09 de febrer, 2008

Vinos para el bienestar: Barzen BA 2003

Varios conocidos redactores de blogs han publicado sus notas recientes sobre la bodega, viñedos y vinos de Alex Barzen (Vadebacus y Olaf, en Uno +...), y el mismo Alex está respondiendo, con increíble amabilidad y un excelente castellano, las preguntas que todos los enobloggers le estamos haciendo desde ayer (en Vadebacus). Así que, con el permiso de Ustedes y contra lo que suele ser mi costumbre, me voy a concentrar en la descripción del vino, aprovechando la circunstancia propicia. La botella es de 375 ml y sale por algo menos de 20 euros.

Su color es amarillo, de un dorado nada estridente. Los italianos tienen una expresión bellísima para definirlo: "giallo paglierino", amarillo color de paja. Así son los campos de trigo tras la cosecha. El azúcar residual (estará por encima de los 150 gr/L: la ficha tecnica que tengo es de la añada 2005, no de la 2003) y la vinificación (fermentación en frío, lenta, lenta, y parada natural de la misma: para una explicación de qué significa esto, hay que mirar la entrevista en directo con Alex!) producen un vino de paso lento en copa, de andares suaves y cadenciosos, con lágrima lenta y persistente. Sus primeros aromas son de suave mineralidad, que irá ganando terreno con algo de temperatura (yo recomiendo empezar sobre los 11-12ºC) y, sobre todo, con la botella abierta un par o tres de días (¡más no dura!): bosque de otoño, con hojarasca húmeda, setas en el ambiente y delicado mineral fósil (hidrocarburo).

Estas notas son muy destacadas y para mí, por encima de otras (uno acaba mareado, casi, por la cantidad de descriptores que ponemos), les siguen dos: la sensación de la piel de limón cuando la usas para un pastel, junto con la de la mermelada de ese mismo limón. Y una persistencia balsámica, tanto en nariz, como en boca, indisociable de su acidez, frescor y soltura en boca: hojas de menta estrujadas, olidas, casi masticadas, que aportan un cuerpo, un carácter paradójicamente (por el azúcar) fresco a este vino. Boca de cierta untuosidad, pues, pero fresca, al mismo tiempo, y refrescante. Y un final largo, muy largo que te devuelve al corazón de ese bosque del que partíamos.

Cuando uno sabe a qué precio va el placer entre los BA de calidad (hechos con uvas seleccionadas de la vendimia tardía, con botrytis, aunque quizás no en todas ellas), y mira el precio de esta maravilla, se da cuenta de que merece mucho la pena hacerse con una botella y acompañarla, por ejemplo, con unos pastelillos de pasta brisa, frutas frescas y crema o, también, con una coca de brioche con chicharrones (¡jueves lardero!). Y por supuesto, el último trago, hay que tomarlo solo.

Con esta nota, inauguro hoy una nueva sección: "Vinos para el bienestar". Este concepto ("benessere", "wellness", "Wohlbefinden") es muy personal, por supuesto, y hay quien lo identificará con la visión de una playa bonita o con una relajante sesión de masaje o con un buen concierto, etc. Yo, por ejemplo, lo relaciono con un vino especial, que me emociona, que me agrada mucho, que me relaja y me invita a beber (moderadamente), a charlar, a pensar, a compartir...Por poner otro ejemplo, La Perlara de Ca' Rugate, recioto di Soave, sería para mí otro gran "vino para el bienestar". Intentaré usar esta etiqueta, a partir de ahora, sólo con vinos muy especiales que me produzcan emociones parecidas a las que he encontrado compartiendo este BA 2003 de Alex Barzen.

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