Raventós i Blanc es una de mis bodegas de referencia en el mundo del cava. Fundada oficialmente en 1989, la actividad de la familia propietaria, los Raventós, hunde sus raíces en el suelo del Penedès. Muy cerca de Sant Sadurní, desde hace más de 500 años, los Raventós documentan su relación con la viña y con el vino. Don Josep Maria Raventós i Blanc forma parte, además, de la historia (¡escrita y no!) de la DO Cava y su hijo, Don Manuel Raventós i Negra, ha sabido materializar, con una elegancia y una discreción paralelas al roble que simboliza su marca, una realidad que hace apenas veinte años no existía más que en las cepas. De la cabeza de su padre nace el proyecto, pero de la suya surge la idea del "château" dedicado a las burbujas, de la idea del edificio como centro neurálgico de la finca y de un concepto de cava que prima, por encima de todo, la añada, la crianza y la peculiaridad de los distintos climas y terruños, con las variedades de uva más idóneas para cada uno de ellos.
En un mundo como el del cava este tipo de apuesta es arriesgado: aquí toda la uva está a la vista, toda es propiedad de la bodega y controlada por ella y toda recibe su tratamiento específico en función del tipo de vino al que va dedicado. Si, además, sobre esta filosofía campean otras dos divisas, calidad y precios ajustados, la oferta resulta de gran atractivo. Conocía los cavas y algunos vinos tranquilos, pero el azar más absoluto (nada relacionado con el vino) me puso en el camino de Manuel Raventós. Ni corto ni perezoso, le comenté que había tenido la suerte de participar en una cata vertical de ER (1999-2002) y mi admiración por éste, por otros cavas de la casa y por la comunicación y estilo de su marca. Me quedé con la estampa de un gran señor, al que intuí más dedicado al negocio que a lo que a mí me interesa de verdad, el trabajo en la viña y en la bodega. La idea preconcebida se rompía en mil pedazos al cabo de un par de meses, cuando tuvo la gentileza de invitar a unos amigos y a un servidor a una visita a la bodega. Pensando en la clásica visita de edificio y cata, me topé, por contra, con un auténtico agrónomo, con un hombre que ponía por delante de todo la explicación, SU explicación del territorio, de la finca, de las peculiaridades de los suelos, de los microclimas, de qué uva en qué tipo de suelo y por qué. Sobre el territorio y antes de pisar la bodega o de catar de nuevo sus vinos y cavas, comprendí el por qué del éxito de Raventós i Blanc: el vino se hace en la viña y quien lo hace tiene que amarla profundamente y conocer al dedillo sus secretos. El hombre tras la viña, éste sería el subtítulo del artículo y lo que descubrí en Manuel Raventós.
El Gran Reserva de la Finca 2003 es, quizás, el que mejor RCP ofrece de toda la gama probada. Con cuatro años de crianza y degüelle tambien en septiembre de este año, incorpora ahora un 5% de PN a las ya habituales xarel.lo (40%), parellada (25%) y chardonnay (10%). Sale por entre 12 y 13 euros y ofrece un bellíssimo color oro intenso, con aires de autolisis importantes, bollería fresca y manzana asada al horno. Poca burbuja a la vista, pero gran perfección en su integración con el paladar. Mi querido Elisabet Raventós en su añada 2003 fue, quizás, el que se mostró en un punto más cerrado todavía. Con su habitual 60% de xarel.lo, 30% de chardonnay y 10% de monastrell estuvo esquivo en la cata. Días después he probado otra botella y muestra su habitual color oro matizado, tenue, con un finísimo perlaje que sube con fuerza a la superfície y forma una corona grande y persistente. Manzana ácida y fruta fresca en primera instancia; gran consistencia en paladar pero con un carácter muy ligero, vinoso pero con la personalidad todavía por mostrarse en plenitud; cierra con una bella nota de manzana ya al horno y de esos brioches bretones de a medio kg que tanto me gustan para cortar en rebanadas. Culminó la sesión el Gran Reserva Personal de Manuel Raventós 2001 (60% de xarel.lo y 40% de parellada), un cava con siete años de crianza por un precio entre los 27 y los 30 euros. Sin duda es un señor precio, pero la botella se sitúa entre las grandes de la gama de larga crianza en la DO Cava y merece la pena ser conocida y probada: un auténtico cava de parcela, de terruño, con la mejor boca de la sesión. Una nariz muy fina de levadura de París; muy largo en boca y en posgusto, con pasas de Corinto y pastel de manzana, con anises y gató de Reyes, con avellanas tostadas y una cremosidad y consistencia enormes, es un vino para largas horas de conversación y para ser gozado en la intimidad. Brindo con él y con mi anfitrión, Manuel Raventós (en la foto, a la derecha), brindo con su familia y con mis amigos y alzo la copa, en el preciso momento en que se produce el solsticio de invierno, con el deseo de que su hijo Josep tenga el acierto y el empeño de continuar la labor de su padre y de su abuelo. Por lo que sé, madera y raíces no le faltan.
La primera foto es de Polakia; la segunda es de Calamar; y la última, de Raventós i Blanc.
La primera foto es de Polakia; la segunda es de Calamar; y la última, de Raventós i Blanc.
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