
Ésta es una historia triste, aunque me gustaría pensar que ha tenido un final "feliz". Suelo ir con frecuencia, por temas que no vienen al caso, a Tarragona, ciudad que amo y en la que he pasado siempre buenos momentos, por supuesto también enogastronómicos. La tienda de vinos y comestibles envasados que me inspira más confianza es
Clap de Ceps, de Xavi Fortuny, en la C/ Mercería (que va de la plaza del Fòrum a la escalinata de la catedral, en la zona alta y vieja de la ciudad). Xavi atiende con cuidado pero sin empalago, le gusta repasar sus botellas contigo, comentar peculiaridades, ponderar novedades. Está al día, conoce muy bien todo lo que se hace en la demarcación y, además, se está abriendo a otras zonas del mundo: asoman ya vinos franceses, alemanes, algún suramericano y está estudiando el tema de los italianos. Xavi me contó esta historia, de la que no pedí detalles. Me quedé "tan sólo" con su esencia, ante la botella que me mostraba (la de la foto).
Gobe era el sobrenombre de un joven viticultor de Marçà (DO Montsant) y su ilusión eran las cepas que había comprado y el vino que quería hacer con ellas. Gobe murió en un accidente y sus amigos, grandezas de este mundo del vino que se muestra casi siempre solidario y amable, decidieron que ese vino saldría al mercado y llevaría el nombre de su impulsor. La vid y su vino representan el ciclo de la naturaleza, que nunca muere. A una primavera sigue el verano, al verano la vendimia y tras la vendimia, el mosto. Con el invierno y el vino ya reposando en las barricas, el campo duerme (la nieve sobre él, la muerte) para volver con renovadas fuerzas a la siguiente primavera. Este vino hace que el recuerdo de Gobe nunca muera, pero además, es un vino que merece un comentario porque se bebe con placer. Con un 70% de garnacha y un 30% de cariñena (¡la siguiente cosecha se prevé como monovarietal de garnacha!), el vino llega con 13,5% y conviene tomarlo sobre los 15-16ºC. Es de capa media-alta, color de la picota bastante madura y huele a fruta roja madura (entre la grosella y la mora), con toques de levadura (pastelería) y paso de gran personalidad en boca: fuerte pero con taninos suaves y bastante redondos. Es de trago fácil y agradable y asoman, en posgusto, recuerdos de pan y de orégano. Con un poco de aireación y temperatura, te regala con aires de clavo de olor y de grosella negra. Yo lo bebí y pensé, como reza la contraetiqueta, que tomarlo es darle sentido, es hacer que ésta historia tan triste tenga un final casi feliz.
Por cierto, no dejéis de pasar por Clap de Ceps, si estáis en Tarragona: saldréis con un buen rato de conversación y algún vino interesante. No tengo la menor duda.

Este vino es embotellado por "Amics de Gobe, S.L.", en C/ Bassa, 10. 43775 Marçà. Telf. 639709133. Info@amicsdelgobe.com.
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