier caso, no me parece criticable que la gente quiera tenerlos.
El resumen, pues, de estos cinco puntos es la respuesta a la hamletiana duda que proponía Juancho Asenjo en su artículo y que encabeza mi comentario: un sí rotundo. Yo creo en este nuevo medio y voy a seguir usándolo. Por supuesto, hay que saber utilizarlo con sensatez, educación, respeto hacia los demás y conocimientos sobre lo que uno escribe. Pero si se hace así, que tengamos fuerza y ganas para seguir y gente que se sume a esta manera de comunicarse, y ojalá que tú y quienes opinan como tú, podáis ir cambiando de opinión y, al mismo tiempo, ofreciendo una imagen más positiva de la "escritura virtual de cuadernos" en la red sobre vino y grastronomía. Creo que una parte del futuro pasa por aquí y si puedo, pues no soy profesional de esto, seguiré paseando por estos caminos.
Créditos de las ilustraciones: Hamlet inverso BY lee benjamin; símbolos de blogs BY JairoB; armario botellero BY trumpetvine.
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