21 d’octubre, 2007

Humboldt-Universität zu Berlin


La universidad de Berlin, popularmente conocida como la "libre", tiene su sede central en una de las zonas más estratégicas de la ciudad, muy cerca de la Isla de los Museos y junto a Unter den Linden. Como tantas veces sucede en Alemania, el nombre oficial rinde homenaje a algún personaje clave de su historia, en este caso, ni más ni menos que a Alexander von Humboldt, el inspirador e impulsor del concepto moderno de universidad. Se trata de una institución venerable, con una lista de premios Nobel que da vértigo,
entre los cuales (me vais a permitir un pequeño homenaje personal), Theodor Mommsen (foto de la derecha), Catedrático de Historia Antigua de la universidad (1861-1903), fundador y editor de las más importantes colecciones epigráficas, rector durante 1874-1875, y Premio Nobel de Literatura en 1902, por la belleza y perfección de sus ediciones y por sus libros sobre el Imperio Romano. Quién nos ha visto y quién nos ve.

¿Y por qué os pego este palizón, os preguntaréis si habéis llegado hasta aquí? Pues por una razón bien sencilla, práctica y que conviene saber: la casa (entrada por la parte trasera, Dorotheenstrasse) tiene una magnífica mensa universitaria, un comedor donde NO se pide el carnet de estudiante o de profesor para gozar de sus precios y bondades. A la izquierda de la entrada, se encuentra la mensa clásica (barullo, azafates de plástico y comida por tres euros). A la derecha de la entrada (en la foto), se encuentra el restaurante Cum laude (tiene guasa el título), en teoría reservado a los profesores, pero de acceso al público en general. Un busto de Humboldt preside la sala, un bar con chimenea permite fumar y una sala muy espaciosa ofrece una pequeña pero bien surtida carta, donde comer y reposar por un precio moderado (sobre los 10-12 euros por persona).

Es cierto que hay que mirar a fondo para encontrar algo alemán en esa carta, pero con buena voluntad y ganas, se encuentra. Os estoy hablando, ni más ni menos que de uno de los monumentos de la cocina alemana popular, el pastel de cebolla ("Zwiebelkuchen"), a vuestra derecha, que llegó perfecto, con la pasta brisa en su punto, con un montón de dulce cebolla y el tocino ahumado en su interior y una buena ensalada alrededor. Una jarra de medio litro de buena, fresca y ligerita pils (nada especial que comentar aquí) puso las cosas exactamente en su sitio, tras una "dura mañana" que había empezado en la "Topografía del Terror" y había terminado en los Museos de Pérgamo y el "Altes Museum", en la Isla de los Museos.


El vibrante e intenso otoño berlinés aguardaba, agazapado, tras la hojarasca... (foto by J. Estruch).


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