04 de juliol, 2007

Do Ferreiro 2006 y sus fideos


Domingo que no es el de Resurección. A pesar de ello, decidimos en casa ponernos a la altura del asunto (niños en trance de dejar a sus padres solos por unos días; calor casi moderado; un buen domingo por delante...). Mi santa hace un fumet como los dioses mandan, con las carcasa, cabezas, despojos de pescado varios congelados durante meses, su buen sofrito con algo de cebolla y verduras variadas (cebolla, puerros), un par de tomates enteros y horas de cocción. Se desespuma, se filtra y se conserva. En la cazuela de hierro fundido (qué maravilla), se sofríe un ajo poco a poco y cuando se ha bien dorado, se añaden los fideos (en casa, aunque vayamos contracorriente, nos gustan del n.2) que se doran también hasta que cojan el color del azucar a medio quemar. En este punto, se añade fumet para que cubra los fideos, se pone a fuego vivo unos minutos y se va añadiendo caldo hasta que (más o menos unos 12 minutos) los fideos busquen, todos ellos, con sus cabecitas algo de aire que respirar por encima de la cazuela ("trempar" llamamos a esto en catalán). El resultado: unos suculentos, sencillísimos, espectaculares "fideus rossejats", fideos dorados (los de la foto, vaya).

Hoy mi "trabajo" ha consistido en elegir un vino de la bodega que casara con los fideos, que destilan sabor de pescado pero no llevan ni tropezones. Ha caído un albariño Do Ferreiro 2006, de la DO Rías Baixas, un vinazo a precio más que adecuado (sobre los 12 euros y pico euros en tienda). Gerardo Méndez produce en su "herrería" (en Val do Salnés, altas y muy cuidadas las viñas) sólo dos vinos (éste y el mítico Do Ferreiro cepas vellas, de vides prefiloxéricas con más de 100 años de antigüedad), que han convertido su marca en una referencia para todos. Se trata, en este caso, de un monovarietal de albariño con 13%, sin crianza alguna, que se ha convertido en lo que es sólo con levaduras autóctonas (fecha de embotellado de la botella degustada: 17 de febrero de 2007). Amarillo pálido es su color, todo él ribeteado de verdor y notas de juventud. En nariz es un vino fresco, jovial, floral por una parte (rosa y flor blanca de acacia), de intensa frutalidad por la otra (melocotón de carne blanca, "gabacho" les llamamos por aquí, con perdón; piña discreta, mordisco de pera de San Juan). En boca, tiene un punto agradable de carbónico que coquetea con la lengua y, al mismo tiempo, muestra un cuerpo entero, un paso sabroso y sápido. Ofrece, también, aromas (tanto en nariz con copa en movimiento, como en posgusto) de hierba cortada. Su posgusto es poderoso (más de 10 caudalías para un vino tan joven, muchas son) y ofrece un leve deje de amargor, casi suculento. Se trata de una de las referencias a tener siempre en cuenta para un vino blanco sin crianza en España.



La foto de la botella es de vinissimus.com; el dibujo del racimo de albariño, de lavidyelvino.iespana.es.

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