Guardaba en la cartera el momento adecuado para hacer un breve comentario sobre Eric Asimov. Ahora me parece llegado ese momento. No hace mucho escribíamos algunos, a raíz de un artículo de J. Asenjo, sobre la presunta separación entre la gran prensa escrita y el mundo de los cuadernos de notas sobre vino y gastronomía. Eric Asimov es uno de los mejores ejemplos en el mundo para mostrar cómo se puede ser un gran periodista en uno de los periódicos más influyentes del planeta (él es el jefe de crítica de vinos del NYT) y, al mismo tiempo, uno de los grandes "bloggers" sobre el mismo tema (él es el animador de The Pour, que a partir de hoy mismo incorporo a mis blogs de cabecera del mundo anglosajón).
Eric Asimov BY Brent Murray/ NY Times.com
"The Pour" (la acción de verter, de servir) tiene como emblema una "recreación" del pensador de Auguste Rodin, quien, en vez de reflexionar en abstracto sobre la condición humana, lo hace sobre una copa de vino tinto, exenta ante él. Siempre me ha parecido una bella metáfora de lo que pretende.
Eric Asimov es una persona discreta, reflexiva, inteligente, informada, que escribe un bello inglés y que (ésta es la segunda razón por la que hoy hablo por fin de él) nos informa, en su último comentario publicado, sobre Park B. Smith y su bodega. El Sr. Smith es un industrial textil que, en su residencia de verano de Lakeville (Connecticut) y a lo largo de decenios de años, ha construido una bodega que contiene 65.000 (sic!) botellas. Es un apasionado de los Châteauneuf du Pape pero, por supuesto, en esa bodega reposan las mejores referencias de las mejores añadas de los mejores vinos del mundo. Ni más ni menos.
Eric Asimov explica de forma magistral, sencilla, breve, directa, la historia de un mediodía de enero en que fue invitado a visitar la bodega. La cosa terminó, de forma no prevista, en una comida en el centro mismo del local. Y tras un desfile y descorche de botellas míticas para su dueño (tal fue su generosidad), llegó aquello pregunta que todos los amantes del vino quisiéramos que nos hicieran, precisamente en una bodega así: "¿hay alguna botella que le gustaría escoger?", le preguntó el Sr. Smith de sopetón. A lo que Eric pensó "¿Os imaginais que os dieran la llave de vuestra tienda de golosinas preferida...?"
Pues eso exactamente le sucedió a Eric. Espero que disfrutéis tanto como yo, leyendo la historia completa en su blog, desde hoy entre los destacados de mi columna de la derecha. Y por si alguno se animara, y por favor, no lo toméis como una encuesta (¡no me gustan las encuestas!): si os hicieran esa pregunta, y supierais que Mr. Smith lo tiene TODO, ¿qué pediríais?
Las fotos de Mr. Smith y de su bodega BY Thomas McDonald para The New York Times
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