15 de desembre, 2008

Días de polvorones y burbujas


Prometo no hablar de las fiestas que se acercan, ni expresar deseos, listados, rankings ni nada por el estilo...no anda el horno para bollos en mi casa y, además, no me apetece. Me voy a concentrar en el famoso y horaciano carpe diem y en daros un solo "consejo": aprovechad el día, que nadie sabe qué le pasará mañana. De las cosas que he probado este último mes y medio, he estado especialmente atento a los efectos reparadores que las burbujas podrían proporcionar, más en relación con los polvorones que con los turrones. El año pasado se habló aquí de esta última combinación y ahora me apetece más proponeros (tampoco son tan distintas las ideas) cuatro tipos distintos de burbujas que, creo, complementan bien el carácter saciante y graso de mantecados y polvorones. La primera de ellas es del amigo Sergi Colet que sigue, incansable, sorprendiendo a todos con sus productos. "Vatua!" es una expresión muy catalana, interjección que sirve tanto para indicar sorpresa positiva como indignación. Una traducción al castellano podría ser "córcholis!" Y, en efecto, ésa es la sensación que produce el nuevo espumoso de Sergi, una mezcla de muscat (50%), parellada (40%) y gewürztraminer que me sorprendió tanto como me agradó. De color amarillo casi limón, ofrece una burbuja no muy fina, que denota juventud y alegría. Es un vino con mucha fruta, uva moscatel en nariz y, sobre todo y con temperatura, en posgusto. Sus poderes no terminan aquí: caramelos de violeta (entre Harrods y unas maravillas de Andorra que me traían de pequeño, en caja de lata y "pintados" a rayas), pétalos de rosa algo marchitos, boca bastante seca pero sabrosa (más dulce en nariz que en paladar) y quizás algo de madera (no sé si lleva un poco de crianza alguno de los vinos base), conforman un panorama agradable, distinto, que limpia y acompaña muy bien el tipo de dulces que comentaba. Sé que no gustará a todos, pero yo soy de los que disfruta, también, de un buen espumoso de riesling...por ahí van los tiros. Lo comercializa Vinialia aunque se puede encontrar en muchos comercios.

Los pétalos de rosa y la distinción podrían ser dos nexos com mi segunda propuesta.Con el mismo tipo de vinificación que el Moscato d'Asti o el Braccheto d'Acqui, una de mis bodegas italianas preferidas, La Stoppa, le saca un partido increíble a su malvasía "di candia aromatica". No solo la pasean en su Ageno o su Vigna del Volta (vinos que impresionan), la ofrecen también con una burbuja generada en autoclave. Este vino frizzante dei Colli Piacentini posee sólo un 6% de alcohol y conviene abrirlo y tomarlo, fresco que no frío (9-10 ºC). Con un color oro algo gastado y viejo (efecto quizás de un cierto contacto de hollejos con mosto, pues no tiene crianza alguna), este frizzante nos regala con una nariz muy fragante y una burbuja agradable. Ciertamente no es fina pero ofrece cierta persistencia al oxígeno. El vino huele deliciosamente a uva madura (es malvasía, pero se identifica muy bien con la buena moscatel de Teulada), a pétalos frescos de rosa y a orejones de albaricoque poco deshidratados. Es un vino muy agradable en boca que, como el espumoso anterior, te limpia, te repara las encías y el paladar y te ofrece, como conclusión, unos aires de lima bien bonitos. Destacaría la sabia combinación entre acidez y dulzor de esta malvasía frizzante. Una vez más, Elena Pantaleoni y su gente la han clavado. Lo comercializa Enoteca d'Italia.


La tercera opción es distinta, por procedencia, uvas y vinificación en su conjunto, a las otras dos, pero algo las hermana: brillantez, frescura, gratificante, reparadora burbuja. Camille Savés es un reconocido "récoltant" que vinifica su propia uva, en el pueblo de Bouzy, con viñedos grand cru (chardonnay y pinot noir) en la montaña de Reims (orientación sur). Su Carte d'Or brut sin indicación de añada (Non Vintagé) es un vino que destaca por eso, por su vinosidad al mismo tiempo que por su frescor. Son champagnes cuyos vinos base no conocen la crianza en madera y que pasan, antes de la segunda fermentación, muchos meses en acero inoxidable. Ello les da un carácter especial, con un aspecto dorado bastante pálido, una burbuja que explota en cremosidad en copa pero que acaba metamorfoseándose en ligerísimo cuerpo, tenue y fugaz. Burbuja muy impetuosa al principio, finísima al rato. En nariz y en boca es un champagne que destaca por su frescor frutal: muy acusada la manzana ácida, más matizado el orejón de albaricoque (que en mi memoria siempre resulta más ácido que el de melocotón) y casi liviana, pero siempre presente en boca y en posgusto, la corteza de limón que se nota en un buen pastel de yogurt. Una ligera mineralidad de talco y una frescura realmente apabullante pero de paso aterciopelado (cremoso dirían algunos), ligera pero con el carácter y entidad del buen vino, completan la oferta. Lo comercializa Coalla Gourmet.

La cuarta y última propuesta es de una de mis bodegas de referencia en el asunto del cava: Raventós i Blanc. Con una tradición que arranca en 1497 en Sant Sadurní d'Anoia, Josep María Raventós i Blanc i su hijo, Manuel Raventós i Negra, fundan un nuevo proyecto en 1984. Con la idea (¡creo!) de château en la cabeza (el celler como eje estratégico del viñedo) y 90 ha de cepas históricas alrededor del roble, símbolo de la casa, sus cavas combinan calidad con precio ajustado. Hablaré con más calma de la bodega porque una visita pausada a la misma me lo permitirá en breve. El lector de estas páginas sabe de mi devoción por Elisabet Raventós y de mi apego por el Gran Reserva de la Finca, cavas con buena crianza, boca sabrosa y sabores delicados. Pero hoy quiero terminar esta nota con su producto más preciado: el Gran Reserva Personal de Manuel Raventós. Acaba de salir al mercado su añada 2001 y tuve la oportunidad de probarlo hace poco (degollado en 30.09.08) junto con otros cavas de la finca. Con la fruta de sus dos pagos más preciados, 60% de xarel.lo y 40% de parellada (Manuel Raventós cree firmemente en la capacidad de buen envejecimiento de esta variedad), selección en la planta (se deja en ella el fruto que no va al mosto porque trabajan sin mesa) y siete años de crianza, este cava de terruño tiene una nariz muy fina, con aires de levadura de París, frutos secos (avellanas algo tostadas) y una boca larga, muy larga, con cuerpo, carbónico suave, burbuja muy fina y un posgusto que se mueve entre las pasas de Corinto, el pastel de manzana con crema inglesa y el anís estrellado. Casi me atrevería a proponerlo solo, como el mejor acompañante para una larga y sugestiva sobremesa. Si lo tomáis a su buena temperatura (10-11ºC), lo disfrutaréis mejor.

¡Ahora ya podéis daros a los excesos de la harina, la manteca y las grasas navideñas con la seguridad de que hay posibilidad de refrescar como es debido el paladar!

La foto del cava de Raventós i Blanc es de Víctor Franco.

NOTA BENE. Cualquier parecido de formato o de intenciones con las recomendaciones de El País Semanal de anteayer, sábado 13 de diciembre de 2008, es pura casualidad.

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