Posee un bello y brillante color rubí, atractivo de veras, con notas algo violáceas. Sus primeros aromas no son, precisamente, de fruta intensa y madura, sino que (y puede que aquí radique uno de los inconvenientes que tantos le encuentran) te asaltan dos tipos de dulzor, uno, el del sirope de grosella o de granadina que un servidor tomaba de aperitivo de niño (con sifón, por supuesto); dos, el de lo que mi hijo mayor (ya muy acostumbrado a oler vinos, aunque todavía no los tome) calificó de inmediato como "¡huele a chuche!". Y en efecto, el vino, también en boca (empieza con un carbónico notable que se diluye con rapidez), peca de ese carácter dulzón. Es un vino sabroso y agradable, por supuesto, que muestra al rato aromas de mermelada de moras y que se deja beber con gusto y tiene, además, un buen precio (5 euros), pero esas notas dominan demasiado el conjunto. Lo mejor que tiene es su carácter casi refrescante. Por ejemplo, para unos de mis spaguetti preferidos, "aglio, olio, peperoncino", queda de fábula. Son de esos que uno prepara en cinco minutos, pero cuyo rastro benefactor se prolonga horas y horas... AOVE en el que uno sofríe (¡y no retira!) unos dientes de ajo, a continuación una guindilla bien picante (¡que tampoco retira!) y condimenta los spaghetti al dente (en este caso, yo siempre uso deshidratados) con este aceite aromatizado. Un poco de pecorino por encima y ¡directos a la gloria!La "insinuación" del aglio olio peperoncino BY Paoletta S. en Flickr.com.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada
Be patient, my friend!