Que el río Ródano es uno de los grandes ríos vinícolas del mundo es algo que todos los lectores de este blog saben: de la norteña Côte-Rôtie hasta la sureña Châteauneuf Du Pape, se trata de una zona que no tiene desperdicio alguno. Quizás de todas las denominaciones de origen que mima este río providencial, algunas de las "menos" conocidas por el gran público (puede que lleguen menos botellas de ellas aquí, que se hable menos de ellas y, además, peresentan una variación de calidades muy notable) sean las de Saint-Joseph y Crozes-L'Hermitage. En el mapa las tenéis situadas en el tercio norte.Andaba el otro día husmeando yo por Vila Viniteca cuanto topé con una botella (dos, de hecho) que me llamó la atención. Me vino a la memoria una de esas estupendas y muy instructivas crónicas de viajes enófilos de Luis Gutiérrez en El Mundo Vino, en que describía la feria de Côte-Rôtie y Condrieu, en Ampuis.
Tiene un color de profundo rubí, denso, de capa muy alta y homogénea (sin apenas distinción entre menisco y ribete). Sus primeros aromas, a copa parada, denotan la necesidad de una buena decantación, que no tuvo, pues empieza algo reducido. Es un vino que necesita algo de oxígeno y una temperatura de servicio de 16ºC. Cuando la copa adecuada le da esa posibilidad, empieza a ofrecer una panoplia notable de bondades: fruta intensamente madura (ciruela madura), especias (pimienta y nuez moscada) y fruta con maceración alcohólica son sus notas más destacadas. En boca es un vino muy redondo, pleno, con taninos de gran personalidad pero no duros. Se trata de un vino que opta por la expresión poderosa no exenta de una notable fineza. En cualquier caso, ofrece algo que los buenos aficionados agradecerán: un Crozes-Hermitages hecho de la manera más tradicional posible, a un precio muy interesante y un nuevo nombre a seguir en la familia de los Graillot, ahora ya Alain y Maxime.
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