Aunque sea consumidor habitual de vinos rosados a lo largo de todo el año, reconozco que cuando empieza a desaparecer el invierno (que apenas ha llegado este año) pienso más en ellos. El otro día mi madre llevó a la mesa unos riquísimos medallones del pastificcio "Da Giorgio" (rellenos con queso y nueces, los unos, y con higado, los otros) y surgió, casi espontáneamente, la idea de tomarlos con un buen rosado. Y felicidad de felicidades: en la nevera reposaba un rosado Roigenc de los Cellers Capafons-Ossó. Esta empresa, afincada en Falset y con viñedos y vinos tanto en la DOQ Priorat como en la DO Montsant, lleva ya muchos años de trayectoria y de buen hacer. De la mano de su enólogo Toni Coca (me cuentan que ha dejado hace poco la empresa, pero este Roigenc 2005 es, por supuesto, suyo) han llegado a ofrecer un buen catálogo de vinos a un precio normalmente muy conveniente. Y tanto por la zona donde se produce como por sus características, yo creo que uno de sus destacados es este rosado, monovarietal de syrah, que está todavía en un punto óptimo de consumo, aunque ya le queda poco. Se ha hecho a base de una maceración pelicular y una fermentación alcohólica a temperatura controlada de 16ºC, para obtener una coloración más alegre y vibrante de lo habitual en los rosados de syrah. Se presenta con 14% y conviene tomarlo a unos 10ºC.
En esta botella todo es finura. No se trata, como pasa tantas veces, de un rosado agresivo en colores y en aromas. Ofrece un bello y limpio tono rosado, bastante intenso y brillante (de capa media-baja), propio de una fruta roja madura como la frambuesa. Su nariz es muy frutal también, y destacan en ella unos limpios y delicados aromas de frutas rojas del bosque, de fresones maduros y, casi, de jarabe de grosella. Creo, con todo, que su punto más fuerte llega con su paso en boca: tras el tiempo que ha pasado este 2005 en botella, se nos ofrece como un vino muy redondo, un vino de paso sedoso y amable y de trago amable y prolongado. Es, casi, un vino "esférico", de muy amable percepción por los sentidos y que invita a seguir bebiendo. No cansa. Presenta su posgusto un leve deje vegetal, de geranio. Se trata de un vino que conviene siempre tener presente cuando llegan los calores y apetece un buen rosado, con carácter y características propias y bien definidas, lejos de los estereotipos de la mayoría de rosados al uso. Se puede comprar sobre los 8 euros.
Foto de frambuesas BY elementalPau
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