Hoy, como cada año, es un día muy especial para quienes amamos la lectura y los libros. Olvidemos críticas facilonas sobre la visión comercial de la jornada y quedémonos con que es el día del año en que, ya casi en todo el mundo, se celebra la pasión por el libro y por el amor. Los unos reciben libros, las otras rosas (o según corresponda a la variedad de cada pareja, vaya) y todos andamos, felices y contentos, husmeando por las paradas de libros, comentando esto y aquello con los vendedores, encontrando amigos, disfrutanto de un día único de inicios de primavera. Los vencejos han llegado a Barcelona hace muy pocos días y revolucionan, ya desde primera hora, el cielo de la ciudad. Andan atareados reencontrando nidos, confirmando parejas y citándose, también ellos, para el próximo apareamiento. Más o menos como sus vecinos, los humanos: atareados quedando los unos con los otros, citándonos para comer o para cenar, confirmando compromisos, reafirmando parejas y obsequiándonos con un día muy especial. Me gusta mucho Sant Jordi y creo que con la celebración del solsticio de verano (lo celebramos la noche de Sant Joan) es mi día preferido del año. Mi cabeza se va a los amigos y parientes que se llaman Jordi, a quienes felicito de todo corazón. A mi cuñado, que con suma discreción me ha ayudado a apreciar y amar el arte de la fotografía y de las cosas bien hechas; a Jordi Melendo, que me transmite cada día más pasión y conocimiento por el mundo fascinante del vino espumoso. No les llamaré (no suelo hacerlo), pero saben, desde aquí, que pienso en ellos. Mi cabeza se va, también, hacia aquellos amigos que amaban los libros y no podrán disfrutar con nosotros de esta jornada.
Sobre todo se va a Isabel, que gozaba, desde Santillana, de este día en todo el mundo, y a quienes trabajaban con ella, por difundir la pasión por la lectura desde ese potentísimo altavoz, a Emiliano, a Iñaki, a Joaquín, a Carlos, a todos ellos, mis felicitaciones y mi ánimo a seguir trabajando por el libro y la letra impresa, aún sin Isabel. Mi cabeza se va, en fin, hacia NYC y Santo Domingo, donde mi amigo Manuel Camblor y su familia están a punto de iniciar una nueva y grandiosa aventura vital: que os vaya tan bien, en la nueva casa, como os merecéis. Por todos ellos, por los presentes y por los ausentes, por los buenos deseos y por las celebraciones, en esta tierra siempre hacemos lo mismo, levantamos una copa de buen cava y brindamos. Con un Celler Batlle de Gramona, reserva 1999, la última añada en el mercado del, para mi gusto, mejor cava de crianza catalán, lo hice yo anoche. Mayoritaria charelo, minoritaria macabeo, para un crianza de siete años mínimos, que conviene tomar sobre los 10ºC. Abres la botella media hora antes de la degustación y se llena la estancia de aromas vínicos: caso único, diría. Perlaje finísimo y muy activo, desde el fondo de la copa hasta la corona central. Aromas de madera delicada, de vainilla, de hinojo y anís estrellado, de hierbas aromáticas (maría luisa), de levadura de París, de fruta madura de carne blanca. Suave y delicado en boca, de extrema cremosidad y casi untuosidad, pero con la potencia y el alma del auténtico vino base que reposa en su corazón. Es un gran vino de cava, si se me permite la expresión. Posgusto de avellana tostada y de manzana madura, con unas horas de reposo con botella abierta y bien conservada, gana en cuerpo y muchos enteros en boca. Alcé la copa, brindé por todos y por todo y, ya hoy, escribo esta nota y os deseo un bonito día de Sant Jordi. Aunque no sea vuestra tradición, salid y comprad libros y rosas y si podéis, brindad con un buen cava o vino espumoso por el bienestar de los vuestros. ¡Salud!POSTSCRIPTUM. Acabo de darme cuenta de que ésta es la entrada número 500 de mi cuaderno de anotaciones sobre vinos y comidas. Absoluta coincidencia que lo haya publicado, además, por Sant Jordi porque ayer por la noche ni sabía que esta mañana lo escribiría. Pero me alegra, la verdad: uno de mis objetivos en este cuaderno es intentar ofrecer buenos momentos de lectura, apuntes de crónica apasionada, de mis vinos y comidas. Que lo consiga o no, corresponde a vosotros decirlo, no a mí. Pero me gusta que la entrada 500 coincida con el día por excelencia dedicado a la lectura y a los libros.
La foto de la rosa By Chesil.
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