25 de desembre, 2007

And the risotto goes to...


Pues al final, y tras darle muchas vueltas, me he decantado por el moscato d'Asti!!! Ya hablaré de él cuando publique el comentario de trinchera de la comida de navidad de hoy, año de gracia de 2007 (¡¡¡en estos momentos, la casa está copada por la familia política!!!), pero los amigos GdP y Encantadísimo, no sé si juntos o por separado (¡¡¡lo que no puedo pagar es el billete desde Santiago a Barcelona!!!), tienen una cita en casa, con un risotto como, por ejemplo, el de la foto de la izquierda. Fue perpetrado por un servidor en la pasada primavera, con espárragos silvestres y setas de temporada. Será éste o el que los ilustres comensales prefieran. Ya quedaremos por otro canal.

Que sigáis disfrutando de este día de Navidad. Nosotros, cuando hayamos conseguido echar a toda la familia, limpiar y arreglar la cocina y el comedor y mandado los niños a la cama, nos sentaremos ante la pantalla y, como cada año la noche de Navidad, miraremos con admiración y ternura Dublineses ("The Dead"), de John Huston. Su última película, su testamento y despedida de la vida, es una hermosa narración (a partir de un cuento de James Joyce) sobre cómo todos acabamos convirtiéndonos en sombras. Los unos más rápidamente que los otros, pero todos acabamos como espíritus sobre la llanura central de Irlanda, o sobre las calles del Eixample o vagando por la meseta castellana o... Huston, como tantas otras cosas de la vida, supo explicar magistralmente qué es ese tránsito hacia la muerte. Nos sentamos ante la pantalla, vemos la película (hace ya 20 años que lo hacemos) y lloramos a nuestros muertos. Con una copa de buen vino de meditación, por supuesto. Nos vemos mañana, con la crónica de la pantagruelada de hoy.

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