AVISO PARA LECTORES HABITUALES: HOY NO VOY A HABLAR NI DE COMIDA NI DE VINOS, SINO DE CÓMO RENFE ME CONVIRTIÓ EN ODISEO
1. 23 de octubre de 2007, 7,30 a.m., estación de Sants en Barcelona. Tren ARCO 697, destino València.3. 7,35: ¡¡pasajeros al tren!!! Falso. Alguien con un letrero que lleva un número equivocado de tren y que es detenido por dos "responsables" (para que no confunda al pasaje ya de por sí atemorizado y desinformado), sin éxito alguno, nos lleva hasta el autobús (2335 DBC) que sale, puntual, a las 8.00.
4. El conductor coge la ruta que le han ordenado: desde Sants es la más barata, peaje de Martorell (la más rápida y recta es la autopista Pau Casals, por El Garraf, más cara), pero también la más difícil de alcanzar, el doble de tiempo que la otra.
5. Se nos dice que tenemos que ir hasta Tarragona y que allí, el tren nos llevará directos a Valencia. Hay pasaje que sigue hasta Albacete, otros van a Andalucía y unos pocos más, aventureros extremos a lo Scott, piensan llegar a Extremadura.
6. El conductor es gallego pero vive en Avilés. No conoce nada de la ruta y utiliza, ya antes de salir de Barcelona, tres veces el teléfono móvil con el autobús en marcha. A lo largo del trayecto acabarán siendo ocho las veces y en dos de ellas pierde por completo el contacto de las manos con el volante. También "cae" un sms.
8. Parada de emergencia junto al arcén, a las 8,40 a.m. Se nos conmina a no abandonar el autobús, pues es sumamente peligroso. Empiezo a preguntarme, azorado, si el peligro real no ha sido ponernos en manos de Renfe y de sus responsables y cómplices para realizar el desplazamiento.
9. El autobús es el n.818 de la empresa Eurolines y lleva más de 600.000 km de carretera.
10. No sabemos qué se ha quemado pero, además del humo, pierde gasóleo: la autopista se impregna de aromas del más puro riesling...
11. Llega una patrulla dels Mossos d'Esquadra (no voy a sacar fotos ni dar números de placas), nerviosos y con malos modos por la posición del autocar y de algunos pasajeros mayores y un niño, que han tenido que salir por necesidades fisiológicas. Conminan de nuevo al pasaje a subir, pero les hago ver que el bicho pierde gasóleo y que con tanto teléfono en uso yo subo, pero detrás de ellos. Todos nos quedamos abajo.
12. A las 9,30 a.m. llega un segundo autocar de recambio (0569 CJD) con la fantástica noticia de que nos llevará directamente, no a Tarragona, sino a Valencia.13. Ante la estupefacción del pasaje y dos amagos de traslado de maletas de un autocar al otro, constatamos que el segundo autocar no tiene suficiente número de asientos como para llevar a todo el "pasaje" del tren / autocar averiado.
14. A las 10 a.m. llega un tercer autocar (5278 FFN). Empezamos a ver la luz al final del "tunel" (menuda metáfora para los de Renfe), pero el chofer del tercer autocar se empeña en decir que él no sabe qué hace allí y que no va a Valencia porque tienen otro servicio a las 13 horas.
15. El chofer del primer autocar pasa al tercer autocar y tras varios amagos de discusión entre el interventor del tren / autocar / bala / lanzadera, los choferes presentes (tres), los mossos, los mecánicos que ya han llegado y algunos pasajeros de natural irritables (entre los que no me cuento: me he levantado en postura mental za-zen, hoy), se acaba acordando que todos los pasajeros pasen al tercer autocar conducido por el chofer del primero (creo).
Los otros dos conductores, muy amablemente, vuelven a trasladar las maletas al dicho autocar y, con aquella alegría que caracteriza cualquier viaje por carretera bien organizado, se reanuda la marcha hacia Valencia, siendo las horas 10,15 a.m. del día de gracia de nuestro Señor de 23 de octubre de 2007, en que la iglesia celebra al Santísimo Redentor y a San Antonio María Claret.
16. A las 12,15, el autocar tercero sale de la autopista para dejar, junto al peaje de Benicàssim, a un sufrido empresario canario que, horas después, tenía que volver a Barcelona. Barruntaba el hombre la navegación de cabotaje, siguiendo una brillante idea de los alcaldes del Baix Llobregat, Garraf, etc.
18. La divina providencia nos echa una mano: resulta que el chofer del primer autocar, que ahora nos lleva en el tercero, lleva un cargador que, quizás, sea de la marca del del interventor. Por desgracia, está en una cartera, para alcanzar la cual (está a su izquierda) tiene que dar dos bandazos a izquierda y derecha que, intuyo por intercesión directa de los santos del día, no nos llevan fuera de la autopista.
19. A las 13,45 salimos de la autopista por València-Nord. Ni el interventor ni el chofer de la máquina de tortura en que se ha convertido el tren ARCO 697, metamorfoseado en gran calabaza, en tercer autocar que era, en realidad, el primero, saben cómo llegar a la estación de València por algo que no sea una vía.
20. Decido convertirme en Odiseo, de hecho todos en el autocar estamos a punto de superar una prueba homérica, y guío a la tropa por la carretera de Catalunya, avenida Aragón, puente del mismo nombre, Gran Vía, calle Ruzafa, plaza de toros y estación de València. Llegamos a las 14,05 horas y mi sentimiento, más que de Odiseo es (mirad la última foto) de Polifemo: como el cíclope, aturdido y habiendo perdido un ojo, me siento tras haber sido maltratado durante seis horas y cinco minutos por Renfe y sus secuaces (horario de llegada previsto: 11,20 a.m.). Las Sirenas y Medusa, a su lado, me parecen ahora aprendizas en el tocador de la Señorita Pepis.
21. Los cuatro de Albacete, que dan título a este relato (estrictamente verídico), a los que voceaba y apremiaba el interventor, tenían 15 minutos para localizar su bolsa de pic-nic prometida y enlazar con, quizás, un tren que les tenía que llevar a su destino final.
22. Del resto de compañeros de odisea nada sé. Me gustaría que hubieran llegado a alguna parte. Espero encontrarles algún día, sanos y salvos y lejos de Renfe, en las tierras que hay más allá de la laguna Estígia.
23. Decido esfumarme, discretamente, calle Colón abajo, intentando no llamar la atención ni del interventor ni del chofer, no vayan a aconsejarme que reclame algo, a las seis horas y cinco minutos de mi partida de Barcelona.

24. Que se vayan, que dimitan, que la ministra, que el secretario de estado, que el jefe de cercanías y de media distancia, que el presidente de Renfe, que todos los responsables de los autocares puestos en esas condiciones, se vayan. Que tengan la mínima dignidad de dejar sus puestos y que alguien intente encontrar a gente más competente para desempeñar esas labores: no tiene que ser muy difícil. Me caería la cara de vergüenza protagonizar, en tanto que responsable de lo que sea, desaguisados como el que los usuarios de Renfe estamos viviendo en los últimos meses en Barcelona y no ofrecer, con senecana dignidad, mis venas y una bañera de dulce agua caliente, para que alguien me "desangre" pacíficamente.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada
Be patient, my friend!