A ratos tiene uno que escribir sobre cosas que nada tienen que ver con el contenido de este blog. Mi amigo Quim me enseñó, entre otras muchas cosas, la insobornable fuerza que requiere hacer y decir lo que uno piensa. Mi amigo Quim murió ayer, maldita sea, a la edad de 56 años. Nos veíamos poco últimamente pero compartimos mucho durante algunos años y cada vez que nos encontrábamos, el abrazo era cálido y sincero, de amigos reencontrados. Todo cuanto he leído hoy (fue periodista de relumbrón, miembro de la redacción fundacional de El Periódico, hacedor de mil periódicos y revistas desde Cases i Associats) ha girado alrededor de su profesión, su pasión por la información y por cómo los periódicos se hacían y comunicaban. Bien está, era su oficio.Pero yo tuve la suerte de conocerle en su vertiente más estrictamente privada, de vacaciones, compartiendo muchos ratos a la sombra o a la luz de las estrellas del Gironès o de l'Empordà, fumando siempre él, bebiendo ambos, comentando, criticando, conociendo el mundo a través de sus viajes y de sus experiencias. A ambos nos gustaba viajar, meternos en la piel de los demás, ser curiosos, a ambos nos gustaba comprar aquello que cocinábamos y comíamos con nuestros amigos. Le encantaba ir a las pescaderías y pegar la hebra con las dependientas y, casi siempre, darles alguna lección de anatomía ictiológica. Todavía más le gustaba comprar algo que le apetecía, cuando sabía que ibas a ir a comer a su casa y, al llegar tú, decirte "mira no sé bién cómo hacerlo. ¿Por qué no te pones tú a cocinar?" Fumaba lo que quería, decía lo que pensaba, era apasionado, jamás comedido, aunque casi siempre callara en público. Era mi amigo y ayer, maldita sea, a la edad de 56 años, ha muerto. Yo acabo de enterarme y entre lágrimas escribo esto. Me las sorberé rápido porque a Quim, Quim Regàs, aunque era emotivo hasta el tuétano, no le gustaban los números en público. Me las sorberé y me iré a guisar un buen pescado y a comérmelo con un mejor vino, pensando en él y en los buenos ratos que pasamos juntos, nuestras familias, él y yo. Maldita sea.
La foto de Quim es del Archivo de El Periódico
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