18 de febrer, 2008

En Alicante, Restaurante Puerto


Esto de pasarse la vida dando tumbos por ahí tiene sus ventajas...la más evidente es que te permite ir conociendo los lugares clave de los sitios por donde pasas. Y a Alicante, donde tengo buenos amigos, voy de vez en cuando. Y en Alicante, ya se sabe, la reina es la costa. Y de la costa, el pescado...En el puerto de la capital, barcas de pesca hay, claro, aunque queden cada vez menos (en el muelle de poniente; la zona de "privilegio" es, ahora, para el puerto deportivo) y me contaron mis amigos (buen diente, mejor paladar, yo lo sé) que una de las personas que mejor pescado tiene en la ciudad y mejor arroz a banda hace, es el dueño del Restaurante Puerto (C/ Dr. Sapena, 53, telf. 965 219574). Hay que apresurarse, amigos, porque me dicen que quiere jubilarse pronto y su hijo no parece estar por la labor de la continuidad.

El local es discreto, de aquellos de toda la vida donde lo que domina es el aparador del pescado y la sencillez por bandera (eso sí, Manzanares preside la sala: noblesse oblige!). De entrantes, mientras se prepara el arroz a banda (que ya no sirven con el pescado, sino con sus tropezones en la paellera), un marrajo semicurtido a la plancha, tibio y con un chorretón de aceite: impactante, de veras. Siguen unos chipironcitos enteros con la tinta en su interior: aunque suene a bruto, aconsejo vivamente embucharse el chipirón entero y dejar que la tinta explote en el interior de la boca. Impresionante. Cierra el tercio de recepción una tiernísima sepia encebollada. Una oreja la tenía ya asegurada el restaurante. Por cierto, maldigo la hora en que me dejé la cámara de fotografiar en casa. Nunca se aprende lo suficiente...

El arroz a banda, ¿qué deciros de él? Veía el primer plano y sólo pensaba en mi cámara...un grano suelto y entero, exactamente en su punto y formando un conjunto en que se intuían los agujeros por los que había respirado la paellera, un paladar sabroso pero nada grasiento, ajustado a los sabores delicados del pescado lo justo como para resaltar la maravilla que es ese grano de arroz. Cuando pillas un plato de estas características y terminas la primera ración (cayeron dos, dioses, ¿qué pasará con la próxima revisión médica?), miras el fondo del plato y ves esa pátina...sabes que has comido un gran arroz. Para acompañar, estuvimos de suerte: un Palacio de Menade, verdejo, 2007, recién llegado, que puso un gran contrapunto a la moderada untuosidad del arroz. Fruto de una escisión de la familia Sanz, y afincados en la mítica La Seca (VA), este verdejo mostró una delirante juventud: jazmín a borbotones, muy floral, hierba cortada, agua de rosas, lima-limón, poco amargor, un amarillo pálido con verde de océano y una boca sabrosa, larga, algo tierna todavía (cuerpo medio). Largo posgusto, muy largo. Un buen vino a un precio muy asequible (en tienda estará sobre los 7 euros). Con el arroz y el vino y su servicio, se había ganado ya El Puerto la segunda oreja y el rabo. De postres, volví a la discreción (piña natural) y al salir del local, saludé al dueño y a su hijo y me dio que si les daba un abrazo de agradecimiento, no me entenderían el gesto. Así que les escribo esta nota, que no leerán, y a Ustedes les digo que si pasan por Alicante, regálense con una visita a este restautante (sé que mi amigo no me perdonará la indiscreción, pero ya que no ha salido nombre alguno aquí, les diré que todo lo comentado, más pan, agua, una tarta de almendras y cafés salió por 35 euros por cabeza).

Foto de la costa de Alicante por edomingo.

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